Читать книгу Anatomía & 100 estiramientos Esenciales (Color) - Guillermo Seijas Albir - Страница 10
ОглавлениеConcepto de estiramiento y métodos
El cuerpo reacciona a todo estrés o estímulo que le apliquemos. De esta forma, un individuo que levante pesos regularmente y con unas pautas adecuadas verá sus músculos fortalecidos; alguien que corra con asiduidad verá como su resistencia mejora progresivamente, y quien bucee a pulmón de forma habitual apreciará que cada vez puede pasar más tiempo bajo el agua sin tomar aire.
Del mismo modo, quien estire sus músculos de forma regular obtendrá como respuesta de su organismo una mayor flexibilidad. Esto se produce porque el cuerpo percibe los estímulos que se le aplican, y cuando éstos son lo suficientemente intensos como para suponerle un estrés, se refuerza para afrontar el siguiente estímulo con mayores garantías y menor alteración de su equilibrio. De forma parecida, cuando pasamos la gripe nuestro cuerpo refuerza sus defensas y difícilmente la pasaremos dos veces en un mismo invierno. ¿Pero por qué contraemos la gripe de nuevo en el siguiente invierno? Varios factores pueden explicarlo, pero uno de ellos es que el cuerpo tiende a economizar recursos, y si durante los meses de primavera, verano y otoño la gripe no vuelve a atacar, no parece necesario mantener los niveles de defensa elevados. Así pues, ¿para qué mantener unos grandes músculos, con los recursos energéticos que consumen, si no tenemos que levantar pesos?
Lo mismo sucede con el deporte en general y con la flexibilidad en particular. Mientras realicemos estiramientos y el cuerpo tenga que responder de forma habitual a esa tensión muscular, mantendremos una flexibilidad óptima, pero si nos damos unos meses de descanso, cuando volvamos a la práctica veremos como nuestra flexibilidad ha menguado de forma notoria.
Estirar más allá de nuestros límites es exponernos a una lesión segura.
Así como el cuerpo necesita un estímulo regular y suficiente para mejorar y reforzarse, un estímulo excesivo puede superar su capacidad de recuperación y derivar en fatiga o lesiones. Hemos dicho que el músculo tiene propiedades elásticas, es decir, que podemos deformarlo estirándolo o contrayéndolo y luego recuperará su forma original. ¿Pero qué pasa si estiramos de forma excesiva? Es muy simple: si superamos la capacidad elástica del músculo y seguimos estirándolo, la deformación pasará a ser plástica, o sea, el músculo continuará deformándose pero ya no será capaz de recuperar su forma original y sufriremos una elongación, una rotura de fibras u otra lesión similar. Por eso estirar hasta llegar al punto de dolor resulta tan peligroso. Esto es aplicable a cualquier ámbito deportivo: cuando algunos deportistas de resistencia o ultrarresistencia rebasan su capacidad de recuperarse o de afrontar un estímulo excesivo, pueden sufrir enfermedades cardíacas e incluso infartos y, en último término, la muerte.
Por todo ello, es bueno que seamos conscientes de que nuestro cuerpo no puede aguantarlo todo y que es importante conocerse a uno mismo y las sensaciones que se tienen durante el ejercicio. Aunque parezca una contradicción, en cualquier actividad física lo más importante es usar la cabeza.
El estiramiento correctamente realizado nos ayudará a mejorar en muchos aspectos y nos aportará beneficios en distintas situaciones:
Aumento de la movilidad articular. Los músculos pueden acortarse por distintos motivos. Quienes han sufrido una fractura y han tenido que mantener inmovilizada una extremidad saben que, cuando el yeso se retira, las articulaciones no pueden moverse normalmente, ya que han perdido gran parte de su recorrido, y es necesario acudir a sesiones de rehabilitación durante unas semanas hasta recuperar la movilidad normal. Esto puede suceder por la inactividad, pero también por una fuerte actividad descompensada. Si trabajamos un grupo muscular de forma repetida, reforzándolo, pero sin realizar movimientos amplios, puede que este músculo termine acortándose, con el agravante de que será un músculo muy potente debido a su reforzamiento, y estirarlo puede resultar más laborioso. Por ello es necesario practicar estiramientos regularmente para mantener unas articulaciones sanas y funcionales.
