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Introducción

El punto de partida correcto

A lo largo de los siglos, la fe cristiana se ha fundado en la Biblia. Por supuesto, no adoramos la Biblia. Adoramos al Dios que se ha revelado en estas Sagradas Escrituras. Adoramos a Dios en la unidad trinitaria de Padre, Hijo y Espíritu Santo. Nuestra adoración está enfocada en la Persona de Dios, no en las páginas del libro impreso. Sin embargo, conocemos a Dios el Padre por medio de este libro, con la ayuda del Espíritu Santo y en compañía con el resto del pueblo de Dios, la iglesia. En especial, por medio de este libro conocemos al Señor Jesucristo. Lo que nos define como cristianos es nuestra fe en Cristo como nuestro Salvador y nuestra confesión de Jesucristo como Señor. Necesitamos recordar que esta es nuestra principal convicción e identidad, la que modela todo lo que creemos, incluyendo lo que creemos sobre la propia Biblia. Éste es el punto de partida correcto.

Por supuesto, creer en la Biblia y creer en Jesucristo son cuestiones estrechamente ligadas. En un sentido, son dependientes una de la otra. Conocemos a Jesús por el testimonio bíblico acerca de Él, y creemos y entendemos la Biblia porque Jesucristo mismo reconoció que su identidad y su misión estaban modeladas por las Escrituras, a las cuales Él consideraba como la palabra autoritativa de Dios el Padre. Nuestra convicción sobre la Biblia y nuestra convicción sobre Jesús también están estrechamente vinculadas entre sí, pero la convicción primaria es nuestra sumisión a Jesucristo como Señor y Maestro.

La doble autoría de las Escrituras

Nosotros llamamos a la Biblia “la Palabra de Dios” y, a su vez, la Biblia llama a Jesús la Palabra (Jn 1.1). Es verdad que no podemos simplemente equiparar a ambos. Uno es un libro, el otro es la persona viviente de Dios encarnada en la vida humana. A pesar de ello, hay por lo menos una comparación provechosa que podemos hacer entre la persona de Cristo y la naturaleza de la Biblia.

Sabemos y creemos que Jesús no era en parte humano y en parte divino; el credo de la iglesia afirma que Jesús era, a la vez, plenamente humano y plenamente divino. Por lo tanto, necesitamos entender cuidadosamente el significado de su plena humanidad y su plena deidad. Muchos de los problemas en la historia inicial de la iglesia fueron causados por personas que negaban o pasaban por alto uno u otro aspecto de la naturaleza de Jescristo. Algunos enfatizaban su deidad e ignoraban la importancia de que Jesús fuera un ser humano real en todo el sentido en que nosotros lo somos, excepto que sin pecado. Otros, incluso hoy en día, enfatizan la humanidad de Jescristo pero niegan que haya sido y es verdaderamente Dios. Cualquiera de estas dos posiciones se encuentra alejada de la verdad.

De manera similar al caso anterior, la Biblia no es en parte la Palabra de Dios y en parte palabras de seres humanos, sino es plenamente ambas. Podemos llamar a esto la “doble autoría” de las Escrituras. La Biblia nos llega enteramente como Palabra de Dios. Es decir, los cristianos creemos que lo que tenemos en la Santa Biblia es lo que Dios quería decirnos; Dios mismo es el autor fundamental tras el texto que leemos. Pero, la Biblia, también nos llega escrita por muchos seres humanos diferentes los cuales intervinieron […] muchas veces y de muchas maneras (Heb 1.1). Este es un libro plenamente humano. Cada palabra que leemos en ella fue pensada, pronunciada, escrita, editada, recogida, copiada, y compilada por seres humanos como nosotros, que vivieron en su propia época y lugar en la historia y la cultura. Cuando manejamos la Biblia es importante que asignemos todo el peso a cada una de esas dimensiones.

Las “cinco miradas” para comprender y usar la Biblia

Mientras lee las notas que siguen, observe la figura 1. Éste es un esquema sencillo para aproximarnos a la tarea de comprender y aplicar la Biblia; fue ideado por Andrew Reid en Melbourne, Australia, y usado aquí con permiso. Mientras leemos y estudiamos la Biblia, tenemos que mirar en cinco direcciones. Necesitamos mirar hacia arriba, hacia abajo, hacia atrás, hacia adelante y hacia aquí mismo.

1. Debido a que la Biblia es la Palabra de Dios, debemos leerla con reverencia y humildad, a veces incluso de rodillas en adoración (no a la Biblia, sino al Dios que nos habla por medio de ella). La leemos para conocerlo mejor, amarlo más y obedecerlo más cabalmente.

En el mundo hay millones de fotografías. Yo llevo conmigo una fotografía de mi esposa. ¡La amo y la miro con frecuencia, y a veces hasta beso o le hablo a la fotografía! Para mí no se compara con ninguna otra fotografía, no porque sea mágica, sino simplemente porque me “habla” acerca de mi esposa. La foto en sí misma es un poco vieja y está algo deteriorada (¡igual que mi Biblia!), pero la amo porque amo a la persona de la cual me habla.

