Читать книгу ¡Colombia a la vista! - Francisco Leal Quevedo - Страница 11

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El fósil

«§»

Allí estábamos todos muy puntuales aquella fría mañana de miércoles, frente al teatrino.

El sol peleaba sin fuerzas con las nubes. El cielo se parecía mucho a una panza de burro, gris y sucia. No tenía frío dentro de mi chaquetón. Eran las 8:00 a.m. cuando entró Teruel.

—Hoy sí vamos a utilizar el TET. Todos listos, en sus puestos. Los cinturones de seguridad abrochados. Vamos a recorrer 166 km en un abrir y cerrar de ojos. He puesto en los comandos de esta nave las siguientes coordenadas: 5° 37’ 59” Norte, 73° 31’ 59” Oeste. Vamos en tiempo real, rumbo a Villa de Leyva, estamos sobrevolando la plaza prin­cipal, es una de las más grandes del país; luego tomaremos dirección hacia el Monasterio de Santo Eccehomo. Luego desviaremos hacia el fósil. Volamos ya muy bajo.

Aunque está prohibido hacerlo, algunos niños en la vía nos ofrecen amonites, esos pequeños fósiles, como caracoles prehistóricos. Abundan en estas tierras que, al parecer, fueron hace millones de años un mar interior que se secó.

—Miren la que está sobre la mesita de observación, bajo los reflectores. —Era pequeña, negra y lustrosa, en perfecto estado de conservación—. Los amonites eran seres vivos que tenían una concha protectora en forma de espiral. Son similares a los moluscos actuales con caparazón. Ahora son fósiles comunes, pues eran abundantes en los mares; se hallan dentro de las rocas del período Jurásico. Del interior de la concha salía un animal muy parecido a los pulpos. Algunos amonites son brillantes, de visos metálicos, otros pueden tener colores marmóreos, pues se pueden petrificar en diferentes minerales como la calcita o la pirita.

»Villa de Leyva es tierra de fósiles pequeños y grandes. La palabra fósil en latín significa “aquello que es excavado”, se refiere a restos de organismos antiguos que se conservan petrificados en rocas sedimentarias de la corteza terrestre. ¿Recuerdan cómo se formaron?

»Por lo general, los fósiles preservan la porción del organismo que estaba mineralizada, co­­mo los dientes y huesos de los vertebrados y los exoesqueletos de los invertebrados. El proceso más común de formación de fósiles es el de mineralización, en el que los minerales de aguas subterráneas se filtran en las partes duras del organismo, como huesos y conchas, y los petrifican, los convierten en piedra.

»Hay otros métodos, aunque menos comunes, capaces de crear fósiles. Algunos son fascinantes: ¿alguna vez han visto un mosquito atrapado en ámbar? ¿Recuerdan que el ámbar es una piedra semipreciosa de origen vegetal, fosilizada, proveniente principalmente de coníferas?

—Claro que sí, tengo un prendedor comprado en Lituania con un insecto adentro —dijo Mabel—. Si quieren, puedo traerlo para la próxima clase.

El profesor le hizo un gesto para decirle que lo hiciera, que la clase contaba con ello.

—Y además así empieza la película Jurassic Park, un mosquito atrapado en la resina tiene adentro sangre de dinosaurio con su ADN intacto —agregué yo.

Mis compañeros y el profesor se rieron al verme tan entusiasmado. Me puse colorado. Lo que pasa es que este tema de los animales extintos me apasiona. Cuando las risas se callaron, Teruel me agrade­ció la participación.

—Hemos aterrizado en la vereda Monquirá, donde alguien hace unos años hizo un gran hallazgo. En junio de 1977, un campesino del lugar que estaba haciendo un canal en su predio, al cavar, detectó y cortó los restos de lo que posiblemente era una de las aletas posteriores del animal fosilizado. Ahora, el fósil se encuentra exhibido en unas instalaciones adecuadas para protegerlo de la lluvia y el viento y evitar su deterioro.

En ese momento nos proyectó un video, el pliosaurio se veía en una reconstrucción 3D imponente, con sus casi diez metros.

—Al parecer hay en el mundo muy pocos ejemplares de ese período específico y este es el mejor conservado, lo cual lo hace aún más valioso. Verán aquí toda la línea taxonómica de nuestro espécimen:

Reino: Animalia

Filo: Chordata

Clase: Sauropsida

Orden: Plesiosauria

Suborden: Pliosauroidea

Familia: Pliosauridae

Género: Kronosaurus

—¿Alguno de ustedes conoce bien este sistema de clasificación taxonómica? Se usa desde Linneo…

Me hubiera gustado lucirme y dejarlos impresionados, pero debía ser prudente, algo sabía pero aún no estaba listo.


