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Prólogo del editor

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La base del aprendizaje –significativo– consiste en la relación del nuevo conocimiento con nuestra propia experiencia, con nuestro conocimiento consolidado. Para que se pueda relacionar este conocimiento nuevo con el consolidado, hay que trabajar sobre este último –para comprenderlo–, hay que mostrarlo en la palestra, cual pintor que busca obtener un nuevo color y necesita de colores con los que ya había trabajado y depende de ellos para, una vez manipulados, obtener un nuevo color –basado en el anterior– que al aplicarlo, al pintar utilizando este nuevo color, al trabajar con él, al ver sus reacciones y las sensaciones que le transmite, comprende que se comporte así, que es así, porque el color del que proviene tiene unas determinadas características y no otras, comprende que la evolución de ese nuevo color, tiene sentido única y exclusivamente porque proviene de ese original y no de otro. Si el resultado final de un nuevo color queremos comprenderlo y entenderlo, solo tendrá sentido considerando el color del que proviene.

Al igual que hay unos colores primarios de los que parten todos los demás, en cuanto al conocimiento ocurre lo mismo, debemos tener en cuenta de dónde partimos, cuál es el contexto –sobre todo histórico– para poder comprender una realidad. De esta forma, partiendo de conocimientos previos, o historia previa de una realidad, llegaremos a una comprensión, a un aprendizaje más profundo, más significativo y duradero, pero sobre todo nos será más fácil adquirirlo y esta nueva realidad a la que queremos comprender tendrá más sentido.


Antonio García Gutiérrez

Antequera, diciembre 2012.

Una economía que fue aplicada

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