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Cuarto mensaje

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1891

Al congreso de Boston de la Sociedad Teosofica, 1891:

Por tercera vez, desde que he regresado a Europa en 1885, puedo enviar a mis hermanos Teósofos, y conciudadanos de los Estados Unidos, un delegado de Inglaterra para que participe en el Congreso Teosófico anual y exprese, directamente, mis saludos y calurosas felicitaciones. Como mi sufrimiento físico es constante, el único consuelo que me queda es enterarme acerca del progreso de la santa causa a la cual he entregado mi salud y fuerza; sin embargo, ahora que estas dos se están agotando, sólo puedo ofrecer mi devoción ardiente y mis buenos deseos por su éxito y bienestar que nunca vacilan. Por lo tanto, las noticias que llegan de América, carta tras carta, enterándome de las nuevas sucursales y de planes hábilmente considerados y elaborados con paciencia para el adelanto de la Teosofía, me animan y me hacen feliz, con las pruebas de su crecimiento, más de lo que es posible expresar en palabras. Amigos teósofos, estoy orgullosa de su noble trabajo en el Nuevo Mundo; hermanas y hermanos de América, les agradezco y les bendigo por sus labores incesantes a favor de la causa común que todos queremos mucho.

Deseo recordar a todos, una vez más, que el trabajo emprendido es, ahora más que nunca, muy necesario. El período al cual hemos llegado en el ciclo que se cerrará entre 1897–1898, seguirá siendo caracterizado por grandes conflictos y tensiones continuas. Si la Sociedad Teosófica podrá sobrellevar todo esto, bueno, en caso contrario, aunque la Teosofía permanezca intocada, la Sociedad capitulará, tal vez de la forma más ignominiosa y el mundo sufrirá por eso. Espero, fervientemente, no presenciar este desastre en mi cuerpo actual. Las fuerzas antagónicas y las favorables conocen muy bien la naturaleza crítica de la etapa en la cual hemos entrado. No se perderá oportunidad alguna para sembrar el desacuerdo, para tomar ventaja de maniobras erróneas y falsas, para instilar la duda, para aumentar las dificultades, para inocular la sospecha, valiéndose de todos los medios, a fin de que se aniquile la unidad de la Sociedad, disminuyendo y arrojando al caos las filas de nuestros miembros. Ahora es muy necesario, para los miembros de la Sociedad Teosófica, tomar en su corazón la antigua parábola del manojo de palos: separados, inevitablemente se romperán uno a uno; unidos, no existe fuerza en el mundo capaz de destruir nuestra hermandad. Me duele señalar, entre ustedes y también entre los teósofos europeos e indos, una tendencia de reñir sobre cosas secundarias, permitiendo a su devoción hacia la causa conducirlos a la desunión. Créanme, a pesar de esta tendencia natural, debida a las imperfecciones inherentes de la naturaleza humana, nuestros enemigos en constante alerta, a menudo toman ventaja de sus cualidades más nobles para traicionarlos y extraviarlos. Los escépticos se burlarán de esta declaración e incluso, algunos de ustedes pondrán poca atención en la existencia real de las fuerzas terribles de estas influencias mentales que, no obstante sean subjetivas e invisibles, son, sin embargo, vivas y poderosas. Pero aquí están y sé por cierto que, entre ustedes, hay más de uno que las ha sentido, viéndose obligado a admitir estas extrañas presiones mentales. Ejercerán una impresión diminuta o casi nula sobre los que son altruistas y sinceramente devotos a la causa. Mientras el efecto será generalmente desastroso para quienes anteponen su orgullo personal a su deber hacia la Sociedad Teosófica e incluso a su promesa a su ser divino. El autocontrol y la autointrospección son especialmente necesarios cuando una persona desea conducir a los demás, y la vanidad herida se disfraza con las plumas de pavo real de la devoción y del trabajo altruista. En la crisis actual, una carencia de autocontrol y cuidado puede resultar fatal en todo caso. Sin embargo, es posible frustrar las tentativas diabólicas de nuestros poderosos enemigos: los opositores irreconciliables de las verdades ahora divulgadas y afirmadas prácticamente. Si cada miembro de la Sociedad Teosófica se sintiese satisfecho con ser una fuerza impersonal para el bien, indiferente al elogio o a la crítica, mientras que sirve a los propósitos de la hermandad, el avance cumplido dejaría atónito al mundo, situando al arca de la Sociedad Teosófica fuera de peligro. Tomen, como lema de conducta para el año futuro: “Paz a todos los que aman, sinceramente, la verdad”; y el congreso de 1892 será un testimonio elocuente de la fuerza que brota de la unidad.

