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Introducción

“La vida de cada hombre representa un camino hacia sí mismo”.

—Hermann Hesse

¿Liderazgo auténtico o prestado?

¿Quién soy, en verdad? Esta puede ser la pregunta más importante que hagamos. Piensa en esto: ¿a quién miras primero cuando ves una foto en la que aparecen algunos de tus familiares y amigos junto contigo? Sí, admítelo, te miras a ti mismo. Estamos diseñados para mirarnos a nosotros mismos. Queremos conocernos a nosotros mismos.

Cuanto más nos conocemos, más entendemos qué es aquello que nos hace grandes y cuáles son esos bloqueos mentales que hemos ido instalando a lo largo de nuestro camino. Y entre más nos conocemos, más adaptables y valientes nos volvemos a medida que aprendemos a confiar en nosotros mismos sin importar lo que pase a nuestro alrededor. Nuestro verdadero yo no está atado a las circunstancias. “Conócete a ti mismo” es una frase que estaba inscrita sobre la puerta del oráculo en Delfos y se convirtió en el lema que les ayudó a miles de personas en la antigua Grecia a enfrentar sus mayores desafíos.

¿Qué sucede cuando ignoramos la pregunta: quién soy yo? De forma inconsciente, podemos dirigir nuestra vida a partir de un conjunto de ideas prestadas sobre quiénes somos, como por ejemplo: “Debería actuar a la fija, ser amado, productivo, especial y tener el control de mi vida”. Es posible que hayamos recogido estas creencias de nuestra familia, de amigos y colegas, de nuestra cultura o de otras fuentes de condicionamiento. Y por un tiempo, todas esas ideas prestadas nos ayudan a llevar una vida plena… hasta que no nos funcionan más, pues la fijación en cualquier idea tiende a convertirse en una limitación. El apego a la seguridad es generador de temor; un enfoque en ser querido conlleva a traicionar nuestros propios ideales; la necesidad de sobresalir terminará por ejercer una presión excesiva sobre nosotros y sobre los demás; la obsesión por ejercer control conduce al aislamiento y la rigidez; y la necesidad de ser especial tiende a causar arrogancia, así como a la tendencia a hacer juicios de nosotros mismos y de los demás. La pregunta es: ¿en verdad queremos guiarnos a nosotros mismos y a quienes nos interesan basándonos en un conjunto de ideas prestadas? O por el contrario: ¿deseamos vivir y liderar desde una posición que refleje quiénes somos realmente y sin importar lo que otros nos hayan enseñado?

Vivir basados en ideas prestadas parece ser un hecho inevitable. Al comienzo de nuestra vida, aprendemos un conjunto de valores perteneciente a nuestros cuidadores primarios; luego, vamos a la escuela y aprendemos sobre cómo encajar en el mundo externo; después, obtenemos un trabajo en el cual estamos influenciados por la cultura de nuestra organización. Y al mismo tiempo, la publicidad siempre está enseñándonos cómo llevar nuestra vida a cada paso del camino. Si no somos conscientes de esto, terminaremos por pasarnos viviendo siempre de acuerdo con las ideas que en realidad son de los demás. Esa es una mala noticia.

LIDERAZGO DE CRECIMIENTO

—TRANSFORMANDO LOS COCODRILOS EN BÚHOS

Sin embargo, también hay muchas buenas noticias. En lugar de vivir de valores prestados, tenemos la opción de abordar tanto la vida como el liderazgo desde un punto de vista diferente, como una gran aventura que nos llevará a aprender sobre quiénes somos realmente y a vivir desde esa perspectiva cada vez más auténtica. A esto lo llamamos ser líderes de crecimiento. Los líderes de crecimiento abordan cada momento como una oportunidad para el autodescubrimiento, la contribución y la excelencia. La palabra “liderazgo” proviene del término inglés “leith”, que significa “morir”. Cuando nos comprometemos con el liderazgo de crecimiento, estamos dispuestos a dejar morir —a dejar ir— aquellas partes que no corresponden a nosotros y que hacen parte de ese nosotros prestado que somos para disponernos a crecer más y convertirnos en quienes en verdad somos todos los días y así servir desde ese lugar lo mejor que podamos.

¿Por qué nos aferramos a nuestro ser prestado, como por ejemplo, a ser perfectos, amados, los mejores, en control de todo y especiales, incluso cuando todos esos conceptos nos limitan? Exploraremos esta pregunta a profundidad, pero en resumen, todas estas dinámicas internas que son tan limitantes están basadas en el miedo. Parte de nuestro Sistema nervioso, el factor primitivo reptiliano, es un gran productor de miedo y nos genera estos pensamientos y comportamientos inhibidores que llamaremos nuestros “cocodrilos”. Desde esta perspectiva, crecer en nuestro ser auténtico es desaprender el miedo —domesticar nuestros cocodrilos internos y ponerlos bajo el dominio de las partes más sabias de nosotros mismos a las cuales llamaremos nuestros “búhos”.

