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¿Cómo superar los impases?
ОглавлениеHemos señalado que existen condiciones posibles para un efecto de deformación como psicólogos de las organizaciones y del trabajo derivadas de la ingenuidad paradigmática o del prejuicio, que impiden el reconocimiento de la dimensión multiparadigmática de la psicología como ciencia y como profesión. Sumado a la ignorancia, se encuentra el vicio político de suponer que solo existe el régimen de verdad positivista funcional cuantitativo como forma unilateral de producir conocimiento e intervenir la realidad. A esto se le suma el desdén por las formas diferentes de hacer ciencia y concebir el sentido y el propósito de la intervención en la gestión de los recursos humanos o en la investigación sobre el comportamiento humano en el trabajo y las organizaciones. Todo lo anterior se constituye en obstáculos no solo para el debate, sino para la adecuada formación de los psicólogos del trabajo, las organizaciones y la gestión de los recursos humanos. Ante estos impases nos proponemos sugerir algunas alternativas que pueden pautar la formación de los psicólogos del campo de la POT:
Desarrollar una mejor y más profunda formación en epistemología y metodología de la investigación: Se deben hacer esfuerzos ingentes para que los psicólogos del trabajo y las organizaciones en formación tengan no solo una adecuada y eficaz formación técnica, sino también, correlativamente, una adecuada formación en fundamentación epistemológica, metodológica y teórica para superar el eficientismo técnico que no se soporta en ninguna fundamentación conceptual coherente y sólidamente constituida. Está demostrado que los psicólogos que en el campo profesional logran desarrollar una perspectiva investigativa, además de alcanzar una mejor comprensión de su campo de intervención, logran aumentar su nivel de eficacia, pues no solo saben qué hacer y cómo, sino que también saben por qué tienen que hacerlo o no. Se debe superar el hiato entre ciencia y profesión, y reconocer que es mejor conocer para transformar y transformar para conocer.
Desarrollar una formación inter y transdisciplinar: Un psicólogo en formación debe tener la posibilidad de comprender que ni la organización ni el trabajo son objetos de estudio única y exclusivamente de la psicología, sino que, por definición, son objetos trasndisciplinares. Así, viene bien que un psicólogo pueda tener la oportunidad de formarse en disciplinas que van más allá de la psicología, tales como la economía, la sociología, la administración, la biología, el psicoanálisis, la medicina, el derecho, entre otras, de forma que se pueda representar mejor su objeto de investigación e intervención. Esto no solo le permite tener una visión más amplia, de conjunto, respecto de lo que la organización y el trabajo implican como objeto de estudio, sino que esta comprensión pluridisciplinaria del objeto le puede facilitar un trabajo en equipo con otros profesionales y le puede ayudar a valorar el aporte de otras disciplinas a la comprensión de los fenómenos del trabajo y las organizaciones y a su intervención. A su vez, esta pluralidad lo sensibilizará ante las posibilidades de otros repertorios discursivos que parten de otros presupuestos, no solo teóricos sino también paradigmáticos, que le pueden mostrar que no existe un único régimen de validación en el campo de la ciencia y que, por el contrario, coexisten múltiples modos de conocer e intervenir la realidad organizacional y laboral.
Adicionalmente, una mejor formación interdisciplinaria le permitiría al psicólogo discernir cuál es la particularidad del aporte de la psicología al amplio campo de los estudios laborales y organizacionales, a la vez que le permitiría comprender desde una perspectiva más amplia las múltiples variables intervinientes en la configuración de las actuales realidades del trabajo y las organizaciones, de forma que supere los propios prejuicios psicologistas, individualistas y psicopatologizantes, y pueda apreciar los fenómenos contemporáneos en el campo del trabajo y las organizaciones en una clave interdisciplinaria de mayor cobertura y amplitud en el espectro de la realidad laboral que hoy se caracteriza por su heterogeneidad, complejidad y diversidad. Una formación interdisciplinaria ayuda a superar los prejuicios psicologistas y a sensibilizarnos para concebir las múltiples posibilidades paradigmáticas existentes como formas de conocimiento e intervención igualmente legítimas.
