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PRÓLOGO DEL AUTOR

Si bien es verdad que la Tela por antonomasia ha llevado a muchas personas a la conversión o la reconversión al cristianismo, por lo que tiene mucha razón quien ha hablado del «apostolado a través de la Sábana Santa»,1 este ensayo no tiene el objetivo de inducir a creer que este Sábana haya envuelto realmente el cuerpo de Cristo hace un par de milenios o, como se dice habitualmente, que sea auténtica. Por otro lado, autenticidad puede significar también otra cosa, pues una cosa es sostener que la conservada en Turín sea la Sábana Santa de Cristo y otra es sencillamente defender su ancianidad bimilenaria. Y si bien no me posiciono acerca del hecho de que haya envuelto a Jesús, sostengo que prevalecen las razones para pensar que la Sábana Santa es muy antigua, habiendo actualmente muchos datos a favor y solo dos en contra, de los cuales solamente uno parece considerable objetivamente, y cada vez menos, que es la prueba de radiodatación de muestras de la Sindone, que, como veremos, fijó la antigüedad de la Sábana en la época bajomedieval, prueba que sin embargo cada vez está más contestada científicamente, y no solo por estudiosos cristianos. El otro motivo de aversión a la Sábana Santa, por otro lado bastante fuerte, es un prejuicio, tanto de laicos anticlericales como de muchos, tal vez de la mayoría, de los cristianos reformados, una prevención que lleva a los primeros a ignorar los argumentos, cuando no a burlarse de ellos, e impulsa a los fieles protestantes a condenar la veneración de la Sabana Santa, la cual, para ellos, por sus prejuicios, es un mero «icono» creado por la mano de un hombre: asumen la condena veterotestamentaria de las «falsas imágenes», que nació históricamente contra la idolatría,2 aunque los católicos sostienen que la prohibición estuvo vigente solo antes de que Dios se encarnase en Jesús mostrándose al mundo como «imagen», es decir, como figura carnal humana, sin ninguna posibilidad de confundirse con los ídolos. También hay, por cierto, católicos negadores de su autenticidad, entendida en el sentido de que la Sábana Santa sea realmente la que envolvió el cuerpo de Jesús3 y se encuentran protestantes que sí suponen su autenticidad, al menos en el segundo sentido del término, cuando no además en el primero. En todo caso, hay que dejar bien claro que la fe cristiana no se basa en la Sábana Santa de Turín, sino, históricamente, en el testimonio oral apostólico de la resurrección de Cristo recogida en el siglo I en los libros del Nuevo Testamento4 y que llega a nosotros porque lo conserva la Iglesia a lo largo de los siglos, con el control sistemático de la correspondencia de las nuevas copias con las precedentes,5 a partir de las más antiguas. Por otro lado, confieso que en el pasado más lejano no había tenido mucho interés por la Sábana Santa. Solo a partir de 1998 empecé primero a sentir curiosidad y luego interés por ella, gracias a mi relación con el difunto doctor Giovanni Latino, a quien me presentó un amigo común: el entusiasmo de Latino me impulsó cordialmente a frecuentar las conferencias de expertos en la materia y los encuentros semanales de profundización y debate que, en el bienio previo a la Ostensión del Año Santo 2000, se fueron sucediendo en la sala de reuniones de la iglesia turinesa de San Lorenzo, a cuyos «Amigos», organizados por el propio Latino, me uniría, convirtiéndome además en voluntario para la explicación de la Tela durante la Ostensión de ese año.6 Y sin embargo mis creencias nunca han dejado de basarse en el testimonio del Nuevo testamento, no en la Sábana Santa, y es con ese mismo espíritu con el que publico ahora esta nueva edición de mi ensayo divulgativo sobre ella, realizado considerando nuevos datos y corrigiendo un par de inexactitudes del libro escrito hace años y del texto correspondiente que difundí por la web en el 2000 como modesto corolario de la Ostensión de ese Año Santo. He organizado el ensayo de forma que vuelvo varias veces sobre ciertos argumentos, desde perspectivas diversas, de forma que el lector no pueda considerar tales reiteraciones como pleonásticas y mucho menos involuntarias: la obra comprende una parte de presentación general (en algunos puntos, por considerarlo útil, empezando a profundizar, como en el caso de las conclusiones médicas del anatomopatólogo Pierluigi Baima Bollone) y una sección, dividida en capítulos, con un tratamiento específico de argumentos particulares ya tocados en la primera parte, como por ejemplo las fotografías sindónicas, y una cronología.

Sindone: La Misteriosa Sábana Santa De Turín

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