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Introducción

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Por qué se suicida un adolescente y, en general, los seres humanos, es la pregunta que atraviesa la investigación de la que testimonia este libro. Nos servimos, en la exposición del problema, de conceptos auxiliares que permiten profundizar y ampliar la presente reflexión: pasaje al acto, urgencia subjetiva, acto y acting-out. Estos conceptos son orientadores, sobre todo el primero, que entra en estrecha relación con el suicidio, no solo desde el punto de vista teórico, sino también clínico. Dado que tanto el pasaje al acto como el suicidio pueden presentarse en cualquiera de las estructuras clínicas, en este libro se hace énfasis en el pasaje al acto en la perversión, la psicosis y la neurosis (histeria y obsesión). Se aborda también el problema del acting-out y, de manera muy amplia, el asunto de la urgencia subjetiva, íntimamente relacionada con el acting-out y en menor medida con el pasaje al acto logrado en el plano suicida. La “urgencia subjetiva” es un término que, para el psicoanálisis de orientación lacaniana, como sucede con el pasaje al acto, evoca ruptura, turbación, embarazo, discontinuidad, sentimiento de caída y el movimiento de la emoción, que dan cuenta, en el ser hablante, de un momento de profunda división subjetiva.

La “emoción” es distinguida por Lacan de la “turbación”, en cuanto a su origen. Mientras la primera remite a “un movimiento fuera del campo adaptado de la acción motriz”, (1) la segunda remite “a algo que pone fuera. ¿Fuera de qué? Del principio del poder” (2) de controlarse a sí mismo, o sea que, en este punto, igual que la angustia, evoca cierta dimensión de impotencia. La turbación evoca el instante en que un sujeto queda fuera de sí;

[…] está coordinada con el momento de la aparición de a, (3) momento del develamiento traumático en que la angustia se revela como lo que es, lo que no engaña, momento en que el campo del Otro, por así decir, se hiende y se abre hasta el fondo. ¿Qué es este a? ¿Cuál es su función respecto al sujeto? (4)

Vemos entonces que la angustia está ligada a la turbación. Pero Lacan advierte que no por esto depende de ella; o sea que, mientras la angustia “designa muy probablemente el objeto” (5) causa, la turbación es, como tal, el objeto mismo. En el desencadenamiento de la urgencia que implica la angustia, debido a que se trata del encuentro del sujeto con una situación que se coagula y resulta inarticulable, el objeto que ha hecho parte de sí como algo protector, que lo conforta porque le ha servido de sostén y ha sido algo así como su suplente, es cedido, soltado, y de este modo deja de estar como causa del deseo, en tanto en sí mismo es “algo no efectivo, una especie de efecto basado y constituido en la función de la falta, o sea, solo en el plano de la cadena significante […]”. (6)

No es que bajo angustia el sujeto pierda el objeto para él privilegiado por haberse inscrito en el campo de su realización, sino que se ve obligado a cederlo o a reemplazarlo por otro, como sucede con los objetos naturales –pecho por biberón– en el caso del niño que es destetado o al que no le suministran su objeto natural. Por su parte, en la angustia, el Otro (7) como lugar simbólico se fractura y en tal sentido el sujeto queda confrontado con el objeto insoportable. De aquí se deduce que el sujeto angustiado queda sumergido en una posición de caída respecto a la “confrontación significante”. (8)

Lo que Lacan llama “la cesión del objeto se traduce pues en la aparición, en la cadena de la fabricación humana, de objetos cesibles que pueden ser equivalentes a los objetos naturales”. (9) Para Lacan,

[…] el sujeto en cuanto tal sólo se realiza en objetos que son de la misma serie que el a, ocupan el mismo lugar en esta matriz. Son siempre objetos cesibles, y son los que desde hace mucho tiempo se llaman las obras, con todo el sentido que tiene este término incluso en el campo de la teología moral. (10)

Si bien no hay duda de que la angustia está ligada a la turbación, “no depende de ella”. (11) No es en la turbación donde hay que buscar la causa de la urgencia en la que la angustia sumerge al sujeto, ya que, por un lado, está la relación con lo que puede llegar a formularse como causa, como dice Lacan, el “¿Qué hay? […] y, por otro lado, la turbación. La causa que primitivamente la angustia ha producido, literalmente, la turbación no puede retenerla”. (12)

