Читать книгу Sindone: La Misteriosa Sábana Santa De Turín - Guido Pagliarino - Страница 25
ОглавлениеSegún tradiciones dispares, griegas, árabes y sirias, hacia la mitad del siglo X, el emperador de Oriente Romano I Lecapeno deseaba que el mandylion se llevara a Constantinopla. El Rostro de Cristo de Edesa era considerado por todos achiropita, es decir, «no hecho por manos humanas» y era venerado sobre todo por esto.21 La Anatolia estaba desde hace tiempo sometida a los turcos, que, al ser islamistas y dado que para ellos Jesús era, y es, el segundo profeta más importante después de Mahoma, veneraban el mandylion considerándolo protector de la ciudad.22 Queriendo obtener la misma tutela, el emperador Romano I inició la guerra contra los turcos enviando contra ellos un potente ejército a las órdenes del general Juan Curcuas, quien, en la primavera del año 943, conquistó Edesa. El general bizantino pidió al emir de la ciudad derrotada la entrega del mandylion, entretanto escondido por los asediados y, para conseguirlo, prometió misericordia para los habitantes, liberó a 200 prisioneros y prometió pagar más de doce monedas en metal precioso (según algunas fuentes, monedas de plata, según otras, incluso de oro). A pesar de las protestas del pueblo, el emir aceptó y entregó la reliquia al general Curcuas. El mandylion llegó a Constantinopla el 15 de agosto de 944, fiesta del Tránsito de María (luego de la Asunción). El mandylion (¿o la Sábana Santa doblada?), después de la entrega oficial al emperador se dejó en la capilla Nuestra Señora del Faro, junto al Bucoleón, el palacio de Romano I.
Una miniatura del Códice Skilitzis, manuscrito bizantino realizado entre los siglos Xi y XIII, actualmente guardado en la Biblioteca Nacional de Madrid, representa la entrega del mandylion al emperador Romano I Lecapeno, flanqueado por el patriarca de Constantinopla, Teofilacto, y otros dignatarios. Como se ve en la imagen, en el centro destaca la imagen de Cristo, que, casi tridimensionalmente, se levanta de la tela: