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1 LO QUE BIEN EMPIEZA...

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• Estudio, formación, aprendizaje y reciclaje: ¿a algunos se les da mejor?

• De dónde vienen las convicciones

• Cómo derribar los obstáculos que me impiden aprender

«NO SE ME DA BIEN...»

En el ámbito del aprendizaje, lo que a veces empieza siendo una pequeña dificultad en una materia puede transformarse en un problema más serio con el paso del tiempo.

Por ejemplo, error tras error, nos convencemos de que cierta disciplina no es para nosotros: seguimos equivocándonos y no comprendemos que los errores forman parte de un proceso de aprendizaje normal. Empezamos a asociar esa materia al dolor y al miedo al fracaso y a la crítica. En la mente se activa el diabólico mecanismo según el cual, ante una tarea pendiente, debemos enfrentarnos a dos dificultades: la dificultad intrínseca a la prueba y el temor a equivocarnos, que naturalmente nos predispone al fracaso.

Ello sucede en todos los campos. ¿Cuántas veces has tenido la sensación de no comprender una actividad de formación que podía haber sido fundamental para tu carrera? ¿O de abandonar un curso de lengua porque «el inglés no me entra en la cabeza»? ¿O de ser incapaz de organizar tu discurso en una reunión con los grandes jefes, razón por la que pareces mucho más incompetente de lo que eres? ¿O, sencillamente, de no poder con la cantidad de circulares, informes y lecturas necesarios para profundizar en los temas y estar siempre al día?

Así es como nace la «incapacidad adquirida». Nos convencemos de que no sabemos hacer algo, asociamos dicha incapacidad a nuestra forma de ser, a nuestra identidad, y la percibimos como parte de nosotros mismos, algo personal y persistente que nos invade. Es el famoso «no se me da bien...». Y renunciamos.

La culpa es de las tres P, pues creemos que nuestra incapacidad es:

1. Personal, es decir, asociada a nuestra identidad. Concebimos nuestra incapacidad como algo escrito en nuestro ADN.

2. Permanente, porque tenemos la sensación de que es imposible cambiar esta situación y, por tanto, creemos que no podemos mejorar.

3. Penetrante, porque la convicción general de que no somos lo bastante buenos puede invadir todos los ámbitos de nuestra vida.

La incapacidad adquirida tiene su origen en las «creencias despotenciadoras», esto es, en los pensamientos que disminuyen el poder personal y nos convencen de que tenemos menos potencialidades de las que realmente poseemos.

Todos activamos estrategias que nos permiten evitar la decepción ante un posible fracaso, con lo cual corremos el riesgo de quedarnos bloqueados cuando cometemos el error de asociar nuestra valía personal a la calidad de los resultados obtenidos.

BASTA CON CREER EN ELLO... CON TODAS TUS FUERZAS

Las creencias despotenciadoras minan la seguridad y nos impiden expresar todas nuestras capacidades. Sin embargo, el mecanismo mental negativo que causa las peores dificultades puede convertirse en positivo y generar «creencias potenciadoras» que nos permitan aprovechar al máximo nuestras aptitudes.

Muchos de los formadores más prestigiosos en el campo del crecimiento y el desarrollo de los recursos humanos resumen este mecanismo con la siguiente fórmula, realmente básica para sus enseñanzas:


La fórmula se lee así: «Los resultados de una persona son el fruto de sus acciones, que a su vez reciben la influencia de su energía y su estado emocional, directamente vinculado al tipo de pensamientos que la persona tiene sobre sí misma con respecto a lo que está haciendo». O, de un modo más sencillo:

Si crees en algo, se convierte en realidad.

El conjunto de creencias que constituyen el modelo de aprendizaje de cada uno está formado, en primer lugar, por las informaciones y programaciones recibidas en el pasado, especialmente en los primeros años de vida.

Es fácil imaginar las fuentes principales: padres, hermanos, amigos, profesores o autoridades del ámbito religioso, medios de comunicación, cultura, etc. A todo niño le enseñan cómo pensar y actuar, y dichas enseñanzas constituyen su condicionamiento y su programación. Así, cada uno adquiere un sistema de creencias, que a su vez se traduce en respuestas automáticas válidas para toda la vida, o al menos hasta que decida intervenir, participar activamente y cambiarlas.

