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Segundo mensaje
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Amigos y hermanos teósofos:
7 de Abril, 1889
A ustedes, ahora reunidos una vez más en la Convención, les envío mis saludos y mis deseos más cordiales para que este Congreso resulte ser más exitoso que el anterior.
Hemos entrado en el décimo cuarto año desde que fundamos la Sociedad Teosófica en Nueva York; la cual, con una persistencia constante y una fuerza indomable, ha continuado su desarrollo entre las circunstancias adversas, la aprobación y la crítica. Nos encontramos en el último año de nuestro segundo periodo septenario, por lo tanto es conveniente, y justo, que todos examinemos la posición que hemos asumido.
En India, bajo el cuidado del coronel Olcott, las sucursales siguen formándose y, donde quiera que el presidente dé una conferencia, o haga una visita, es seguro que surgirá un nuevo centro de interés. Sus visitas, gracias al espíritu que lo anima, son como la lluvia para el suelo sediento y seco; las flores y la hierba florecen lozanas por haber sembrado la semilla de la vegetación sana. Ahora está visitando Japón, donde fue invitado por una delegación poderosa, e influyente, para que diera conferencias sobre Teosofía y Buddhismo, a un pueblo que desea ardientemente adquirir la civilización occidental y, según parece, ésta sólo se puede obtener por la adopción suicida del Cristianismo como religión nacional. ¡Ay, descuidan su religión nacional y natural a favor de un desarrollo parasítico y de la civilización occidental con sus (presuntas) bendiciones!
En verdad, la generación actual de japoneses es como la Grecia altiva ante Troya: “Nos ufanamos por ser mucho mejores que nuestros padres”.
Me he enterado, con decepción, que aunque se haya planeado una gira de conferencias en América, por parte del coronel Olcott, después de su visita a Japón, no pudo realizarse.
Aquí en Inglaterra, hemos trabajado duro, encarando y superando algunas dificultades; sin embargo, al igual que las cabezas de la Hydra, los obstáculos parecen multiplicarse a cada paso. Con todos estos problemas, una voluntad férrea y una devoción tenaz a nuestra gran causa, deben derrumbar, y derrumbarán, cada barrera, hasta que la corriente de la verdad irrumpa, arrastrando toda dificultad en su aluvión tumultuoso. Que el karma acelere la llegada de este día.
En el caso de América, su Karma nacional ha traído a la Teosofía a su casa. Muchos de ustedes son receptivos a la vida del alma, al aspecto psíquico de la naturaleza. Mientras la vida altruista no parece considerarse un ideal muy elevado, cuando se trata de ponerlo en práctica. Es natural que la Teosofía encuentre un nicho en muchos corazones y en muchas mentes y que suscite una armonía que resuene, tan pronto como alcance los oídos de los que están dispuestos a escuchar. En este caso, es su trabajo elevar la antorcha de la libertad del alma de la verdad, para que muchos la vean, beneficiándose de su luz.
Por eso la ética teosófica es más necesaria para la humanidad que los aspectos científicos de los hechos psíquicos humanos y de la naturaleza.
Con tales condiciones favorables para la Teosofía, como las que se encuentran en América, es natural que su Sociedad creciera rápidamente, dando nacimiento de una sucursal tras otra. Mientras la organización para la difusión de la Teosofía se amplía, debemos tener presente la necesidad de consolidación. La Sociedad debe crecer proporcionalmente y no demasiado rápido, para que no le suceda lo que ocurre con ciertos niños, que crecen excesivamente a menoscabo de su fuerza y, por ende, llega un momento de dificultad y peligro en el cual el crecimiento natural se detiene, para impedir el sacrificio del organismo. Este es un hecho real en el desarrollo de los seres humanos y debemos estar alerta para que el “niño más grande”, la Sociedad Teosófica, no sufra por la misma causa. Ya en el pasado, el desarrollo se detuvo en relación a los fenómenos psíquicos y todavía puede llegar un momento en que se arruinen, de manera análoga, los cimientos morales y éticos de la Sociedad. Lo que se puede hacer para prevenir algo similar, es que cada miembro de la Sociedad convierta la Teosofía en un factor viviente en su vida, haciéndola real, integrando firmemente los principios teosóficos en su existencia; en pocas palabras: que haga la Teosofía propia y que trate a la Sociedad Teosófica como si fuera sí mismo. El corolario de lo siguiente es la necesidad para la solidaridad entre los miembros de la Sociedad; la adquisición de tal sentimiento de identidad con cada uno de nuestros hermanos, pues, un ataque a uno de ellos es un ataque a todos. Entonces, consolidados y unidos en tal espíritu de hermandad y amor, no nos hará falta un punto de apoyo ni una palanca, como en el caso de Arquímedes, para levantar al mundo.
