Читать книгу Escorado Infinito - Horacio Vázquez Fariña - Страница 10
Capitulo 5
ОглавлениеCoi no se temía la andanada fatal. Nada de desintegración fulminante ni cosa por el estilo. Lo suyo era más curiosidad que otra cosa. Ya sabía que las naves Uno estaban armadas con lo más mortífero y creativo de la élite científica riana. Cómo no lo iba a saber si él mismo había participado en multitud de proyectos de desarrollo bélico para asegurar la presencia de su etnia en el pódium más alto de la dominación del Universo. Nadie necesitaba explicarle que el poder destructivo da las Uno multiplicaban indefectiblemente en muchos factores a sus antecesoras. Él por supuesto tenía la suya propia y un buen ramillete más a su cargo. Pero como ocurre siempre, hay alguien -ese era Dart, cómo no- que acaba ideando y encontrando la forma de secuestrar tus doradas posesiones; por ejemplo: haciéndote embarcar en una antigua dos, tontamente, y luego... Luego…, ¿dónde estaban las Uno? Buena jugada, ¿dónde estarían? ¿Qué sería aquello que de repente las hizo desaparecer del control de su implante como por arte de magia? Ay la confianza... amigo... la confianza...
Dart, sí, culpable; mangante número uno, pero... a la vez, de todos modos... Dart. No, evidentemente no había nada que temer por su integridad física. Por otra cuestión, no estaría tan seguro, pero desde luego por esa sí pondría la mano en el plasma. Curiosidad, claro.
NAVE. Valoración: escudo insuficiente. Impacto en 2…1...
Ya estaba, a ver qué se había inventado Dart. Por lo de pronto, que Nave le revocara su autoridad. Coi reparó en que eso sí tenía sentido y torció el cuello con resignación. Ahí lo tenía, con su “qué tal, Coi...“, y un reproche: ¿qué coño le había hecho al pobre Yert, que se lo había cabreado tanto? ¿A dónde se lo iba a enviar? Y estalló en una fenomenal carcajada.
-Has perdido.
“No-no”, respondió un tranquilo Coi sin titubear y muy seguro de sí mismo. Qué raro que Dart acudiera sólo con un Morpho. Le correspondían dos por su rango. O… “lo otro”.
-Sin el trazador tienes... nada. A propósito: has conseguido interferir mi nave, yo no podía imaginarme algo así; efectividad total. En ese sentido, en el escrupulosamente técnico, te felicito.
“Claro, hombre, claro” Así de fácil. Ahora Nave estaba bajo sus órdenes.
-Reconce que ha sido un buen tiro. Estas naves son como... Son seres vivos, y sin la anulación global, siempre se expone uno a la peor sorpresa.
-No esperaste ni un estado para tele transportarte aquí, eso quiere decir que estás ansioso, eh; pero has perdido. Qué… ¿te han degradado, o qué, eh? ¿Viajas ahora acompañado de un sólo morphoide por tus malas acciones?
-Todo lo contrario, amigo.
Ex-amigo. Sólo se juntaba con gente que valiese la pena. Toma esa. Bueno, pues que le parecía muy bien, quedaba anotado y registrado para los los anales de los tiempos. Y ahora que se dejase de tonterías. Tenía una cosa que anunciarle ¿Quería saber algo? ¿No? Daba igual. La noticia era que, ahora comandaba la Nave Capitana ¡Holaaaa! ¿Era eso? Qué imaginación. Sería de risa decir que le extrañaba que el Comité le hubiera cedido el mando ¿Qué mando había tenido nunca el Comité? “Ex-Comité” -le aclaró rápidamente- En fin, se las había apañado para que le cedieran el puesto, mejor dicho: todos sus puestos. Ahora ya no había Comité. Más claramente: él era el Comité. Era la última vez que había Comité.
-¡Pero hombre, si nunca dejaron de ser meros testaferros de nuestra voluntad! ¿Te lo tengo que recordar a estas alturas, jajajá? Al final, incluso lo poco que tenían era demasiado poder. Tranquilo, están de vacaciones en el planeta Tenñi, dedicado como bien sabes...
Al sexo y al placer en general. Coño, que los iba a matar. Que eran morphos humanoides y ya tenían sus años. Bueno, tal vez, pero ya era hora que se echaran una canita al aire, se lo merecían. Era su hora para disfrutar de la vida por fin. Un par de Ets, con curas de ritri y bálsamos de écora, y como nuevos. Iban a rejuvenecer, se lo decía él. Qué bien, ya lo estaba convenciendo. Y eso le daba merecimientos para el Cielo ¿no? Pero a lo que iba, que se lo tenía que aclarar ¿Cómo había podido asaltar la Nave del Comité? Sin su permiso el mando le sería denegado automáticamente por la propia Nave, tal como habían configurado según el pacto que mantenían ¿Cómo diablos había podido? Dart encajó mal la frase ¡Era la Uno de las Unos! Que la ciencia avanza una barbaridad no es secreto alguno, pero... vaya, que él precisamente había descubierto como asaltar naves Súper Uno y saltarse así su “odiosa” configuración. Lo mismo que había hecho con la suya. Y fíjate, ese era el súper morpho del Comité. Claro, todos eran en apariencia igualitos, pero ese era, se lo podía jurar ante un zek de registros de Nave, lo más de lo más. Mmmmm, no se podía hacer una idea de qué maravilloso ejemplar era, con uno llegaba y sobraba para batir cien de máximo grado. Como que lo había creado, como bien él sabía, él mismo. Lástima de pactos. Bueno, eso y “otras cosas” ayudaba mucho cuando se quiere desbancar a alguien. “Eso”, por cierto, incluía también su tecnología anula-escudos ¿Cómo había podido haber permitido que tanta maravilla no hubiera estado mucho antes en sus manos? Ah... sí, ¿sería porque lo compartía con él? Oh, qué tiempos tan equitativos: para reunirse, “ni en tu nave ni en la mía”. Todo lo hacían en una perfecta sintonía. Qué bien y qué bonito. Pero el pasado, pasado. Bueno, entendido, pero, ¿y ahora qué iba a hacer? No tenía trazador, es decir: no tenía nada.
