Читать книгу Capítulo Noventa - Herminio Milovich - Страница 14
ОглавлениеPAÍS CALLADO
Volví a vos tierra lejana, a tus piedras y a tus islas.
Desde niño te imaginaba... ¿acaso aguardabas mi barco de papel?
...
Volví al clarear, en un día de frío silente,
Para rescatarte, hermana encadenada.
Corrí bajo el alucinante fuego de la metralla,
Y marcar mis huellas, entre las huellas,
De los que yendo a honrarte...van a morir.
¡Mírame!
Soy quien regresa después de la batalla
Y te pregunta país callado,
¿El porqué de tu silencio?
¿Porque siento mis manos huérfanas de caricias?.
Dime... ¿cómo sanaran mis heridas?... ¡las de adentro!
...
Allá deje entre los socavones
Las latas vacías, la yerba cebada, mi fusil... y la inocencia.
...
¡Mírame país callado!
¿Dime ahora el porqué de tus silencios?
¿Acaso no escuchas el clamor de los que todavía respiramos pólvora
¿Y en los tímpanos el grito de los que se perdieron?
...estoy de regreso.
y ya quiero volver a mis Malvinas
En una adolescente aurora,
Para mirar cielo y limpiar de mis ojos las bengalas,
Que no me dejaron ver el azul celeste de tu gloria.
...
Y caer de rodillas sobre los montículos de las cruces blancas,
Donde duermen los héroes,
Que ya sin sueños, con el alma desterrada
Saben más de la muerte que de la vida.
Con los años aprendí que la búsqueda del destino no tiene que ser forzosamente material.
Que es fundamental que la meta, fuera de la convertirme en un hombre de profundas convicciones Honesto y responsable. Ser respetado y reconocido como tal. Al reconocer mis culpas anteriores, aprendí odiar las mentiras
“Quien no reconoce su pasado no puede orientar su futuro, que la experiencia es la suma de errores”.
Sí hoy me preguntaran... ¿Cuál es el secreto del éxito ¿... diría que es el sacrificio, pero con los años te das cuenta también, que se trata disfrutar las deberes cotidianos.
Si sueñas dale alas a tus sueños
“Para triunfar es necesario que el esfuerzo sea vivido con pasión”.
Tomar conocimiento de las obligaciones y cumplirlas más allá de los derechos.
Que la conquista del hombre no se mide por lo que tienes, sino por quien quiere compartirlo. Que toda relación necesita la suficiente energía que nos lleve más allá de lo cotidiano. Qué nuestros peores tiempos nos definen cuando aceptamos los riegos y luchamos con perseverancia.
Con pan, trabajo y cama asegurada”,...
Pensé en mis padres
“Ellos soñaban que su hijo mayor, fuera universitario, para convertirse en el primer profesional de la familia... Todos le imaginaban entonces, abogado o ingeniero.
Con los años y muchas experiencias me hicieron “Profesional en Ventas”
En cierta medida cumplí sus deseos.”
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Ya en la pensión, en el cuaderno que había llevado, empecé a escribir pensamientos dolidos, salidos desde esa desafiada soledad. No recuerdo lo escrito, los he perdido, también la pequeña maleta.
Me pregunto: ¿Qué habría sido mi vida, si hubiera reflexionado sobre el abandono de mi hogar.
Cómo era de esperar, pagué por ellas. Por aquellas horas desperdiciadas,
Por Las negaciones de los tiempos idos, en la ahora lejana barranca.
En el año mil novecientos cuarenta y ocho, regresé a Rosario para tramitar mi libreta de enrolamiento.
Llegué a la que fuera mi casa, la de mis padres, caminé por ese pasaje Irigoyen (como llamaban a mi cortada, de calle muy angosta, sin pavimento y de estrechas veredas desparejas).
Mamá, esperaba en la puerta con los brazos abiertos, lágrimas y sus besos me llenaron de caricias..
Con los tiempos me fue posible empezar a sentirme perdonado.
Mis padres me abrazaron con la grandeza de los que aman.
Recorrí mi barrio, con el Cholo, mi leal amigo de la primera juventud, nos reencontramos en El Cairo, tomamos un café y entre cubiletes y dados, surgieron preguntas y repuestas.
Con respecto a Luisa, la de los primeros besos adolescentes, borrón y hasta nunca. Hace años en un llamado me respondió “yo a usted no lo conozco”– y corto el teléfono. Estoy seguro que jamás perdonó mi abandono. Cholo estaba casado con Margarita.
Años después encontré a Julia mi verdadero y único amor, quien me acompaña hace más de sesenta cuatro años.
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