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PRÓLOGO
ОглавлениеHay momentos en la vida que cambian tu destino.
El viernes 10 de julio de 1998 empecé mi primer curso de técnicas de memorización. Entonces tenía diecinueve años y no sabía que, gracias a aquel seminario, viviría una serie de experiencias maravillosas que he utilizado de la mejor manera posible para convertirme en el hombre que soy ahora.
Mi primer contacto con las técnicas de aprendizaje se produjo durante una feria de muestras en Padua, mi ciudad natal.
Mientras recorría los pasillos llenos de casetas promocionales, aburrido y disgustado porque me habían arrastrado hasta allí más bien por obligación, se me acercó un chico y me tendió un folleto.
Posiblemente, a ti también te habrá parado alguien por la calle con un folleto en la mano, y sé qué pensaste en los primeros instantes, porque es la misma reacción que tuve yo... ¡Hay que jorobarse! Entre tanta gente, ¿por qué ha tenido que pararme a mí? ¿Y ahora cómo me lo quito de encima?
En aquella época, yo era una persona muy poco paciente y, sin embargo, el chico logró captar mi atención.
Me explicó que habían organizado un curso de técnicas de memoria, me habló de los resultados que podía obtener y del tiempo de estudio que iba a ahorrarme. La palabra que utilizaba con mayor frecuencia era «extraordinario». La pronunció al menos diez veces.
Su explicación me impresionó, aunque mi temperamento algo «fanfarrón» me impidiese reconocerlo.
Hubo un momento que jamás podré olvidar: el chico memorizó delante de mí las veinte cifras de un número que le dicté. En ese instante, empecé a pensar en todos los exámenes que me quedaban por hacer (en un año de universidad, solo me había presentado a uno), en los cursos repetidos y en el tiempo que había desperdiciado al permanecer inactivo, mirando. Pensé que, con la técnica de estudio del chico, yo podría ser invencible. El Iron Man de la memoria. (Desde luego, no andaba falto de autoestima.)
Según Anthony Robbins, forjamos nuestro destino en el momento de las decisiones. Y, sin lugar a dudas, la decisión de asistir a la presentación gratuita que el chico me estaba proponiendo tuvo un impacto determinante en mi vida.
Volví a casa entusiasmado. Asistir al curso me permitiría adquirir los instrumentos necesarios para obtener unos resultados que, en aquel momento, eran cada vez más importantes para mí. Lamentablemente, no podía pagármelo, de modo que hablé con mis padres y ellos aceptaron adelantarme el dinero. Yo se lo devolvería trabajando durante las vacaciones.
Hice el curso y me pasé el verano siguiente embalando gomaespuma en una nave industrial, a 40 ºC, para reunir la cantidad que les debía a mis padres (1.080.00 liras de la época).
Imagina mi estado de ánimo cuando tomé asiento con mi manual del curso. Tenía que aprenderlo todo. Mientras estudiaba, creía sentir el calor de la nave que, al cabo de poco tiempo, se convertiría en «mi despacho», y tenía la impresión de que oía el ruido de la gomaespuma embalada... Debía aprovechar al cien por cien la inversión.
Quiero aclarar que el curso que hice a los diecinueve años era muy distinto al curso Your Magister actual. Me explicaron los mapas mentales en quince minutos, no existían las tutorías y la atención dejaba bastante que desear. Pero yo tenía una razón más que válida para sacarle partido a mi inversión.
Y eso fue lo que hice. Puse en práctica todo lo aprendido, busqué nuevos métodos y nuevas estrategias. Algunas las personalicé, otras las inventé después de varios intentos. Y resultó satisfactorio. Al año siguiente me presenté a todos los exámenes universitarios de primero y de segundo.
Desde entonces, mi vida dio un cambio decisivo.
Empecé a colaborar con la empresa con la que había hecho el curso. Dicha actividad me permitió acercarme al mundo del crecimiento personal. Me enseñó muchas cosas, sobre todo una: a ser el hombre que soy ahora.
Si quisiera enumerar todo lo que aprendí a lo largo del itinerario hasta convertirme en profesor de técnicas de aprendizaje y, después, en formador, tendría que escribir un libro... Y eso es exactamente lo que he hecho.
Ahora que he decidido centrarme exclusivamente en el área de «Crecimiento personal» y «Motivación», recuerdo a las personas que han asistido a mis cursos. Muchas caras, muchas sonrisas y, sobre todo, muchos resultados. Casi todas esas personas han alcanzado objetivos grandiosos. ¿Por qué digo casi? Porque solo quienes aplicaron lo que encontrarás en este libro obtuvieron resultados.
Así pues, te voy a dar un consejo, y lo hago de corazón: aplica, prueba, experimenta, personaliza.
Haz tuyas las técnicas.
Practica y arriésgate, sin prejuicios ni pensamientos del tipo ¡Nunca lo conseguiré!, o ¡No se me da bien, soy incapaz!
Este debe ser tu objetivo si estás a punto de leer el presente libro. Debes tener hambre de resultados. Debes tener ganas de exigirte cada vez más. No debes marcar la diferencia; tienes que ser la diferencia en tu vida.
En trece años de docencia, y más aún en cuatro años como padre de dos niñas maravillosas, he aprendido que quienes obtienen más resultados en la vida son quienes recuerdan haber sido niños.
Los niños que se lanzan con entusiasmo a nuevos retos no prejuzgan algo solo por ser nuevo, no conocen el significado de «estúpido», «tonto», o «vergonzoso». Los niños se divierten con todo y con nada, son capaces de confiar en los demás y tienen un impulso y una fuerza tan grandes que la palabra «imposible» les es completamente ajena.
Han escrito el presente libro dos personas que me acompañan en la historia maravillosa de mi vida desde hace muchos años: Massimo De Donno y Giacomo Navone.
Además de ser dos grandes docentes y formadores, son dos hombres y dos amigos extraordinarios.
Haberos «formado» personalmente me llena de satisfacción. Cada vez más. Ver lo que habéis construido y la pasión con que lo lleváis a cabo es uno de los principales motivos por los que estoy orgulloso de cuanto hago. Trabajar así con vosotros me hace sentir no ya que formo parte de una empresa, sino de una familia de verdad.
La coherencia de Massimo y Giacomo con las técnicas que enseñan es total. Y los resultados de las personas que asisten a sus cursos hablan muy claro.
Para concluir, quisiera felicitarte a ti, lector, por haber elegido invertir tiempo y energías en formarte y mejorar. Haz que sea una oportunidad para crecer y el comienzo de un itinerario lleno de resultados.
LUCA LORENZONI