A medida que avanzamos en este viaje de crecimiento durante el cual la meta es domar a nuestros cocodrilos y desarrollar nuestros búhos nos conectamos con una fuente infinita de satisfacción, innovación y conexión. Cuando Gallup encuestó a miles de gerentes con respecto a cómo retener a sus empleados más talentosos, descubrió que la mitad de los factores que interviene en este logro está relacionada con proporcionar una cultura que fomente el aprendizaje y el desarrollo. Nos encanta aprender y, cuando nos convertimos en nuestro principal campo de estudio, nos garantizamos una serie de descubrimientos que dura toda la vida. El autodescubrimiento motiva y no es un destino. Es un viaje sin fin. Nunca terminaremos de descubrir quiénes somos realmente y cómo servir desde esa posición.

PRESENTANDO LA PREGUNTA

“¿CÓMO ESTOY CRECIENDO?”

Practicamos el liderazgo de crecimiento manteniendo la curiosidad sobre esta pregunta: ¿quién está impulsando mis comportamientos en este momento, mi pensamiento prestado, basado en el miedo o mi ser auténtico y sabio? O en otras palabras, ¿quién está hablando ahora, el búho o el cocodrilo? Para abordar esta investigación como un viaje, es muy útil agregar otra pregunta: ¿cómo estoy creciendo? Esta pregunta tiende a invocar una sensación constante de exploración y fascinación.

“¿Cómo estamos creciendo?” es una pregunta diferente a una que solemos hacer: “¿Cómo estás?”. Tendemos a responderla: “Bien”, “Ocupado”, “Muy bien” o tal vez de ninguna manera. Sin embargo, “¿Cómo estás?” es una pregunta que ha ido perdiendo significado para la mayoría de nosotros.

Observa lo que sucede cuando preguntas “¿Cómo estoy creciendo?”. ¿Cómo estoy creciendo cediendo menos a mis temerosos impulsos de cocodrilo? ¿Cómo estoy creciendo al actuar más desde mi sabio búho incluso si aún no me resulta cómodo hacerlo? ¿Cómo estoy creciendo en sabiduría cuando miro un desafío con ojos de búho en lugar de ceder ante mis reacciones basadas en el miedo? ¿Cómo estoy creciendo cuando pienso en que deseo convertirme en una persona cada vez menos impedida por pensamientos de cocodrilo? Es posible que al principio no conozcas las respuestas. Y aunque estas preguntas te hagan sentir como un paciente o como un dinámico detective, es muy probable que descubras cierto aprendizaje en ellas. Cuando te permitas pasar un tiempo haciendo estas nuevas preguntas, no dudes en aprovechar algunas fuentes inesperadas de fascinación e inspiración.

BENEFICIOS DEL LIDERAZGO DE CRECIMIENTO

Una y otra vez, he sentido gran alegría al hacerme la pregunta “¿Cómo estoy creciendo?”, puesto que me ha permitido seguir descubriendo más de lo que es la realidad sobre mi mundo y sobre mí sin tener que juzgarme, ni arrepentirme. Al preguntarme “¿Cómo estoy creciendo?”, he comenzado a ver la vida como un proceso de crecimiento en el cual hay un inmenso perdón por mis errores. Ya no me preocupo por mi destino; saber que he logrado cierto crecimiento a lo largo del viaje me ha ayudado a disminuir los juicios que hacía sobre mí mismo. Si doy un paso en falso o hago algo por lo que antes me habría castigado, no me detengo en eso. Más bien, aprendo la lección y sigo adelante. No me aferro a nada. Otra forma de ver el perdón es comprendiendo que perdonar es negarse a aferrarse al dolor del pasado. Cuando no me estoy aferrando a errores pasados, estoy disponible en el momento presente y me dispongo a hacer uso de todas mis facultades en ese mismo instante.

“¿Cómo estás creciendo?”. Hemos descubierto que esta pregunta siempre proporciona orientación y fortaleza. Y cuando les pedimos a los líderes y equipos que analicen la pregunta “¿Cómo estás creciendo?”, algo cambia. Su energía aumenta y surge un nuevo conjunto de ideas sobre cómo abordar los desafíos del día. El simple hecho de preguntarles “¿Cómo estás creciendo?” frente a un desafío, desata en las personas ideas que antes no eran visibles para ellas. Hacer comentarios difíciles se convierte en la práctica de compartir una perspectiva humilde, honesta y cuidadosa, con total desprendimiento de los resultados; trabajar para alcanzar un objetivo extenso se convierte en una práctica en equipo consistente en dar lo mejor de nosotros, crecer más de cerca y cuestionar las creencias limitantes que hicieron que antes el objetivo pareciera imposible de alcanzar y el manejo del estrés se convierte en un ejercicio de aprender a decir un “no” firme a lo que ya no nos sirve y un “sí” sincero a lo que sí nos funciona. El liderazgo de crecimiento abre nuestros ojos a recursos hasta ahora ocultos dentro de nosotros mismos y de los demás. A medida que nos damos cuenta de quiénes somos realmente, descubrimos más de nuestra riqueza interior.

