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Prólogo

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¿Puede surgir un texto filosófico, bien organizado, con pertinencia argumentativa, rigor y sistematicidad de una intensa expedición por Nuestra América, tipo trabajo de campo antropológico, para examinar las tomas de posición feministas de las mujeres de los pueblos originarios? Sí. Y aquí está disponible, ante quienes han comenzado la lectura de estas páginas, la prueba empírica.

Por supuesto, como siempre en filosofía y en cualquier disciplina seria, surge la cuestión terminológica. ¿Cómo entender, sin polisemias riesgosas, filosofía, pertinencia, rigor, sistematicidad, trabajo de campo, feminismo, pueblos originarios, prueba empírica? En todo caso, quizá podrían permitirme un uso, digamos, metafórico de trabajo de campo para intentar sugerir, en el ámbito académico, alguna pista inicial sobre el esfuerzo de la autora. Por cierto, espero que sobre la marcha de estas reflexiones iniciales y, por supuesto, a lo largo de todo el texto, el resto de los términos se irá esclareciendo de modo muy adecuado. Pero, volvamos a esta caracterización antropológica. Aquí lo importante es la decisión de Francesca Gargallo, asumida en plenitud, de ir a buscar a las mujeres de los pueblos originarios, de Abya Yala, para enterarse en vivo y en directo de qué piensan, por qué lo piensan, cómo lo piensan, cómo lo defienden y, sobre todo, cómo lo llevan adelante en la cotidianidad contra viento y marea. ¿Las analfabetas piensan? Sí. ¿Las académicas de origen indígena? También. Pero, ¿no son primitivas?, ¿sus creencias no las inhiben para juzgar con precisión? Quien siga trabado en su mente con estas idioteces (para decirlo en sentido etimológico) tiene que leer este libro. Aquí aflora la filosofía que se ha gestado y opera en las bases de nuestras sociedades. Y debemos estar sumamente agrade cidas y agradecidos con Francesca por su generosidad al compartir lo que, más generosamente todavía, le compartieron aquellas con quienes convivió y, sobre todo, porque supo escucharlas con respeto y, cuando fue menester, se guardó sus objeciones, prejuicios, descalificaciones, contrargumentos. Como ella misma lo dice a propósito de una investigación antropológica específica, hay que evitar las rutinas de quienes «nunca investigan, preguntan, estudian o analizan cuáles son las ideas de liberación de las propias mujeres indígenas». Por esto sólo, ya valdría la pena zambullirse en la lectura. Pero, hay más.

Claro que este más podría exceder con creces los espacios de un prólogo. Y es que cabría un índice temático comentado de tópicos nodales en la reflexión colectiva así organizada por Francesca. No cabe hacerlo, pero sí consignar algunas dimensiones, particularmente sugestivas: la noción de liberación que, impuesta a las mujeres indígenas, resulta el sometimiento más estricto al orden capitalista imperante; la de cosmovisión, recuperada como trama de significado de la cotidianidad; la de modernidades, como conjunto de trampas a revisar con muchísimo cuidado; la de cuerpo-espacio-lugar-territorio, como necesitada de revisión epistémica muy rigurosa; la iconizada de comunidad, que requiere múltiples precisiones; las de mestizaje y nacionalismo, identificaciones muy laxas en su imposición homegenizante; las de silencio, miedo, hacer decir, que son formas de sutiles dominaciones a vencer, junto a victimismos, maternalismos, estatismos, liderismos (si así puede decirse irónicamente), laicismos, clasismos, y otras. En fin, ni sucias ni ignorantes ni pre-nada. Mujeres plenas, pensantes, sujetas que no quieren estar «sujetas» ni sujetadas. Todo ello reclama, como bien lo reconoce Francesca con honestidad plena, una labor historiográfica de las ideas (siempre filosóficas) a fondo y sin deslices, para poder discernir, matizar, detallar con el cuidado y la meticulosidad que el respeto a las demás exige, no por moralismos vacuos, sino para allegarse lo más precisamente posible a lo que piensan, quieren, desean, requieren, luchan, buscan y están construyendo caiga quien caiga. Hasta la religión y la familia exigen ser repensadas con todo cuidado y revisadas en las prácticas concretas, como todos los otros tópicos mencionados. Sabiendo que las palabras son siempre más que palabras y que solas, por así decirlo, no suelen garantizar nada.

La escritora, novelista, historiadora de las ideas, filósofa feminista nuestramericana incansable se deja interpelar, criticar y no escatima esfuerzos en autocriticarse. Todo esto la deja más y mejor preparada para los desafíos y tareas que vienen. Porque, si bien hemos avanzado y mucho, es inmenso lo que nos queda por hacer y no podemos rendirnos. Siempre es posible un poquito más. Y lo que nos resta, de ‘poquito’ no tiene nada. Es la titánica construcción de una sociedad y un mundo donde seamos en plenitud como queramos y podamos ser; la construcción de la matria (en terminología de José Gaos) utópica que nos merecemos.

HORACIO CERUTTI-GULDBERG

Feminismos desde Abya Yala

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