Renovación de la sangre. Después de realizar un esfuerzo intenso, los músculos tienden a estar congestionados, hinchados, tonificados. Esto se debe a la acumulación de sangre en el músculo durante el ejercicio. Para cubrir el mayor requerimiento de energía y oxígeno de la zona que trabaja aumenta el flujo de sangre a los músculos implicados en el esfuerzo, pues es la sangre la que aporta el glucógeno y el oxígeno a los tejidos.
Un cuerpo con unos pectorales muy potentes pero una musculatura de la espalda débil, tenderá a adoptar posturas inadecuadas.
El problema aparece cuando la velocidad de evacuación de la sangre es menor que la velocidad a la que se aporta, con la consiguiente acumulación en los músculos. La mayor aportación de sangre aumenta la presión sanguínea en los músculos, y esta misma presión actúa sobre los vasos sanguíneos, reduciendo el caudal de sangre que pueden evacuar. Lo veremos más claro con un ejemplo: si intentamos sorber un refresco de una pajita y al mismo tiempo presionamos con dos dedos sobre ella, el resultado será que el refresco no llegará a la boca, o llegará mucho menos. Así pues, en el espacio de tiempo inmediatamente posterior al ejercicio, resultará más difícil que llegue el oxígeno y los nutrientes suficientes a los músculos, y al mismo tiempo costará evacuar los productos de desecho que se han generado durante el ejercicio. Realizar estiramientos después del esfuerzo ayudará a drenar esa sangre acumulada y permitirá que llegue a los tejidos sangre nueva, con lo que la recuperación será mejor y más rápida. En casos en los que la práctica deportiva está dividida en varios tiempos, con descansos intercalados, estirar durante las pausas también puede mejorar el rendimiento cuando se reinicia la actividad.
Relajación de las zonas sobrecargadas. A menudo sentimos sobrecargas en la espalda, el cuello y los hombros debidas a la actividad laboral, a prolongados trayectos en coche, al transporte de elementos pesados, a malas posturas, etc., lo que se traduce en dolores y malestar. Suelen aparecer por someter a tensión continua y prolongada una determinada zona del cuerpo, que además no ha sido entrenada convenientemente para soportarla. En este caso el estiramiento también aliviará las zonas sobrecargadas, tensas y con un tono excesivo. Si no es posible evitar el sobreesfuerzo, es conveniente realizar un trabajo de refuerzo adicional de los músculos afectados.
Las posturas inadecuadas sobrecargan la musculatura y las articulaciones.
Equilibrio entre grupos musculares antagónicos. La mayoría de los problemas posturales están directamente relacionados con un desequilibrio muscular. Si un individuo tiene los pectorales desarrollados pero los músculos de la espalda no lo están en consonancia, tenderá a encorvarse hacia delante y a hundir el pecho. Lo mismo puede suceder con la zona lumbar, por el reforzamiento y acortamiento del psoas mayor y el ilíaco que se acompaña de debilidad de la pared abdominal. En estos casos, la mejor opción es estirar el músculo que se ha acortado o desarrollado por encima de su antagonista, y fortalecer este último para recuperar el equilibrio postural.
Preparación para la práctica deportiva. Es conveniente incluir estiramientos en cualquier buena sesión de calentamiento, en especial si se realiza de forma previa a la práctica competitiva o a un entrenamiento exigente. Del mismo modo que ejercitar el músculo ayuda a que este se caliente y aumente su viscosidad y su nivel de irrigación, con lo que aumentará el rendimiento deportivo y se minimizará el riesgo de lesiones, también el estiramiento tendrá sus efectos beneficiosos. El estiramiento como parte del calentamiento y ubicado generalmente al final de éste, favorecerá la renovación de la sangre, pero sobre todo un ligero aumento del recorrido articular por la mayor capacidad de estiramiento del músculo, lo que permitirá que ante un gesto forzado, una mala caída, un cambio de sentido repentino, un apoyo inadecuado o un esfuerzo máximo, el músculo disponga de ese margen de recorrido antes de llegar a la lesión. Si nos torcemos el tobillo y nuestros músculos peroneos sólo pueden estirarse 4 cm, si la torcedura sobrepasa los 4 cm sufriremos un esguince. Por el contrario, si con los ejercicios de estiramiento hemos logrado que nuestros peroneos se estiren 6 cm, habremos obtenido 2 cm más de margen. Puede parecer poco, y evidentemente estirar nunca será una garantía de que no habrá lesiones, pero esos 2 cm son mucho recorrido en una torcedura y pueden ser la diferencia entre un ligero dolor de tobillo durante escasos minutos y una lesión grave que nos mantenga inactivos durante semanas o meses.