Necesitamos toda nuestra fuerza para encarar las dificultades y los peligros que nos rodean. Tenemos enemigos externos, a quienes combatir, en la forma de materialismo, prejuicio y obstinación; los enemigos disfrazados en la costumbre y las formas religiosas; enemigos demasiado numerosos para enumerarlos, pero tan densos como las nubes de arena que el viento Siroco levanta en el desierto. ¿Acaso no precisamos de toda nuestra fuerza contra estos enemigos? Sin embargo, existen enemigos más insidiosos quienes asumen nuestro nombre en vano, haciendo de la teosofía una palabra ridiculizada en las bocas de los hombres y de la Sociedad Teosófica, un blanco al cual tirar basura. Denigran a los teósofos y a la Teosofía, convirtiendo la ética moral en una capa con la cual cubrir sus objetivos egoístas. Y como si esto no fuera suficiente, existen los peores enemigos, los que vienen del mismo hogar: los teósofos desleales con la Sociedad y consigo mismos. En realidad, nos encontramos en medio de enemigos. Ante nosotros y a nuestro alrededor se extiende el “Valle de la Muerte” y debemos acometer a nuestros enemigos directamente si queremos vencer en la batalla. A la caballería, constituida de hombres y caballos, se le puede entrenar para que galope como si fuera un hombre en una acometida en el plano terrestre. ¿No deberíamos luchar y ganar la batalla del alma, pugnando en el espíritu del Ser Superior, para ganar nuestra herencia divina?
Echemos, por un momento, una mirada retrospectiva al camino recorrido. Como ya dijimos, tuvimos que mantenernos firmes contra los espiritistas, en el nombre de la verdad y de la ciencia espiritual. No me estoy refiriendo a los estudiantes del verdadero saber psíquico ni a los espiritistas iluminados, sino al orden ínfimo de los amantes de los fenómenos, los adoradores ciegos de fantasmas ilusorios de los muertos. Hemos luchado contra ellos por el bien de la verdad y también por el del mundo que ellos estaban extraviando. Lo reitero: nunca se ha librado una “batalla” contra los verdaderos estudiantes de las ciencias psíquicas. El año pasado, el profesor Coues se ocupó de hacer clara nuestra posición en su discurso a la sociedad occidental para la investigación psíquica. Expuse, de manera clara, la importancia real de los estudios psíquicos, haciendo un excelente trabajo en subrayar las dificultades, los peligros y, sobre todo, las responsabilidades de su búsqueda. Como él mostró, no sólo existe una similitud entre estas investigaciones y la producción de explosivos peligrosos, especialmente en manos inexpertas, sino que los experimentos se conducen sobre, con y por medio de, un alma humana, como dijo verídicamente el profesor. El experimentador, si no se ha preparado atentamente mediante un curso de estudio largo y especial, pone en riesgo, no sólo el alma del médium, sino la suya. Los experimentos hipnóticos y mesméricos actuales, son experimentos de magia negra inconsciente, si no es que consciente. El camino que conduce a tal destrucción está abierto, amplio y muy fácil de encontrar. Y muchos son los que, no sabiendo, se encaminan hacia su destrucción. La cura práctica de esto yace sólo en el curso de estudio que he mencionado anteriormente. Parece muy simple, pero es profundamente difícil, pues el remedio es el “altruismo”, la tónica de la Teosofía y la cura para todos los males. Esto es lo que los verdaderos Fundadores de la Sociedad Teosófica promueven como su primer objetivo: la hermandad universal.
Por lo tanto, la Sociedad Teosófica, aún siendo sólo un grupo de altruistas nominales, debe luchar contra todos los que, bajo su estandarte, tratan de obtener los poderes mágicos a fin de usarlos para sus fines egoístas a costa de los demás.
Muchos se han unido a la Sociedad sólo por curiosidad. Estaban en pos de los fenómenos psíquicos y, sin embargo, mantenían su actitud recalcitrante de abandonar, mínimamente, sus placeres y hábitos para obtenerlos. Ellos, muy a menudo, se alejaron con las manos vacías. La Sociedad Teosófica jamás ha sido, ni jamás será, una escuela de ritos teúrgicos promiscuos. Sin embargo, existen docenas de pequeñas Sociedades ocultas que hablan con soltura de la magia, del ocultismo, de los rosacruces, de los adeptos, etc., las cuales profesan mucho, hasta la entrega de la clave del Universo, sin embargo terminan con conducir a los seres humanos a una calle sin salida, en lugar de la “Puerta de los Misterios.” Estos son unos de nuestros enemigos más insidiosos. Bajo el disfraz de la filosofía de la Religión–Sabiduría, logran elaborar una jerga mística que es eficaz por el momento, permitiéndoles, gracias a la ayuda de un poco de clarividencia, extraviar a los aspirantes a lo oculto con tendencias místicas e ignorantes, conduciéndolos, como ovejas, adonde ellos quieren. Un ejemplo de esto es la H.B de L. de mala reputación y el ahora famoso G. N. K. R. ¡Ay! de aquellos que tratan de convertir una filosofía noble en un antro para la inmoralidad repugnante, la codicia por un poder egoísta y el lucro, bajo el disfraz de la Teosofía. El karma los alcanzará cuando menos lo esperen. ¿Es posible, para nuestra Sociedad, asistir a esto y ser respetada, a menos que sus miembros estén preparados, en el futuro, a encararlo todo como si fueran un solo hombre y lidiar con tales calumnias hacia ellos mismos, como teósofos, y tales caricaturas viles de sus ideales más elevados, como los han transformado estos dos impostores?