Experiencias del pasado que condicionan el presente

Dicen que los pensamientos generan distintas emociones, y que estas influyen en la calidad y la cantidad de acciones que emprendemos para obtener cierto tipo de resultado.

Las preguntas más interesantes podrían ser:

1. ¿De dónde vienen los pensamientos?

2. ¿Por qué distintas personas atribuyen al mismo hecho significados completamente diferentes?

Los pensamientos nacen de las experiencias, la programación y los condicionamientos recibidos en el pasado.

Así pues, para obtener resultados debemos cambiar nuestro condicionamiento o nuestra programación si estos resultan ineficaces o improductivos.

El condicionamiento de las áreas de la vida suele producirse de tres maneras:

1. Programación verbal: lo que te decían sobre cierto tema cuando eras pequeño o joven. Por ejemplo, ¿cómo hablaban de tus aptitudes para el estudio, la lectura y la cultura en general? Todas las afirmaciones que oíste permanecen en tu subconsciente y contribuyen a formar tus creencias sobre el tema en cuestión.

2. Modelado: lo que has visto hacer. Los niños lo aprenden casi todo mediante la imitación y la emulación. ¿Cuál era la actitud de tus padres o tutores ante el aprendizaje?

3. Episodios específicos: lo que has experimentado personalmente. Todos hemos vivido hechos concretos que han consolidado las creencias básicas de nuestra forma de pensar. ¿Cuáles son las experiencias más significativas en el ámbito del aprendizaje? ¿Qué relaciones mantuviste con profesores y compañeros? ¿Cuáles son las emociones vinculadas al estudio?

Puesto que las experiencias forjan las convicciones y las creencias, es importante buscar aquellos episodios del pasado que estén condicionando las elecciones y sensaciones del presente, pues lo único importante de un hecho es el significado que le atribuimos. Tomar conciencia de ello es conditio sine qua non para afrontar el cambio.

CAMBIAR DE PERSPECTIVA

¿Cómo cambiar una actitud negativa? Existen cuatro elementos clave sobre los que podemos actuar para poner en marcha el cambio. Cada uno de ellos resulta esencial para reprogramar el modo en que aprendemos.

El primero es la conciencia: no es posible cambiar algo sin antes conocer su existencia. Debemos identificar los obstáculos personales (es decir, las creencias) que nos impiden alcanzar nuestros objetivos; solo así podremos derribarlos.

El segundo es la comprensión: si logramos entender de dónde viene nuestra forma de pensar, nos daremos cuenta de que procede del exterior. Por tanto, no es una característica intrínseca y como tal insuperable.

El tercero es la disociación: cuando comprendemos que esta forma de pensar provoca increíbles desventajas y dolor en nuestra vida, la mente percibe la necesidad de distanciarse y librarse de ella, siempre y cuando deseemos obtener mejores resultados. Es más fácil hacerlo si empezamos a observar nuestra forma de pensar como lo que realmente es: un «documento de programación» almacenado en nuestra mente hace mucho tiempo, que tal vez ya no tenga ningún valor ni verdad.

El cuarto y último elemento del cambio es el recondicionamiento. Quienes asisten a cursos de formación específicos cuentan con una guía para descubrir los resultados extraordinarios que permiten obtener las técnicas de aprendizaje. Vivir la sensación de haber alcanzado metas que jamás habíamos imaginado nos permite recondicionar nuestro modelo, y así volver a adiestrar la mente para que responda con más ánimo y confianza al estudio o el reciclaje.

Las personas que obtienen resultados con mayor facilidad han demostrado tener creencias comunes. Las investigaciones ponen de manifiesto que la «programación» de éxito posee determinadas características y que reprogramar nuestro modelo de pensamiento con tales creencias predispone a obtener mejores resultados. Estas son algunas de las «creencias» que debes hacer tuyas:

Lo que se ha hecho antes se puede hacer de nuevo.

Lo que ha hecho un hombre puede hacerlo otro.

Lo que puede concebir la mente de un hombre se puede realizar.

Lo más importante de cada hecho es el significado que le atribuimos. Aprendamos a atribuirles un significado útil y positivo a nuestras experiencias y a borrar los significados negativos que proceden del pasado. Nada sucede por casualidad, en cada situación podemos aprender algo que le dé más valor a nuestra vida.

El esfuerzo por mejorar siempre merece la pena. Y un esfuerzo extraordinario conduce a resultados extraordinarios.

Potencia tu mente en 21 días

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