Una vez conocidos los fines y beneficios que nos aporta el entrenamiento de la flexibilidad, conviene explicar también que no hay una sola manera de realizar los estiramientos. De hecho, existen varios métodos principales, y cada uno de ellos puede presentar pequeñas variaciones.
Los estiramientos contribuyen a evitar lesiones en los deportes exigentes y esfuerzos bruscos.
Estiramientos estáticos
Para realizar estiramientos estáticos nos moveremos con lentitud hasta alcanzar una posición en la que el músculo está estirado, y la mantendremos durante un tiempo determinado. Normalmente se recomienda mantener la posición de estiramiento entre 15 y 60 segundos, y realizar varias repeticiones de cada ejercicio. Evidentemente, el tiempo y el número de repeticiones vienen definidos por diversos factores, como son los objetivos marcados, el nivel del practicante, el grosor y la fortaleza del músculo y sus inserciones o las articulaciones implicadas. Este tipo de estiramientos es el más habitual y en ellos se centra el grueso de esta obra por diversos motivos. El primero es que los estiramientos estáticos se realizan a ritmo lento y controlado, lo que nos permite trabajar en condiciones extremadamente seguras. Cuanto más lento sea un movimiento, más difícil será que perdamos el control del mismo, y nuestra capacidad de reaccionar a tiempo ante un dolor o una molestia será muy elevada, lo que, junto con la simplicidad de los ejercicios y técnicas empleadas, hace que estos estiramientos sean, además, beneficiosos tanto para deportistas avanzados como para personas que están empezando. Por otra parte, la eficacia de este tipo de estiramientos está más que contrastada, y la lentitud de los movimientos y las posiciones estáticas contribuyen a limitar el efecto del reflejo miotático. Este reflejo es un mecanismo de defensa que provoca la contracción del músculo cuando experimenta un estiramiento brusco. En situaciones de actividad normal, dicho reflejo protege al músculo de una lesión por estiramiento excesivo, pero durante el trabajo de flexibilidad puede limitar el rendimiento obtenido del entrenamiento o incluso provocar el efecto contrario. En definitiva, el estiramiento estático muestra muchos elementos a favor y muy pocos en contra, y resulta muy recomendable para todo tipo de practicantes, independientemente de cuál sea su nivel. Además de los estiramientos estáticos básicos, existen otras modalidades:
El estiramiento estático tiene una ejecución sencilla y no requiere material específico.
Estiramientos activos. El estiramiento de un músculo se produce como consecuencia de la acción de su antagonista. Por ejemplo, cuando nos desperezamos y echamos los brazos hacia atrás, se produce un estiramiento de los músculos del pecho como consecuencia de la contracción de los músculos de la espalda. Este método resulta interesante porque al tiempo que se estira un músculo está trabajando con contracción su antagonista. Además es una forma de estirar bastante segura, porque el movimiento se produce con lentitud y difícilmente se llegará a estiramientos tan agresivos como para que se generen lesiones en un músculo sólo con la contracción progresiva de su antagonista. Por contra, en este caso puede aparecer el reflejo miotático, y algunos grupos musculares no son capaces de estirar lo suficiente a sus antagonistas como para lograr en ellos resultados óptimos, además de que otros factores mecánicos pueden limitar el estiramiento y restar eficacia al ejercicio. Pensemos por ejemplo en los músculos isquiotibiales y su antagonista, el cuádriceps femoral: el segundo es tremendamente más robusto y potente que el primero, por lo que será difícil lograr un estiramiento efectivo del cuádriceps femoral solo con la contracción de los músculos isquiotibiales.
La asistencia de un compañero en la realización de los estiramientos pasivos contribuye a una mejoría mayor y más rápida.