Sin embargo, para que podamos efectuar este trabajo en beneficio de nuestra causa común, debemos subsanar todas las diferencias personales privadas. Muchos son los miembros enérgicos de la Sociedad Teosófica que desean trabajar duro, pero el precio a pagar por su asistencia es que todo el trabajo se haga, exclusivamente, como ellos quieren. Si no cumplimos con sus deseos, se sumergen en la apatía o abandonan la Sociedad Teosófica, exclamando, de manera enfática, que ellos son los únicos teósofos verdaderos. O, si deciden quedarse, se dedican en encumbrar su método de trabajo menospreciando al ajeno. Esto es un hecho, pero no es Teosofía. En tal caso, resultará que el desarrollo de la Sociedad muy pronto se escindirá en varias sectas, tantas como hay líderes, y tan irremediablemente fatuas como las 350 y más sectas cristianas que existen actualmente, sólo en Inglaterra. ¿Es esta perspectiva algo que anhelar para la Sociedad Teosófica? ¿Es esta “separatividad”, coherente con el altruismo unido de la hermandad universal? ¿Es ésta la enseñanza de nuestros nobles maestros? Hermanos y hermanas de América, en sus manos está decidir si esto se cumplirá o no. Ustedes trabajan y trabajan duro; sin embargo, a fin de trabajar apropiadamente en nuestra gran causa, es necesario olvidar todas las diferencias de opiniones personales con respecto a la realización del trabajo. Que cada uno de nosotros trabaje conforme a su método, sin tratar de imponer sus ideas a los demás. Recuerden cómo el iniciado Pablo avisó a sus corresponsales en contra de la actitud de separatividad que asumieron en los primeros días de la iglesia cristiana: “soy Pablo, Yo, de Apolos”; y traigamos beneficio de tal advertencia. La Teosofía es, esencialmente, antisectaria y trabajar en su favor abre la puerta de la vida interior. Sin embargo, nadie puede cruzar su umbral si no está movido por el espíritu de hermandad más elevado y verdadero. Toda otra tentativa para entrar será fútil o se pulverizará en el umbral.
Pero el karma reconciliará todas nuestras diferencias de opinión. Se llevará una cuenta rigurosa de nuestro trabajo efectivo y los “salarios” ganados se depositarán en nuestro crédito. Sin embargo, se llevará una cuenta igualmente rigurosa del trabajo que cada uno, inducido por resentimientos personales, puede haber hecho para impedir que su vecino cumpliera con el suyo. ¿Acaso piensas que es algo inconsecuente obstruir la fuerza de la Sociedad Teosófica, representada en la persona de cualquiera de sus guías, impidiendo llevar a cabo el trabajo asignado a la Sociedad? Entonces, es seguro que existe un poder kármico tras la Sociedad, el cual equilibrará la cuenta por la obstrucción provocada; y aquel que se opone a ese poder con su personalidad insignificante, para que el trabajo asignado no se lleve a cabo, es un incauto y un ignorante.
Por lo tanto, la union hace la fuerza y las diferencias personales deben disolverse en el trabajo unido en favor de nuestra gran causa.
Ahora bien, ¿cuál ha sido nuestro trabajo durante el año pasado? Aquí hemos organizado la Sección Británica de la Sociedad Teosófica con la ayuda, y bajo las órdenes del presidente fundador, el coronel Olcott. En lugar de una logia, se han formado sucursales locales más pequeñas, las cuales, por lo tanto, tienen un mayor poder para el trabajo, reuniéndose con más facilidad. Es probable que ya estén enterados de lo que se ha efectuado en la India; y han oído hablar o conocen lo que se ha cumplido en su Sección y cuánto ha aumentado su fuerza.