-Pero hombre, un poco de T-Física Cuántica, esta Nave es un ser que sabe mucho. Ya sé que te deshiciste del papelito, pero...
Llegaba tarde, Nave le podía informar de su existencia pero no había guardado una copia de ninguna clase. Se había quedado sin nada, literalmente. En Nave había cero papelito. Que lo follasen una manada de rapuiñes en celo. Oída la respuesta, presentado la solución: “Oh, querido Coi...”. Maldita sea, cada vez que se anunciaba con el “oh querido Coi” del ñec se las ingeniaba para dejarle con un palmo de narices. A ver, no pensaba exactamente en Nave. Coi entendió ahora, sólo había una explicación para sus palabras. Ahí la tenía: no a nave; no a dentro de nave –más concretamente-, sino a ese hilito de luz que Nave había emitido como aparente residuo ¿Acaso no sabía perfectamente que de residuo nada, y que este contenía la información completa de la estructura del material que lo componía? Lo sabía, energía era materia.
-Como cuando decoramos nuestros feos planetitas, igualito.
-No sé a dónde quieres llegar pero no te reconozco. Recuerdo que hace mucho, mucho tiempo, cuando eras otro tipo de persona ¿Qué ganas? ¿Todavía estás en esas?
¿Qué tipo de persona decía? Ellos siempre se movían de idéntica forma. Todo en sus manos, y ya estaba. Era así y porque sí ¿Decía qué ganaba él? Vivir. Vivir a su manera. Eso que estaban haciendo últimamente, no lo era precisamente. Ahora por lo menos se divertía. Y no dejaba de ser una fuente de conocimiento. Ya estaba aburrido de tanta tedio. Ya lo habían discutido y no había más que decir. Iba a dar fin a todo aquel absurdo, y ya estaba. Su absurdo –contestó Coi-. El que se aburría era él ¿Se iban a poner filosóficos ahora? Si quería entablar un debate, que se pusiera cara a la pared y a discutir con Nave, que era buena conversadora. Ahora que la tenía a su servicio le daría unas respuestas cojonudas.
NAVE. Haz capturado. Comienza decodificación.
El pequeño hilo de luz era eso: sólo un pequeño ínfimo destello de espectro normal; pero lo más importante: de “velocidad normal”. Bastante más rápido cualquier nave militar riana. Ni falta que hacía emplear grandes recursos: una sonda interceptora de rayos portadores t-n-alfa y ya estaba. Contando con el conocimiento de las coordenadas de emisión aportado por Nave, era suficiente. En comparación, crear un planeta era un juego de niños.
-La complejidad es tanta que Nave tardará por lo menos… Como mínimo quince sics. Lo suficiente para llevar a cabo su plan.
Sí, sí, ya… Aclaración para Coi: tan sólo unos cuantos sics. Era su nave la que estaba traduciendo. La suya sólo era enlace. Así que a ponerse cómodos.
-¡Ñec! Sólo pude quemarlo, no desintegrarlo. Mis privilegios en Nave estaban capados por tu otro maldito cincuenta por ciento. Como siempre calculé mal tu capacidad de innovación para resolver la reconstrucción del papel.
A ver, menos lamentaciones ¿Una partida de Tot, como en los viejos tiempos? ¿”Una mierda” para él? Siempre tan terco. Le hacía una proposición y mira como se ponía. Beno, si jugaba le dejaba intentar convencerle. Y que no se preocupase por la posición militar de su morpho, terminaría acostumbrándose. Combinaba fabulosamente con los decorados de Nave.
-No me mires así. Bueeno. Nave, orden revocación estado militar; orden estado normal.
¡Ooooh...! ¡Qué bien se veía con los colorines! Sí, esto le gustaba a él también. Así no se aburrían ¿Qué coño estaba diciendo? A dejarse de chorradas, que ya no eran niños.
-Dime la verdad, ¿por qué quieres acceder al pasado una vez más? Lo habíamos dejado, ¿no? ¿Para alterar a tu conveniencia todas las líneas temporales? ¿Todo sólo por satisfacer tu capricho de poder? ¿No te das cuenta que tarde o temprano eso se volverá contra ti? Por desgracia sé perfectamente que eres capaz de todo, bien te conozco. Hubo un tiempo en que eras dinámico y pasional, pero no malvado. Yo bien sé que no he sido un santo, pero se acabó el vivir torcido y retorciendo.
Dart, como si sufriese sordera.
-Venga, Nave, emite un tablero de Tot. Es el mejor juego de toda la Historia, nunca superado, y mi favorito. Parece mentira que sea tan antiguo y no haya sufrido la más mínima modificación.
El morpho recogió la emisión energía-materia y se dispuso a colocar sobre la mesa de operaciones torres, caballos, peones...
-Aunque no lo creas, he venido desde muy muyyy lejos, para volver a deshacer el camino y llegar al mismo punto, y sólo por ti. Sólo me valía tu compañía, ¡coño! La verdad es que no me atrevía a dar el paso que deseaba dar sin tener a alguien al que apreciase a mi lado.
Muy halagadoras palabras pero... “vete al ñec, Dart. Oh sí, por favor: vete al ñec ¿Te vas a ir al ñec?”
-Pero mira qué eres, Coi...