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Introducción

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A pesar del halo sombrío que se ha posado en los últimos años en el escenario de luchas y resistencias en América Latina, ello no ha obturado que, por optimismo de la voluntad –al decir de Gramsci–, la mirada crítica reconozca un incesante «tiempo de rebelión», es decir, un contexto regional de sostenida y variada conflictividad política muy bien documentada, revisada y ponderada sobre la emergencia y constitución de sujetos con agencia de transformación del orden de explotación, producción y distribución de bienes, cuerpos, lugares, identidades. Así, inaugurado por el levantamiento zapatista de 1994, un variopinto campo de batalla se abrió de norte a sur para constatar un abanico de sujetos que se involucran en luchas sociopolíticas, con sus también diversos espacios de configuración de demandas, de prácticas contestatarias, de materias y modalidades de sus expresiones conflictuales; así como también de sus sentidos políticos y alcances programáticos. La realidad de las luchas contemporáneas se constituye y visibiliza, entonces, como un campo complejísimo atravesado por conflictos que multiplican los sujetos y objetos en disputa en torno a problemas como el poder, la vida, el trabajo, la identidad sexual y de género, la apropiación de bienes naturales, el ambiente o la tierra, entre otros.

A principios del siglo XX, y con fuertes referencias europeas, tal variedad inspiró en nuestros círculos académicos e intelectuales la creación y reproducción de un discurso teórico –y de un dispositivo analítico edificado sobre él– ciertamente simplificador y reduccionista que, para pensar la constitución de sujetos con capacidad para trastocar el orden sociopolítico, proponía dividir las aguas entre los «viejos» protagonistas y los «nuevos»3. Entre los primeros encontraríamos al movimiento obrero, los sindicatos y partidos de izquierda, cuya «posición anticapitalista» no pocas veces fue asumida a priori. Entre los segundos explota un arco iris de sujetos y reivindicaciones subalternas que va desde los movimientos que agrupan a los históricos y siempre renovados reclamos de comunidades indígenas u originarias; o a las organizaciones ambientales en defensa de territorios y bienes naturales; los movimientos feministas, antipatriarcales o de autoafirmación de identidades sexuales y de género; las organizaciones que se constituyen alrededor del reclamo y defensa de derechos humanos; los colectivos de jóvenes u organizaciones de migrantes, entre otros.

Sobre estas últimas experiencias –y apoyándonos en nuestra trayectoria previa de estudios alrededor de resistencias y luchas en Argentina4– es dispareja la discusión respecto de la condición anticapitalista de sus proyectos de reorganización de la vida en común; o si, por el contrario, se trata de experiencias de lucha que expresan articulaciones contingentes de fuerzas políticas dirigidas, en lo inmediato, a detener el avance del capital expropiador y depredador. Más aún, la marcada hibridación de lenguajes que articulan y expresan estos sujetos habilita cierta confusión que, rápida y superficialmente, nos conduciría a constatar la presencia cada vez menor de agentes o colectivos que invocan la clase para construir sus demandas, sus proyectos e identidades políticas5. Es que, ciertamente, una parte importante de los procesos de movilización política de los últimos 20 años en nuestra región comenzaron, se expandieron y consolidaron desde necesidades, percepciones y formas de subjetividad política muy alejadas de las consagradas reivindicaciones «por el salario» o, incluso, por «la revolución»6.

En parte, ello ha contribuido a reproducir un alejamiento de la teoría marxista como referente teórico para dar cuenta de estos vigentes y variados procesos de movilización política. En este plano, no es menor la perplejidad a la que nos enfrentamos cuando observamos el hiato entre, por un lado, una férrea convicción teórico-política de inscribir las actuales formas de resistencias como grietas o puntos de fuga desde formas de dominación capitalista; y, por otro lado, cierta reticencia a utilizar una analítica clasista para explicar su surgimiento y dinámica.

En este plano, este artículo parte de considerar una tendencia al uso selectivo y excluyente de la analítica marxista sobre la clase, ante la histórica y constatada heterogeneidad de los sectores subalternos. Esto es: resulta pertinente e incluso «obvio» que, para algunos procesos de lucha y resistencia, sea pertinente el uso del andamiaje teórico que el marxismo ha desarrollado para explicar la emergencia y constitución de sujetos políticos, mientras, para otros procesos de resistencia, no lo es o –cuando no es acusado de «herejía»– lo es en menor escala o se utiliza a un nivel descriptivo. La tesis que aquí sostenemos es que la encrucijada en la que nos coloca esta situación tiene que ver con el desplazamiento o la suspensión de la noción de conflicto de clases como categoría explicativa de la dinámica de la producción/reproducción/transformación del orden social y de los sujetos en él. Creemos que, a partir de aquí, podemos alumbrar algunas dimensiones sobre la preocupación alrededor de la «intersección» de las experiencias de lucha actuales.

En este marco, este artículo se dispone a explorar, en un primer apartado, un vacío: el que se ha creado a partir de las implicancias del rechazo –implícito o no– de la teoría marxista y su enfoque sobre la clase para explicar la constitución de sujetos políticos que no son reconocidos, prima facie, como sujetos «típicamente clasistas». Aquí nos apoyamos, a modo de ejemplo, en algunos resultados de investigaciones previas sobre la emergencia de experiencias de resistencias ambientales y en defensa del territorio en Argentina. En un segundo apartado proponemos un salto: recuperar ciertas claves del enfoque marxista sobre la clase como forma de pensar la constitución de múltiples sujetos políticos y experiencias de resistencia. No se trata, en nuestra intención, solamente de desempolvar y reivindicar un concepto –el de clase, y, en consecuencia, el de conflicto de clase– sino de encontrar, reinterpretar y exponer unas claves que puedan ser potentes para enfrentar un preocupante modo de gestión teórica –y política– con enormes efectos fragmentarios para leer el evidente y documentado hecho de la pluralidad de formas con que las resistencias contemporáneas al orden neoliberal emergen en nuestra región.

Actuel Marx N° 26: Sexo-Género/Raza/Clase. Latinoamérica desde una óptica interseccional

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