Читать книгу Soy el silencio - Gabriel Barrella Rosa - Страница 16
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Vacilante se acercó, quizás midiendo,
en mis ánimos, mi grado de cordura,
yo no la vi hasta el instante en que, gimiendo,
ella me imploró, ocultando su amargura.
Como tiesa se quedó, siempre escondiendo
voluntad que le inquirí, ya con premura,
¿Quién eres mujer?, ¿Qué es lo que vas siguiendo?
Mas nada alteró su rígida postura.
Ella tentaba arraigarse en mi costado,
mi desconfianza crecía, ya severa,
mas, ¿qué perder, si yo ya estaba entregado,
al aceptarla cual mi fiel compañera?
¿Quién habrás de ser, ya instalada a mi lado?
¿Serás tú quien al fin termine la espera?
Yo me respondí, todavía exaltado:
¡Eres la duda, mujer! ¡Mi consejera!