Avanzar de la formación básica bien fundamentada a la formación especializada de posgrado: Es importante reconocer que la formación del psicólogo debe implicar una amplia y bien fundamentada formación básica en los temas relacionados con las organizaciones y el trabajo, al igual que con la metodología de la investigación y la intervención técnico-profesional. En el caso de los psicólogos del trabajo y las organizaciones, la mayoría ya goza de estas cualidades, pero es importante también avanzar, conforme lo hace la tendencia global, en la cualificación de la fuerza laboral, hacia niveles más especializados y profundos de formación en el campo de la POT, para que nos ponga en contacto con la actualidad del discurso psicológico y de los otros discursos disciplinares y profesionales asociados a la gestión de los recursos humanos de las organizaciones y del trabajo, de forma que permita una comprensión más amplia y compleja del objeto de estudio e intervención (Peiró, 2009). De hecho, son las formaciones de posgrado, especialmente las de maestría y doctorado, las que proveen más y mejores elementos en la formación epistemológica y metodológica que puede permitir, aunque no necesariamente la garantice, una amplitud de visión en relación con la constitución del campo científico y su naturaleza pluriparadigmática.
Avanzar en una formación técnica y clínica: Es relevante que, dada la naturaleza actual del trabajo, la dimensión subjetiva ocupe un lugar estratégico en el desempeño laboral (Malvezzi et al., 2000; 2012). Para estar concentrados en una economía en la que se prestan servicios persona a persona y en la que la subjetividad y el control emocional juegan un papel preponderante es importante que los psicólogos no solo tengan una adecuada formación para la intervención técnica, sino que tengan a la vez una adecuada formación para la sensibilidad clínica, que permita reconocer la intervención de la subjetividad en el desempeño humano en el trabajo. Un prejuicio generalizado en la formación de los psicólogos, sobre el que hoy por fortuna es posible interrogarse y que se puede superar, es que no existen vasos comunicantes entre la psicología clínica y la psicología organizacional. Hemos de decir aquí que tal presunción es falsa y que por diferentes vías se ha avanzado hacia la comprensión de la importancia de mantener la salud psíquica en el contexto del trabajo, máxime cuando la mayoría de los trabajos son en atención de personas por parte de personas; así, del lado funcionalista se cuenta con los desarrollos de una psicología clínica laboral (Gálvez y Garrosa, 2013), y del lado psicodinámico se cuenta con aproximaciones desde la perspectiva de una clínica del trabajo en la que es posible identificar las dimensiones sociolaborales que pueden producir sufrimiento psíquico (Dejours, 2009; Monteiro, Oliveira y Méndez, 2015; Orejuela y Melo, 2014; Orejuela, 2018).
En conclusión, la POT es por definición una subdisciplina paradigmática. El problema fundamental estriba en que ni los investigadores ni los profesionales son suficientemente conscientes del paradigma en que participan. Esto hace que asuman que se debe pretender que sus criterios de verdad son universales (régimen de verdad único), y que caigan en una defensa acérrima de su perspectiva, incurriendo en cierto dogmatismo espontáneo y de rivalidad, cierto fundamentalismo, que confirma en cada momento que la ciencia no es un campo unificado ni neutro, sino que es por naturaleza un campo político de lucha. La ingenuidad y la rivalidad paradigmáticas obstaculizan el debate epistemológico, metodológico y profesional, pues hacen creer que existe una sola forma de hacer ciencia verdadera y solo una forma de intervención eficaz, obviando que de lo que se trata es de diferentes regímenes de verdad y de acción. Este sesgo de origen ideológico es con frecuencia trasmitido a los psicólogos en formación, haciéndoles creer que el paradigma desde el cual orienta un docente o un investigador es el que concentra toda la validez, la verdad, la pertinencia y la utilidad, al tiempo que intenta eliminar y desprestigiar otras perspectivas, ajenas a la propia. Este sesgo paradigmático tiene efectos de deformación sobre los psicólogos del trabajo y las organizaciones, que terminan repitiendo ciertos prejuicios sin saber exactamente qué significan ni si son válidas o no ciertas presunciones. Esto trae como efecto la reducción de sus posibilidades de investigación o intervención, lo que implica el empobrecimiento del campo.