En el libro presentamos pequeños casos clínicos sobre intentos de suicidio logrados y no logrados, viñetas sobre actos impulsivos orientados hacia el daño de sí, análisis de escritos poéticos dejados por adolescentes antes de llevar a cabo el pasaje al acto suicida, análisis de entrevistas realizadas a sujetos que intentaron suicidarse de manera más o menos peligrosa, que han sido cercanos por amistad o parentesco a personas que se suicidaron o lo intentaron, o que les ha correspondido en alguna institución pública recibir los reportes de suicidio. (13)

Por último, se hace un abordaje acerca de lo que resulta indispensable construir en la vida como anclaje protector del desamarre que conduce al pasaje al acto, sobre todo tratándose de una época de profunda crisis en el orden del deseo y el consecuente debilitamiento del entusiasmo. El anclaje de mayor consistencia sería una invención que para el ser hablante alcance el estatuto de un acto, “que muchas veces es el auténtico remedio contra la angustia como tal”. (14)

El último capítulo está dedicado precisamente a una reflexión sobre el acto psicoanalítico y el acto diferenciado de la acción, el acting-out y el pasaje al acto. Un acto es auténtico cuando trae consigo “una transformación del sujeto”, cuando implica una ruptura con eso que lo identificaba y “ya nunca vuelve a ser el que era antes”, pues el acto anula lo que el sujeto era antes, para enseguida refundarlo. Esto es posible porque después del acto hay un saber acerca del lugar que el objeto tiene para el sujeto.

El acto “supone siempre un franqueamiento, el sujeto no es el mismo antes y después”. (15) Mientras un adolescente no logre dar un paso en la vida, que al mismo tiempo que implique una transformación de lo que ha sido, también le permita refundarse desde su misma división, habrá menos posibilidades de evitar hacerse uno con el objeto, como sucede en el pasaje al acto. Es por esto por lo que comúnmente, para el adolescente, son los objetos más de goce producidos por el capitalismo de nuestro tiempo los que le sirven de posada útil para la destrucción, sobre todo en momentos en que hay “noche sin estrellas y cuando la luna está de parto […]”. (16)

1- Jacques Lacan, El Seminario, Libro 10, La angustia, Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 336.

2- Ibid.

3- La letra a, con respecto a la angustia, define lo que sería su objeto no visible. Si bien la angustia es causa, no es sin objeto; pero este objeto es la Cosa más profunda y sin sentido que sirve de vehículo a su desarrollo paralizador del cuerpo y del espíritu. El momento de la aparición de este objeto se expresa por el hecho de que el sujeto se ve confrontado tan radicalmente, que al quedar sin defensas, cede eso que lo sostiene y de lo que depende, porque ha pasado a formar parte de sí, al punto que se doblega a la situación y experimenta un profundo desamparo.

4- Lacan, La angustia, op. cit., p. 337.

5- Ibid., p. 336.

6- Ibid., p. 341.

7- El Otro ha de entenderse como un lugar desde el cual se cumple una función simbólica que anuda y regula. Este lugar, como lo veremos a lo largo de este libro, aparece profundamente agujereado y debilitado en el pasaje al acto suicida, en la urgencia y en todos aquellos casos en los que el sujeto se siente desorientado y sin brújula. El Otro simbólico es un lugar de anclaje que en la actualidad funciona muy deficientemente, por ejemplo, para niños, adolescentes y jóvenes, que suelen verse desbordados por el goce autodestructivo; de ahí que ya no sea más lo que era.

8- Ibid., p. 339.

9- Ibid., p. 338.

10- Ibid., p. 342.

11- Ibid., p. 337.

12- Ibid.

13- Las entrevistas, tanto individuales como grupales, fueron llevadas a cabo por Ana María Arcila y Jennifer Roxana Pérez.

14- Manuel Fernández Blanco, “Lo imposible de reconocer en el Otro”, en: La angustia en Freud y en Lacan: cuerpo, significante y afecto. Seminario de Orientación Lacaniana de Bogotá, Bogotá, Nueva Escuela Lacaniana de Bogotá, 2010, pp. 37-59.

15- Ibid., p. 58.

16- Expresión de Oscar Wilde en Richard Ellmann, “Oscar Wilde en Oxford”, en: Cuatro dublineses. Oscar Wilde, William Butler Yeats, James Joyce, Samuel Beckett, Bogotá, Tusquets, 1990, p. 51.

Por qué se suicida un adolescente

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