—Carlos Linneo (Råshult, 1707 - Upsala, 1778) fue un científico, naturalista, botánico y zoólogo sueco. Fue el creador de la actual clasificación de los seres vivos o taxonomía. Él desarrolló un sistema de nomenclatura binomial (1731), que se convertiría desde entonces en clásico, basado en la utilización de un primer término, con una letra inicial mayúscula que indica el género, y un segundo término que corresponde a la especie, escrita en letra minúscula. Además, agrupó los géneros en familias, las familias en clases, las clases en tipos (fila) y los tipos en reinos. Se le considera uno de los pioneros de la ecología.

»Usando esta taxonomía, nuestro ejemplar se conoce como Kronosaurus boyacensis, pues así lo denominó Hampe en 1992.

Pronto llegamos a un cobertizo que tiene en el centro un enorme fósil muy bien conservado.

—Se calcula que este espécimen, llamado el Fósil de Villa de Leyva, tiene cerca de 110 millones de años y corresponde a los vestigios de un reptil marino. Según los expertos, es un Kronosaurus (“lagarto de Cronos”). Su nombre hace referencia a Kronos, el líder de los Titanes. Es un género extinto de pliosaurios, de cuello corto y cabeza grande, con cuatro aletas. Estos animales tenían grandes dientes cónicos de unos 25 cm y se alimentaban de otros reptiles marinos, peces y moluscos. Vivieron en el Cretácico inferior (hace cerca de 125 a 99 millones de años), en lo que hoy es Australia y Colombia. Este mide cerca de ocho metros de largo, si tuviera su cola íntegra llegaría a los 9,6 metros.

»Los pliosaurios, como las tortugas actuales, podían vivir en la tierra o en el mar, pero pasaban la mayor parte del tiempo en el mar. Es casi seguro que iban a la orilla para criar.

»Fueron unos de los más grandes entre los plesiosauria. Con el tiempo, el mar que era esta zona, posiblemente por movimientos de capas tectónicas, dejó de ser océano y se convirtió en superficie emergente.

»Ustedes se preguntarán por qué una y otra especie se extinguen, aun antes de la aparición del homo sapiens, quien es el que más especies ha hecho desaparecer.

»Los seres vivos somos criaturas de paso sobre el planeta. Una especie cede su paso a otra. La vida continuamente está adaptándose a un entorno que siempre está cambiando. Todos los seres vivos vamos mutando, es la única forma de sobrevivir. No es siempre fácil o posible adaptarse cuando los cambios son súbitos. Hay líneas evolutivas que avanzan y otras que se terminan. Y es más difícil aún adaptarse si son varios cambios al tiempo.

—Profesor —interrumpió Mabel—, ¿Pero los seres humanos ya no evolucionamos más?

—Nosotros, los Homo sapiens sapiens, somos un producto muy elaborado de la evolución, pero aún no terminado, nuestro ADN sigue cambiando. Fuimos casi los últimos en aparecer y los únicos que podemos entender cómo funciona el mundo. Llevamos solo cerca de 30 000 años sobre la Tierra. Continuamos evolucionando, es posible que dentro de miles de años hayamos dado origen a otra clase de homos. Podemos decir que somos los precursores del hombre del futuro.

El profesor buscó una imagen de archivo en su computador. Aparecía un homínido.

—Es el llamado hombre de Cromañón. El nombre designa a ciertos fósiles de Homo sapiens asociados con las cuevas de Europa donde se hallaban pinturas rupestres. Es el antepasado directo del hombre actual. Habitó la Tierra hace unos 40 mil años. Era un experto cazador que logró adaptarse al medio ambiente. Él, como todos los seres vivos, continuaría evolucionando y adaptándose a nuevas formas de alimentación y supervivencia como la agricultura.

—¡Pero qué feo! —dijo Isa—. Si un día me lo encontrara caminando por una calle de la ciudad, creo que me daría un tremendo susto y gritaría.

Todos se rieron de la ocurrencia, en escasos tres días ella ya era la chica más popular del grupo.

—Este homínido era sedentario, medía aproximadamente 1,85 m. Su cuerpo era robusto con nariz prominente y mandíbulas grandes. El macho era muy eficiente para la caza y la pesca, mientras que la hembra se encargaba de la recolección de frutos. Tenía gran resistencia a cambios climáticos y temperaturas extremas. Su capacidad intelectual le permitía comunicarse con un lenguaje, posiblemente similar a como lo hacemos nosotros en la actualidad. Este homínido ya se manifestaba artísticamente creando pinturas y esculturas en piedra que generalmente representaban a los animales que cazaba.

