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INTRODUCCIÓN GENERAL I LA OBRA DE GALENO Y SU TRADUCCIÓN AL CASTELLANO: EL FINAL DE UN DESENCUENTRO
ОглавлениеEl historiador de la medicina Pedro Laín Entralgo no ha dudado en afirmar que «acaso no haya en la historia universal de la ciencia otro hombre tan afortunado como Galeno. Ni siquiera Aristóteles. Su ingente obra personal, su vasto saber médico y filosófico y su doble condición de legatario y testador de toda la medicina griega hicieron de él la figura suprema del arte de curar a lo largo de casi milenio y medio y a través de las más diversas culturas: la bizantina, la arábiga, la medieval europea y la renacentista. No obstante las valiosas novedades que desde el siglo XVI han creado los médicos ‘modernos’, Galeno sigue siendo explicado y estudiado en las universidades europeas del siglo XVII , y todavía en 1726 un catedrático y publicista, el valenciano Lloret y Martí, se creerá en la obligación de componer una ‘defensa de la doctrina de Hipócrates y Galeno contra los errores vulgares’. Y si todo esto puede ser dicho de Europa entera, ¿qué no podrá decirse de España, donde todavía el lenguaje familiar llama por antonomasia ‘galeno’ al médico en ejercicio?» (Laín, 1972).
Pese a esta vigencia histórica, el castellano era la única lengua occidental moderna de amplia difusión con la que apenas se podía acceder a una mínima parte de la ingente obra médica y filosófico-natural del médico griego. Cosa que no ocurría con el italiano, el inglés, el francés o el alemán. Los lectores de estas lenguas modernas tenían a su disposición el núcleo más importante de sus obras ofrecidas en cuidadas ediciones, algunas de ellas acompañadas del texto original griego.
En 1899, hubo en España un primer intento, muy ambicioso, no sólo de traducir el corpus entero de las obras de Galeno, sino de hacerlo tras haber llevado a cabo la hazaña de realizar lo que sería la primera edición crítica de sus obras. Algo que, por desgracia, la gran empresa del Corpus Medicorum Graecorum (Berlín) todavía no ha culminado. El proyecto español formaba parte de otro más amplio, pues comprendía también la traducción a nuestra lengua de las obras de Hipócrates, planificado por el filólogo Donaciano Martínez Vélez, cuyos planes y logros han pasado desapercibidos hasta hace pocos años (García Ballester, 1975). Su trabajo como filólogo coincidía con las investigaciones que desde mediados del siglo XIX venían realizando los grandes maestros de la filología francesa (Daremberg) y alemana (Ilberg, Schöne, Kühlewein y sobre todo Diels). El proyecto lo planteó en el contexto de un acercamiento exigente a la historia de la medicina antigua, realizado en el seno de uno de los grupos médicos que —junto con el de Simarro, Gómez Ocaña, Cajal, y otros— encabezaron el proceso de renovación de las ciencias biomédicas en la España de la Restauración: el que cristalizó en Madrid en torno al cirujano Federico Rubio y Galí (1827-1902) en la transición de los siglos XIX al XX .
En efecto, pese a la insatisfactoria situación de la medicina española en la segunda mitad del siglo XIX , el esfuerzo de muy contados hombres, apoyados en una situación económica, social y política más favorable, logró cristalizar en unas instituciones sensibles a las corrientes científicas europeas. Uno de estos hombres fue Federico Rubio, típico representante del científico liberal decimonónico, profesor de cirugía en Sevilla y posteriormente en Madrid y fundador en esta última ciudad de un Instituto de especialidades quirúrgicas cuna del especialismo quirúrgico en España. Federico Rubio adoptó ante el pasado médico la misma actitud que Virchow en Berlín o la de sus colegas vieneses Hyrtl y Billroth. Su interés por los «precedentes» le llevó a incluir en su revista —Revista Iberoamericana de Ciencias Médicas , fundada en 1899, y una de las muestras más interesantes y exigentes del periodismo médico español— trabajos de historia de la medicina en la línea de las distintas tendencias entonces vigentes en el área alemana. Allí publicó Rodolfo del Castillo Quartiellers su clásico trabajo sobre «La oftalmología en tiempos de los romanos» (1900), basado en fuentes arqueológicas y epigráficas; también colaboró el catalán Luis Comenge, sin duda el mejor historiador de la medicina española anterior a la Guerra Civil (1936-39). En este contexto se realizó la más importante contribución española contemporánea al conocimiento de los textos de la medicina antigua: la realizada por Donaciano Martínez Vélez al traducir directamente del griego con abundantes notas críticas, fundamentalmente de caracter filológico, seis tratados hipocráticos. Todos ellos aparecieron entre 1899 y 1900 en la Revista de Federico Rubio, junto con dos breves notas programáticas: la primera relativa a los códices de Hipócrates existentes en España (1899), y la segunda a lo que él llamó «Materiales para la historia de la medicina antigua» (1900).
Fue en este contexto en el que planeó «hacer una nueva edición de Hipócrates... y la primera edición crítica de Galeno». Pero, sea por demasiada edad o por razones que desconocemos, su ambicioso proyecto no se llevó a cabo. Su trabajo, como el de otros miembros de su generación (Simarro, Cajal, por ejemplo), fue acompañado de una fuerte denuncia de la situación de la ciencia (en su caso, de la filología clásica y de la historia de la medicina) en la España del momento y de su esfuerzo por insertar esas dos disciplinas en las corrientes más fecundas y exigentes del momento europeo, y superar con ello «el gran bochorno» de la nula atención que el gobierno español de entonces concedía a los estudios de filología clásica. Por desgracia la muerte de Federico Rubio en 1902 interrumpió las investigaciones y traducciones de Donaciano Martínez Vélez. Nada más sabemos de él ni de su proyecto de editar y traducir al castellano el corpus médico de Galeno.
El programa y las traducciones de Martínez Vélez se olvidaron rápidamente. Hasta 1947-48 no se volvió a plantear el proyecto de traducir al castellano las obras médicas de Galeno. Fue en Buenos Aires, cuando Aníbal Ruiz Moreno, director junto con Pedro Laín de la revista de Historia de la Medicina que éste fundara en Madrid (1949), entró en relación con el filólogo español Antonio Tovar durante la estancia de este último en Argentina en 1948. Ruiz Moreno concibió una colección de clásicos médicos, entre ellos Galeno. En 1947 aparecieron dos volúmenes con traducciones totales o parciales de ocho obritas de Galeno o pseudogalénicas. La traducción se hizo del texto latino (Venecia, 1586) por no disponerse entonces en Argentina de un texto griego. Fueron incluidas más tarde sin variación alguna en la antología de Científicos griegos , hecha por encargo de la editorial Aguilar. Al año siguiente, Antonio Tovar y Ruiz Moreno tradujeron juntos, a partir del texto griego de Kühn, el De differentia pulsuum y el De pulsibus ad tirones .
Cincuenta años más tarde, el presente volumen es el primero dedicado a la obra médica de Galeno en la Biblioteca Clásica Gredos, que pretende presentar al público de habla castellana una muestra representativa de la amplia producción escrita del médico de Pérgamo. Es también la primera vez que aparece en España, traducida del griego (edición de Kühn), una obra médica del gran clásico griego. Con ello, la filología española, de la mano de la editorial Gredos y bajo el impulso de Carlos García Gual, comienza a hacer realidad el ambicioso proyecto del olvidado filólogo español Donaciano Martínez Vélez.