De manera semejante, hay millones de libros en el mundo, pero para nosotros la Biblia no se compara con ningún otro libro. En ella Dios se reveló a sí mismo en la historia, y todavía nos habla en un encuentro personal. La amamos porque lo amamos a él. Por lo tanto, lo primero que debemos hacer cuando nos acercamos a estudiar la Biblia o nos preparamos para predicarla o enseñarla, es mirar hacia arriba. Mirar hacia Dios en oración y en fe, confiando en que por ser la Palabra de Dios, Él hablará por medio de ella tanto a nosotros como a aquellos a quienes se la prediquemos o enseñemos. Necesitamos creer en nuestra doctrina de las Escrituras en cuanto a lo que la Biblia dice acerca de sí misma. Necesitamos recibirla de parte de Dios como Palabra de Dios. Por lo tanto, el Paso 1 es mirar hacia arriba. Lo invito a creer y a recibir la Biblia de parte de Dios con fe y gratitud.

Hablar de la Biblia como Palabra de Dios significa aceptarla como Escritura, y en consecuencia afirmar varias cosas que los cristianos creemos sobre ella. Consideraremos los aspectos más importantes de la doctrina de las Escrituras en el capítulo 1.

2. Debido a que la Biblia contiene palabras de seres humanos, la leemos con cuidado y la estudiamos usando nuestra inteligencia y los métodos adecuados de investigación para descubrir qué quisieron decir los escritores originales. Averiguamos todo lo que podemos acerca de aquellos escritores, de su situación histórica y cultural, los idiomas en los que escribieron, y los lectores para quienes escribieron originalmente. Damos por sentado que tenían la intención de comunicar algo por medio de sus palabras, y estudiamos cuidadosamente para comprender de qué se trataba. Eran seres humanos como nosotros, con intereses, preocupaciones, pasiones y proyectos particulares. Tenían un mensaje y lo escribieron en una gran variedad de géneros y estilos literarios: prosa, poesía, narrativa, canciones, etc. En consecuencia, aplicamos a la Biblia el mismo método de acercamiento que aplicaríamos a cualquier colección de textos, esforzándonos por llegar lo más cerca posible al significado de las palabras que leemos, prestando atención a todas las dimensiones humanas del texto en su primer contexto histórico, cultural, literario y social.

Lo segundo que hacemos, en consecuencia, es mirar hacia abajo. Mire hacia el texto y estúdielo con detenimiento. Debemos averiguar todo lo que podamos sobre aquellos escritores, su situación histórica y cultural, los idiomas en los que escribieron y los lectores a quienes escribieron inicialmente. Ésta es la tarea de exégesis, que significa “explicar” o “interpretar”. Quizás parezca un trabajo arduo, pero es muy necesario. Cuanto más claramente podamos entender lo que los escritores quisieron decir mediante las palabras que escribieron, tanto más claramente entenderemos lo que Dios quiere decirnos ahora por medio de esas palabras.

El Paso 2, entonces, es mirar hacia abajo. Haga la dura tarea de estudiar la Biblia en toda su diversidad, contexto y riqueza humana. De eso nos ocuparemos en el capítulo 2.


Figura 1: Cinco miradas: un modelo para estudiar la Biblia Fuente: Gentileza de Andrew Reid, Ridley College, Melbourne.

3 y 4 Debido a que Dios nos ha dado la Biblia como un todo, debemos interpretar los textos particulares a la luz del relato completo. No debemos tomar textos al azar y tratar de que todos signifiquen lo mismo.

Debemos saber qué lugar ocupan en el flujo total de la revelación histórica de Dios en la Biblia, de modo que la tercera y cuarta tarea que debemos hacer es mirar hacia atrás y mirar hacia adelante. Desde la ubicación que nuestro texto particular ocupa en la Biblia, debemos observar qué hay antes y qué hay después, y cómo cabe el texto en la Biblia como un todo. Eso significa considerar el pasaje desde la perspectiva global de la teología bíblica. Al interpretar cada texto a la luz de la Biblia como un todo, también podremos ver la contribución que cada texto particular hace al mensaje global de las Escrituras. En el capítulo 3 exploraremos lo que esto significa.

5 Debido a que Dios todavía nos habla por medio de su Palabra, debemos aplicarla a nosotros mismos, a la iglesia y al mundo que nos rodea. Estudiamos la Biblia no solo para entenderla, sino también para usarla.

De modo que la quinta cosa que hacemos es mirar hacia aquí, y ver de qué manera podemos construir un puente desde el mundo de la Biblia hacia el mundo de hoy, ya que debemos mostrar su relevancia y autoridad aquí y ahora. Ésta es la tarea fundamental de la aplicación. Hay muchas maneras por las cuales la gente aplica mal la Biblia o abusa de ella torciéndola conforme a sus propios deseos. Debemos saber cómo evitar este error. Nuestra meta es permitir que Dios nos guíe a través de la Biblia, pero no debemos ser ingenuos e infantiles respecto a lo que esperamos. La Biblia no es una caja mágica de la cual podamos extraer de vez en cuando una promesa o un milagro. Cuando la aplicamos debemos manejarla con cuidado y con integridad. Todos los capítulos de la Parte 2 son relevantes en cuanto a la aplicación de la Biblia, y sin duda podrían agregarse muchos más. Éstos son solo ejemplos del uso de la Biblia, y tenemos la esperanza de que usted pueda ampliarlos creativamente.

¡Cinco miradas! Quizás parezca un recurso muy simple, pero puede ser útil para recordar, tan útil como los cinco dedos de la mano. Al acercarnos a cualquier texto bíblico, sea para estudiarlo, aplicarlo, enseñarlo o predicarlo: mire hacia arriba, mire hacia abajo, mire hacia atrás, mire hacia adelante, mire hacia aquí mismo. Comencemos a trabajar en cada una de estas miradas en los próximos capítulos de la Parte 1.

La versatilidad de la Biblia

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