»Isabel tiene razón, somos parecidos a él y a la vez muy diferentes. Su presencia nos asustaría. Y nosotros lo asustaríamos a él. Si él nos viera es posible que pensara que éramos otro animal salvaje, no sus descendientes. Igual pasará con nosotros y el homínido que nos suceda en unos cientos de miles de años. Ellos se reirán de nuestro aspecto, se asustarán al vernos reconstruidos en algún diorama del museo del futuro.


Miré a mis compañeros. Todos estábamos sorprendidos del destino que nos esperaba. Somos una especie en tránsito, efímeros, provisionales. Aquello era, al menos para mí, un descubrimiento.

—Profesor, ¿entonces no somos los reyes de la creación? —preguntó Pablo.

—Esa ha sido una equivocación ecológica, quizás la más perjudicial de todas. Creíamos que la naturaleza estaba a nuestro servicio. Solo somos una pequeña parte de ella, estamos sujetos a sus leyes inmutables, unidos a su destino.

»Somos seres frágiles. También podemos de­sa­­parecer de la faz de la Tierra, para siempre, como les ocurrió a los dinosaurios, al mamut, a este Kronosaurus y a nuestros precursores homínidos. Nuestra especie, o la especie que nos suceda, solo estará a salvo de ese gran riesgo de desaparecer cuando tengamos hombres viviendo en otros planetas lejanos.

»Por ahora somos afortunados de vivir en un planeta azul, con grandes cantidades de agua, sobre un territorio de singular belleza y de grandes recursos. Una muestra de que estamos cómodos en la Tierra es la proliferación de nuestra especie. Actualmente hay unos 7300 millones de personas. Los colombianos somos cerca de 45 millones. Los homínidos seremos 8500 millones en 2030 y 9700 millones en 2050, según un informe de las Naciones Unidas. La población mundial superará los 10 000 millones en este siglo. El promedio de vida del Homo sapiens sapiens sigue aumentando. Pronto llegaremos a un promedio de 90 años, y debemos recordar que hacia 1900 era apenas de 35 años y hacia 1950 de cerca de 55 años.

»Gastamos y a veces derrochamos naturaleza, pero los recursos del planeta, aunque son amplios, son limitados. Debemos consumir menos, además, debemos reciclar. Nuestro propósito debe ser disfrutar de nuestro planeta, nuestro país, nuestra región, pero a la vez mantenerlo sostenible para las nuevas generaciones. Pero para ello debemos primero conocerlo, que es lo que intentamos hacer en este curso. Luego debemos tomar acciones concretas. Todos podemos hacer algo en este sentido.

»Pueden desabrochar los cinturones, el viaje de hoy ha terminado.

§

Sentí algo así como cuando se termina una sesión de hipnosis —según lo había visto en las películas—, como si el profe nos hubiera dicho: “uno, dos, tres, despierten”. Lo maravilloso, aunque extraño, era que de pronto habíamos entendido que estábamos integrados al mundo, como un nudo más de una inmensa red que nos sostenía y nos unía unos a otros. Y lo más importante: que era muy agradable sentirse unido al Universo.

Ya en casa me entretuve mirando libros de Historia, mi materia favorita. Tenemos unos maravillosos. Al rato me llamaron a cenar. No quería interrumpir la lectura. Llamaron por tercera vez y, como no aparecía en la mesa, emplearon el conocido argumento del sabor:

—¡Esto es rico cuando está caliente. Frío pierde el sabor! —gritó mi mamá desde la cocina.

El estofado, mi plato favorito, olía maravilloso. Y mi papá insistía en que lo acompañara con las papas con romero que él había preparado.

—¿Cómo va el curso? —se atrevió a preguntar mi mamá.

—Han hecho un buen montaje. Pero todavía es muy pronto para opinar, mañana les digo —respondí.

Volví a mi cuarto. Durante un rato releí varios capítulos de libros de Ciencias, estaba listo para hacer preguntas, de esas que necesitan cerebro. Seguí leyendo un rato. Mis papás pasaron por ahí y observé que se hacían entre ellos una seña de complicidad como quien dice: “¡La ciencia lo está agarrando!”.

No sé si será la ciencia, es la curiosidad por entender el mundo. A veces siento como si este planeta fuera un rompecabezas de millones de piezas revueltas y que tengo, al fin, armada una parte de mi pequeña esquina, un pedacito de mi país.

¡Colombia a la vista!

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