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¿Qué funciones desempeña el colesterol?

El término colesterol es muy popular. Pero su fama proviene, lamentablemente para él, de los problemas relacionados con su exceso. «Colesterol asesino», «enemigo del corazón» y otras expresiones por el estilo han aparecido en los medios de comunicación, puesto que sus niveles elevados se presentan como una seria amenaza para la salud vascular y del corazón. Pero, sin duda, este no es un enfoque justo para el colesterol. Se trata tan sólo de una cara de la moneda. Sus excesos son, en efecto, un problema, pero ¿no ocurre lo mismo con cualquier exceso? Lo cierto es que para las personas el colesterol es fundamental, a tal punto que sin él la vida no sería posible.

Michael Brown y Joseph Goldstein, al recibir el Premio Nobel en 1985 por su trabajo sobre el metabolismo del colesterol, señalaron que este lípido es la molécula pequeña que ha reportado más condecoraciones en el ámbito de la biología, ya que se han concedido trece Premios Nobel a científicos que le dedicaron la mayor parte de su trabajo. Desde que en 1784 se aisló de los cálculos biliares, el colesterol ha ejercido una fascinación casi hipnótica en los investigadores de las más diversas áreas de la ciencia y de la medicina.

El sociólogo francés Claude Fischler señala que fue en los años sesenta cuando la mala reputación del colesterol comenzó a superar las esferas exclusivas de la medicina con la ayuda de los medios de comunicación de masas. Lo cierto es que la posibilidad de que los niveles elevados de colesterol guarden relación con las enfermedades cardiovasculares está respaldada por una cantidad inmensa de literatura pero, a pesar de que la existencia de dicho vínculo parece innegable, en el momento actual no existe unanimidad respecto a cuál es la auténtica responsabilidad de este lípido en dichos trastornos. No faltan argumentos, incluso, a favor de hipótesis que apuestan por otros factores como máximos responsables de que nuestras arterias se lesionen y pierdan sus capacidades funcionales. Hoy en día se continúa considerando la aterosclerosis como un trastorno en el que puede haber implicados muchos factores. Y sea cual sea la responsabilidad del colesterol, no debe olvidarse que lo cuestionable en todo caso es el exceso, y no su presencia en cantidades adecuadas.

Lo cuestionable del colesterol es su exceso, no su presencia en cantidades adecuadas

EL COLESTEROL, UN COMPONENTE DE NUESTRA DIETA

Generalmente asociamos de forma errónea el colesterol a las grasas. El colesterol es una sustancia y las grasas son otra. Ambas están en la categoría de lípidos.

Los lípidos son sustancias con diferentes estructuras y funciones diversas en el organismo, con la característica común de ser insolubles en agua. En nuestra dieta hay tres clases principales de lípidos:

Las grasas. Son, con diferencia, los lípidos que se encuentran en mayor cantidad entre los alimentos. Las grasas son el resultado de la unión de tres moléculas de ácidos grasos y una molécula de glicerol, de donde viene el nombre de triglicéridos. Atendiendo a las recomendaciones actuales, su ingesta diaria en una dieta de 2.000 calorías (cuando utilicemos el término calorías, se entenderá que nos referimos a kilocalorías) debería situarse entre los 65 y los 75 g (las grasas proporcionan 9 calorías por gramo).

Los fosfolípidos. Son lípidos algo más complejos que, como su nombre indica, presentan también fósforo. Uno de los fosfolípidos más importantes es la fosfatidilcolina, más conocido como lecitina. Su función principal es estructural pues son los constituyentes fundamentales de las membranas de las células. Su ingesta diaria con la dieta suele rondar los 2-3 g.

El colesterol. El tercer gran lípido de nuestra alimentación es el colesterol. Los aspectos fundamentales que lo relacionan con nuestra alimentación y nuestra salud son el objeto de este manual, y por ello serán ampliamente desarrollados en los distintos apartados que siguen.

Queda claro que lípidos y grasas no son sinónimos; las grasas son un tipo de lípido… y el colesterol otro.

EL COLESTEROL Y SU FUNCIÓN ESTRUCTURAL

El colesterol es un componente fundamental de las membranas de nuestras células, esa gran barrera que separa el interior de la célula del exterior, y todos los tejidos en crecimiento lo necesitan para su formación.

Desde un punto de vista cuantitativo, el principal destino del colesterol es su incorporación a las membranas celulares, lo cual resulta particularmente importante durante el crecimiento rápido y la división celular.

De los aproximadamente 140 g de colesterol que tiene en total nuestro organismo, unos 120 g están situados en las membranas. En ellas, el colesterol se sitúa incrustado en medio de otros componentes que las forman. Su presencia otorga fluidez a la membrana, una característica de la que dependen las funciones metabólicas de la misma, y aumenta su estabilidad.