Su posición como precursores de la sexta subraza de la quinta raza raíz encierra sus peligros y sus ventajas particulares. El psiquismo, con todos sus encantos y peligros se está necesariamente desarrollando entre ustedes y tienen que vigilar, no sea que el desarrollo psíquico adelante aquello manásico y espiritual. Las capacidades psíquicas bajo control y el principio manásico que las domina y dirige, son un auxilio de valor en el desarrollo. Sin embargo, si damos rienda suelta a estas capacidades, permitiéndoles que nos controlen en lugar de ser controladas, que nos usen, en lugar de ser usadas, conducirán al estudiante a las ilusiones más peligrosas y a la certeza de la destrucción moral. Por lo tanto, vigilen con cuidado tal desarrollo inevitable en su raza y en el período evolutivo actual, para que al final opere para el bien y no para el mal. Además, reciban con anticipación las bendiciones sinceras y poderosas de aquellos cuya buena voluntad jamás los abandonarán, si ustedes no abandonan sus aspiraciones.

Estoy feliz de comunicarles que aquí en Inglaterra estamos adelantando constante y rápidamente. Annie Besant les dará los detalles de nuestro trabajo, enterándoles de la fuerza y de la influencia crecientes de nuestra Sociedad. Los relatos que presentará de las Secciones europeas y británicas son un testimonio de las actividades emprendidas. El carácter inglés, casi impenetrable, pero sólido y tenaz, una vez despertado, aporta a nuestra Sociedad un factor de valor y en Inglaterra se están echando las bases firmes para la Sociedad Teosófica del siglo XX. Tanto aquí, como en América, se efectúan constantes tentativas exitosas para que el pensamiento hindú influencie al inglés y ahora, numerosos hermanos hindúes están escribiendo artículos breves y claros sobre las filosofías indas para el Lucifer. Puesto que una de las tareas de la Sociedad Teosófica es la de acercar el oriente y el occidente, para que cada uno provea las cualidades que carece el otro y para que se desarrollen sentimientos más fraternales entre naciones tan distintas, esperamos que esta relación literaria resulte ser muy útil para expulsar al pensamiento occidental.

Mencionar Lucifer me hizo recordar que ahora, la posición segura de esa revista se debe, ampliamente, a la ayuda dada en un momento crítico por los miembros americanos. Siendo mi único medio absolutamente libre de comunicación con los teósofos en todo el mundo, su continuación ha sido tremendamente importante para toda la Sociedad. Mes tras mes, en estas páginas ofrezco, lo más posible, una enseñanza pública sobre las doctrinas teosóficas, continuando el más importante de nuestro trabajo teosófico. Ahora, la revista cubre sus gastos y si las logias o los miembros individuales quisieran contribuir para que su circulación se ampliara, se volvería mucho más útil de lo que es actualmente. Por lo tanto: mientras les agradezco, desde el fondo de mi corazón, a todos los que tan generosamente han ayudado a colocar la revista en una base sólida, me encantaría ver un amplio aumento de subscriptores, pues los considero como mis estudiantes, entre los cuales encontraré a quien demuestre la capacidad para recibir ulteriores enseñanzas.

He dicho todo lo que debía decir. No estoy suficientemente fuerte para escribir un mensaje más largo y no es tan importante que lo haga, visto que mi amiga y confiable mensajera, Annie Besant, mi brazo derecho, podrá explicarles mis deseos más detalladamente y mejor de lo que yo pueda escribir. Después de todo, cada deseo y pensamiento que puedo expresar se resumen en esta oración, una aspiración siempre activa en mi corazón: “¡Sean teósofos, trabajen para la Teosofía!”. La Teosofía en primer lugar, en último lugar y siempre. Ya que sólo su realización práctica puede salvar al occidente de este sentimiento egoísta y antifraterno que ahora divide a las razas y a las naciones. Dicha realización es la única que puede socorrer del odio clasista y social que son la maldición y la desgracia de los llamados cristianos. Sólo la Teosofía puede salvarlo para que no se hunda en el mero lujo materialista en el cual se deteriorará, llegando a la putrefacción, como ocurrió con las civilizaciones de antaño. En sus manos, compañeros, se coloca en custodia el bienestar del siglo futuro. La grandeza de la custodia es directamente proporcional a su responsabilidad. Mi lapso de vida puede no ser largo y si algunos de ustedes han aprendido algo de mis enseñanzas o si, por medio de mi ayuda, han vislumbrado la luz verdadera, les pido, a cambio, que fortalezcan la causa, gracias a cuyo triunfo la verdadera luz, que se convierte aun más brillante y gloriosa por medio de sus esfuerzos individuales y colectivos, iluminará al mundo, haciéndome ver, antes de abandonar este cuerpo depauperado, el logro de la estabilidad de la Sociedad.

Que las bendiciones de los grandes maestros pasados y presentes descansen sobre ustedes. Acepten de mí, colectivamente, la seguridad de mis sentimientos fraternales inquebrantables, agradeciéndoles, sinceramente y de corazón, la obra que todos los trabajadores han cumplido.

De parte de su servidora hasta el final:

Helena P. Blavatsky.

El holograma esotérico

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