En lo referente a nuestros medios para difundir el conocimiento, en occidente tenemos las revistas Lucifer, Path y los folletos de la Sociedad Teosófica de imprenta. Todos estos nos han relacionado con numerosas personas cuya existencia, de otra manera, desconoceríamos. Por lo tanto, son todos necesarios para la causa, así como lo es la tentativa de influenciar la mente pública valiéndonos de la prensa. Siento decir que varios colaboradores del Lucifer han dejado tanto la revista como la Sociedad a causa, precisamente, de tales diferencias personales como las aludidas anteriormente; y ahora están antagonizando no sólo a mí, personalmente, sino al sistema de pensamiento que la Sociedad Teosófica inculca.
A causa de un sentimiento personal contra el coronel Olcott, la revista francesa Loto se ha separado, también, de la Teosofía; sin embargo, acabamos de fundar La Revista Teosófica para que reemplace al Loto en París. Yo soy la editora y la gerente es la Condesa d’Adhemar, una señora americana amada y respetada por todos los que la conocen; además, es amiga de nuestro hermano, el doctor Buck.
Como muchos de ustedes saben, hemos formado la Sección Esotérica. Entre otras cosas, sus miembros han dado una promesa de trabajar a favor de la Teosofía bajo mi dirección. Mediante tal Sección hemos logrado obtener alguna solidaridad en nuestro trabajo común; formar un grupo de resistencia fuerte contra las acometidas del mundo externo que quiere lastimarnos, contra el prejuicio dirigido a la Sociedad Teosófica y contra mí, personalmente. Mediante esta Sección se puede efectuar mucho para anular el daño perpetrado al trabajo de la Sociedad en el pasado, facilitando, ampliamente, su trabajo futuro.
Sin embargo, estaría dispuesta a cambiar su nombre, porque los escándalos de Boston han desacreditado, totalmente, el adjetivo “esotérico”. Esta es una cuestión a considerar posteriormente.
Así, ya les he enumerado nuestros enemigos principales: el prejuicio público y la obstinación empedernida de un mundo materialista; la fuerte “personalidad” de algunos de nuestros miembros; la falsificación de nuestros propósitos y nombre por charlatanes amantes del dinero y, sobre todo, la deserción de amigos, un tiempo devotos, que ahora se han convertido en nuestros enemigos más viscerales.
Las palabras que se atribuyeron a Jesús en los Evangelios, entrañan mucha sabiduría. Hemos sembrado nuestras semillas. Algunas han caído a márgenes, los oídos indiferentes; otras en un terreno pedregoso, donde crece en un momento de entusiasmo y después muere marchitándose porque no tiene raíces. En otros casos, las “espinas” y las pasiones de un mundo materialista sofocan el desarrollo de un buen fruto que muere, si yuxtapuesto a “los cuidados de la vida y los engaños de las riquezas”. ¡Ay!, la semilla de la Teosofía encuentra un terreno fértil y florece lozana sólo en pocas personas.
Sin embargo, nuestra unión es, y siempre será, nuestra fuerza, si conservamos nuestro ideal de hermandad universal. El antiguo: “con este signo ganarás”, debería ser nuestro santo y seña; ya que bajo su sagrada égida prevaleceremos.
Ha llegado el momento de despedirnos. Mis palabras pasarán al olvido, pero ciertos párrafos entresacados de las cartas que los Maestros escribieron son indelebles por ser la representación de la Teosofía práctica más elevada. Voy a traducirlos para ustedes:
“Que el fruto del buen karma no sea su motivación; ya que nada, bueno o malo, puede acontecer que muchos otros no compartan, en cuanto su karma, bueno o malo; es uno y la propiedad común de toda la humanidad. Por lo tanto, si su intención es egoísta, puede engendrar sólo un efecto doble: bueno o malo y, o anulará sus acciones o éstas beneficiarán a otro ser humano”.
“No existe felicidad para quien piensa constantemente en el ser personal, olvidándose de todos los otros seres”.
“El universo gime bajo el peso de tal acción (karma) y sólo el karma del autosacrificio puede aliviarlo. ¿Cuántos, entre ustedes, han ayudado a la humanidad a llevar la carga más diminuta, para que se consideren teósofos? ¡Oh, hombres occidentales, que les gustaría desempeñar el papel de salvadores de la humanidad, cuando ni siquiera pueden dejar de matar a un mosquito porque su picadura los amenaza! ¿Les gustaría ser partícipes de la sabiduría divina o ser verdaderos teósofos? Entonces, compórtense de manera análoga a los Dioses cuando se encarnan. Sientan los vehículos de toda la humanidad, el género humano como parte de ustedes y actúen en conformidad”.
Estas son palabras doradas, ¡que podrán asimilarlas! Esta es la esperanza de quien se considera, en la forma más sincera, la hermana y la servidora devota de todo seguidor verdadero de los maestros de teosofía.
Fraternalmente suya,
Helena P. Blavatsky.