EL COLESTEROL Y SU FUNCIÓN REGULADORA

Pero el colesterol no tiene únicamente una función estructural. Está implicado también en otros procesos que nos resultan fundamentales:

Síntesis de hormonas esteroides

Las hormonas son sustancias que elaboran diferentes órganos de nuestro cuerpo y que, transportadas por la sangre, desempeñan un papel fundamental en la regulación de otros órganos. Uno de los tipos de hormonas son las llamadas hormonas esteroides, cuya síntesis tiene como punto de partida el colesterol, y tiene lugar en la corteza de las glándulas adrenales y en las glándulas sexuales. El colesterol necesario puede proceder de la sangre (en forma de lipoproteínas de baja intensidad o col-LDL), de los almacenes de la célula, o de la síntesis de la propia célula.

En las glándulas adrenales se sintetizan los siguientes esteroides:

Los glucocorticoides. Son llamados así porque aumentan la concentración de glucosa en la sangre. El principal es el cortisol.

Los mineralocorticoides. La aldosterona es el mineralocorticoide principal. Su función más importante es aumentar la velocidad de reabsorción de sodio en el riñón y reducir la de potasio.

Por lo que a las glándulas sexuales se refiere, en el hombre los testículos producen testosterona. Esta hormona está implicada en varios cambios importantes en la pubertad y su mantenimiento en la etapa adulta; así, es responsable del aumento del tamaño de los genitales, cambios en la distribución y cantidad de pelo corporal, gravedad de la voz y desarrollo de la masa muscular.

En la mujer, el ovario sintetiza estrógenos cuyo representante más importante es el estradiol. Los estrógenos intervienen en el desarrollo de los órganos genitales, de las mamas, y en el depósito y la distribución de la grasa corporal característicos de la anatomía de la mujer.

Las cantidades necesarias de hormonas esteroides son muy pequeñas, por lo que el consumo de colesterol para su síntesis es también pequeño, inferior, por ejemplo, al empleado en la elaboración de los ácidos biliares por el hígado.

Síntesis de ácidos biliares

Los ácidos biliares son uno de los componentes fundamentales de la bilis, un fluido que elabora el hígado y que resulta básico para una adecuada digestión y absorción de los lípidos que ingerimos con la alimentación. Los dos ácidos biliares principales en los mamíferos (ácido cólico y ácido quenodesoxicólico) tienen al colesterol como precursor.

La acción de los ácidos biliares es triple:

1. Actúan como detergentes en el intestino, emulsionando o dispersando las grasas de la dieta para facilitar su digestión y son, en este sentido, el componente más importante de la bilis.

2. Junto con los fosfolípidos, permiten solubilizar el propio colesterol que se encuentra en la bilis. De no ser así, se produciría su precipitación, y la consiguiente formación de cálculos en la vesícula.

3. La formación de ácidos biliares a partir del colesterol es uno de los mecanismos de eliminación del colesterol corporal.

Síntesis de vitamina D

Aunque continúe clasificándose como vitamina, lo cierto es que la vitamina D responde más a la definición de hormona, es decir, una sustancia originada en una parte del organismo que produce determinados efectos en otras partes del mismo.

El colesterol es también un precursor de la vitamina D, más en particular de la vitamina D3 o colecalciferol, sustancia que acaba sintetizándose en la piel gracias a la intervención de la luz ultravioleta del sol.

La vitamina D tiene un papel esencial en la regulación de las concentraciones de calcio y fósforo en el organismo, lo que, entre otras cosas, equivale a decir que resulta decisiva para la salud de los huesos.

¿CÓMO ELIMINAMOS EL COLESTEROL?

El colesterol no es soluble en el medio acuoso de la sangre.

Por consiguiente, no será eliminado como las sustancias solubles en medios acuosos, que son excretadas a través del riñón. El hígado es el único órgano que puede eliminar el colesterol, tal cual, o por transformación en ácidos biliares mediante su secreción en la bilis.

Una gran parte de los ácidos biliares presentes en la bilis son recuperados en el intestino y devueltos al hígado, siguiendo así el ciclo conocido como ciclo enterohepático (véase el recuadro de la página 19).

Por su parte, del colesterol secretado en la bilis, aproximadamente 1 g diario, el 50% es recuperado y alrededor de 500 mg se pierden por las heces. Al contabilizar la eliminación de colesterol como tal, hay que añadir a esta cantidad unos 100 mg que se eliminan cada día como consecuencia de la pérdida de células desde la superficie de la piel.

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