Estiramientos pasivos. El sujeto que estira no realiza ninguna acción o esfuerzo, sino que se ayuda de alguien o algo que le lleve hasta la posición de estiramiento. Estos ejercicios son habituales en los entrenamientos en grupos, en parejas o con un entrenador. Resultan muy efectivos, dado que a menudo la asistencia de un compañero o aparato de estiramiento permite llegar un poco más allá de donde se llegaría trabajando solo. Normalmente se pueden alcanzar amplitudes ligeramente superiores a las conseguidas con los estiramientos activos y, por lo tanto, una progresión mayor y más rápida. Aun así, este método también tiene inconvenientes, como la posibilidad de que se active el reflejo miotático o el mayor riesgo de lesiones en comparación con el estiramiento estático y el activo. Este mayor riesgo se debe a que ya no es el individuo el que está a cargo del estiramiento, por lo que se pierde el control sobre él y sus consecuencias. Si un aparato o un compañero nos estira, por muy cuidadoso que ese compañero sea (y debe serlo), nunca tendrá la sensibilidad ni la capacidad de reacción sobre nuestro cuerpo que tenemos nosotros mismos. Siempre existe el riesgo de que tire un poco más de lo debido o frene la tensión un poco más tarde de lo necesario. Para minimizar estos riesgos, el movimiento debe realizarse de forma muy lenta, y debe existir una comunicación constante entre el practicante y el asistente.
Facilitación neuromuscular propioceptiva. Esta técnica, que se efectúa habitualmente de forma asistida, consiste en realizar una contracción isométrica del músculo cuando se encuentra en posición de máximo estiramiento. La persona que asiste lleva el grupo muscular hasta la posición de estiramiento. Llegados a este punto, debe contraerse el músculo estirado de forma isométrica, es decir, sin que se produzca movimiento ni acortamiento, durante unos segundos. Después, se relajará el músculo y se acentuará ligeramente su posición de estiramiento. Este método, utilizado originalmente en rehabilitación, ha demostrado ser muy efectivo, pero sin duda entraña un mayor riesgo que los métodos explicados con anterioridad, y es recomendable que se realice con la ayuda de personal cualificado.
Estiramientos dinámicos
Los estiramientos dinámicos se efectúan a través de movimientos con rebotes o balanceos controlados. Por ejemplo, cuando se realizan flexiones laterales del tronco a lado y lado, se está trabajando con un estiramiento dinámico. Pese a que en este tipo de estiramientos se busca llegar al final del recorrido y realizar un pequeño rebote, la velocidad del movimiento no debe ser muy elevada y el rebote debe ser controlado. Si se respetan estas directrices básicas se reducirá notablemente la posibilidad de sufrir lesiones y se podrá trabajar de forma segura, aunque no al nivel de los estiramientos estáticos. Algunos estudios sostienen que los estiramientos dinámicos contribuyen en mayor medida al rendimiento deportivo, precisamente porque el factor movimiento está presente en toda actividad física. A pesar de esto, si nuestro objetivo es llegar a un nivel de flexibilidad elevado y aumentar en gran medida nuestro rango de movimiento, los estiramientos estáticos y la facilitación neuromuscular propioceptiva contribuirán a una mejoría mayor y más rápida. En los estiramientos dinámicos existe también una variante:
El estiramiento dinámico resulta muy adecuado para realizar durante el calentamiento y antes de la práctica deportiva.
Estiramientos balísticos. Como con los estiramientos dinámicos, se pretende mejorar la flexibilidad a través del movimiento, pero en este caso el movimiento se realiza a una velocidad mayor y se busca el rebote al final del recorrido. Por lo general, se da impulso a una extremidad para que se mueva a gran velocidad hasta su tope, momento en que se produce un rebote. Aunque aún resulta habitual ver este tipo de estiramientos en sesiones de entrenamiento de deportistas de todo tipo, la realidad es que poco a poco y con la profesionalización de preparadores físicos y entrenadores cada vez se usa menos. Este abandono se debe a varios factores, el más importante de los cuales es el alto riesgo de lesión que conllevan. Los estiramientos a gran velocidad implican una reducción del control que se tiene sobre los movimientos y de la capacidad de detenerlos ante una sensación desfavorable: cuando se logra detener la inercia del movimiento, el daño ya está hecho. Además, el reflejo miotático que se genera en los estiramientos dinámicos será más acentuado en los estiramientos balísticos, lo que puede tener efectos adversos. Por último, la rapidez a la que se produce el estiramiento hace que su efecto sobre la flexibilidad sea mínimo, con lo que el método aporta mejoras exiguas con un alto riesgo de lesión.
La brusquedad de los estiramientos balísticos los hace poco recomendables para el público general, por el alto riesgo de lesiones que suponen.