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Capítulo 2 La estabilización económica

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Los dos últimos años de la época de crecimiento "inwardlooking" produjeron en la clase política española un sentimiento de fracaso económico; y ello dio lugar a un conjunto de medidas que se tomaron con la finalidad de remozar nuestra maltrecha economía, que se caracterizaba por la existencia de una persistente tasa de inflación, dentro de un ambiente de claro signo especulativo, en el que el sector público arrastraba importantes déficits presupuestarios que ponían de manifiesto una situación de insuficiencia financiera.

Pero estas medidas adoptadas de manera aislada, solamente representaron intentos no coordinados para contener los principales desequilibrios económicos y financieros que sufría la deteriorada economía de España.

A pesar de las anteriores medidas, la clase política española llega al convencimiento de que para contar con la ayuda que otros países estaban recibiendo, era necesario que España adoptara la ortodoxia de estabilización económica que los Organismos Internacionales habían determinado, ya que, al no hacerlo de esta manera, la economía española se distanciaría cada vez más de la economía de los países europeos.

Las decisiones que adoptan los gobernantes españoles del año 1959 indican un punto de inflexión en la curva que representa la situación económica de nuestro país.

Con fecha treinta de Junio de mil novecientos cincuenta y nueve el gobierno español presentó ante la Organización Europea de Cooperación Económica y ante el Fondo Monetario Internacional un “Memorandum” que contenía un conjunto de medidas de política económica, estructuradas en cuatro capítulos que se corresponden con el Sector Público, Sector Exterior, Política Monetaria y con la Flexibilidad de nuestra Economía, y que finalizaba con unos anexos y unas conclusiones, que representaban las ayudas financieras acordadas con los Organismos Internacionales, que percibiría nuestro país siempre que cumpliera las medidas a que se había comprometido.

A través del “Memorandum” del Plan de Estabilización, nuestro Gobierno aspiraba a colocar la economía española en condiciones semejantes a las de los países occidentales en los que había un menor número de intervenciones de la Administración Pública en la vida económica.

El auténtico Plan de Estabilización adoptó la forma legal de Decreto Ley que con fecha 21 de Julio de 1959, se promulgó con el siguiente nombre: Decreto Ley 10/1959 de Ordenación Económica.

Los principales objetivos que esperaba alcanzar el Plan de Estabilización fueron impulsar un mayor crecimiento económico dentro de una creciente integración económica de nuestro país con las economías de corte occidental. Para ello, era necesario conseguir un alto grado de equilibrio tanto interno como externo.

La consecución del equilibrio interno exigía equilibrar el sector público y el sector privado, y con esta finalidad se adoptó un conjunto de medidas para contener la demanda y alcanzar la estabilidad de precios.

Para conseguir el equilibrio exterior las medidas que se llevaron a cabo establecieron una convertibilidad más real de nuestra moneda y una mayor liberalización de nuestra economía.

La puesta en práctica del Plan de Estabilización supuso tan sólo una serie de actuaciones a corto plazo, pero no entró a resolver las dificultades de orden estructural que padecía nuestro sistema económico. No obstante lo anterior, el Plan de Estabilización imprimió un giro importante a las posteriores actuaciones en el terreno económico.

El Plan de Estabilización produjo en la economía española los efectos que se sintetizan en los puntos que se indican a continuación:

 En el capítulo referente a los costes que representó el programa de estabilización cabe mencionar los siguientes: incrementó de forma considerable el paro, y, paralelamente, la emigración; se redujo el número de horas extraordinarias que realizaba la clase trabajadora y disminuyó también la retribución total de la misma; se incrementó el número de expedientes de crisis económica que presentaron las empresas.

 Conseguir la estabilidad económica sin que se derrumbara nuestra débil economía, fue posible gracias a que el tejido social formado por los trabajadores por cuenta ajena soportó una disminución real de sus retribuciones, originando a la vez un importante crecimiento de la emigración al extranjero.

 Al devaluarse la peseta se produjo una disminución de nuestra renta real, y, paralelamente, se produjo una importante mejora en el saldo de nuestra balanza de pagos.

 Las malas expectativas del sector empresarial, tanto en la industria básica como en la de productos de consumo final, produjeron una fuerte caída del crédito bancario al sector privado que se agravó con el encarecimiento del precio del dinero.

 Las expectativas deprimidas también afectaron al sector de la construcción que, al padecer igualmente un elevado coste por los créditos recibidos del sector bancario, vio como se reducía la demanda de viviendas.

 La recesión de la economía fue tan profunda y generalizada que la clase trabajadora redujo notablemente su demanda de productos de consumo final.

 A todo este panorama hay que añadir un nuevo elemento negativo, que es el de las malas cosechas agrícolas de la campaña 1959-60. En el supuesto de que los resultados del sector agrario en la campaña mencionada hubiesen sido mejores de lo que realmente fueron, las mayores rentas de dicho sector hubieran supuesto un incremento en la demanda, que, por su parte, habría suavizado el descenso de la producción y la caída del empleo que se produjo.

 Al finalizar el año 1960 se había conseguido una gran estabilidad en los precios y una importante mejora en el equilibrio del sector público, del sector exterior, y en el incremento de las reservas de nuestro país.

Una economía que fue aplicada

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