¿Alguna vez has estado en una reunión en la que la gente hablaba, pero no hubo una conversación real? Quizás, estaban diciendo lo que se esperaba que ellos dijeran y no lo que fuera verdad. ¿Quién estaba hablando? ¿Sus sabios búhos o sus cocodrilos a la defensiva? Lo más probable es que fue un intercambio de cocodrilos. Cuando nos comprometemos a conocernos a nosotros mismos, aprendemos a conectarnos con otros desde ese lugar más auténtico: nuestro búho. Ponemos más de nuestro verdadero yo en la conversación. No “lo decimos por teléfono”, sino que estamos completamente presentes en la conversación. Y cuando estamos más presentes, nuestra actitud alienta a otros a hacer lo mismo. Por lo general, en los talleres que dirijo les pedimos a los líderes del grupo que compartan de manera vulnerable cuáles eran al comienzo sus verdaderas aspiraciones y temores con respecto a la reunión. Imagínate estar en una reunión donde tus gerentes se atrevan a compartir abiertamente sus verdaderas aspiraciones y temores. ¿No te inspiraría eso a ser también más transparente? En un ambiente de apertura, donde las personas han dejado caer sus máscaras de cocodrilo prestadas, las conversaciones son mucho más fluidas. En lugar de preocuparnos por vernos bien, nos enfocamos en la verdad sobre los temas en cuestión. Los elefantes en la sala ya no crean tensión, puesto que ahora los temas se discuten y exploran en conjunto y se convierten en oportunidades de aprendizaje y unión. Una mentalidad compartida de curiosidad interna sobre quiénes somos realmente, más allá de ser las versiones prestadas de nosotros mismos, nos conecta entre nosotros y con las cosas reales de las que necesitamos hablar. El liderazgo de crecimiento nos ayuda a relacionarnos con mayor plenitud tanto con nosotros mismos como entre los presentes.

ELIGIENDO UN VERDADERO CRECIMIENTO EN ARAS DE OBTENER ALGÚN RESULTADO

Existen, por lo menos, dos formas en las que podemos abordar nuestro viaje de crecimiento: creciendo para llegar a algún destino que tengamos en mente centrándonos solo en el resultado o eligiendo el crecimiento en sí mismo y estando completamente abiertos a ir hacia donde este nos lleve. Cuando elegimos el crecimiento con un destino predeterminado en mente, limitamos nuestra expansión definiendo los resultados en función de lo que sabemos: nuestras ideas prestadas. En cambio, cuando elegimos el crecimiento sin agenda como una brújula que guíe nuestra vida, es casi seguro que, mediante esa decisión, generaremos fascinación, inspiración, creatividad y poder sin fin.

Cada vez que me miro a mí y a los demás, compruebo que, en lugar de elegir el crecimiento separado de los resultados, muchos de nosotros hemos aprendido a vivir bajo una mentalidad de crecimiento enfocada en obtener algo. Seguimos diciéndonos que queremos llegar “allí”, a algún destino: a obtener bien sea resultados, aprobación, respuestas o la certeza de llegar a nuestro destino. En otras palabras, todo pareciera indicar que hemos creado un mundo que nos impulsa a querer obtener siempre más e incluso a expensas de dejar de ahondar con más profundidad hasta llegar a convertirnos en quienes en verdad somos. Cuando me detengo en un semáforo en rojo, veo gente a mi alrededor que va en su auto y está revisando su teléfono celular y siento un impulso que me invita a hacer lo mismo. Me pregunto: ¿qué tanta satisfacción estamos encontrando en los correos electrónicos, en los mensajes de texto y en las aplicaciones? ¿Nos estamos centrando tanto en obtener lo que creemos que queremos —un mensaje de texto de un amigo, un correo electrónico de nuestro jefe, un puntaje de un juego, un “me gusta” en Facebook o un seguidor en Instagram— que olvidamos que lo que en realidad nos debe importar es ir en busca de satisfacción duradera?

El hecho de dejarnos absorber por el objetivo de conseguir algo suele conducirnos, por ejemplo, a sentir cierto desinterés por el buen estado de nuestro ecosistema, lo cual resulta en desastres ecológicos; también puede conducirnos hacia una brecha económica cada vez más profunda —“cada vez recibo más y tú recibes menos”— y a una tensión social cada vez mayor a medida que diferentes grupos se señalan entre sí, tratando de obtener validación de sus respectivas cosmovisiones prestadas y de sus diversas formas de vida. Lo que este tipo de resultados indica es que quizá nuestra “mentalidad de obtener”, una de las ideas que hemos tomado prestadas del pasado de manera colectiva, sobrevivió a su verdadera utilidad.

Muchos de nosotros como que sentimos que estamos al final de una era. Tenemos preocupación por la vida que nuestros hijos y nietos tendrán en este mundo que dejamos atrás, lleno de agitación política, social, económica y ambiental. La depresión, la ansiedad y otras afecciones sicológicas están en su punto más alto. Las empresas están gastando cantidades exponenciales de dinero para brindarles tratamiento sicológico y apoyo a sus empleados. Según Gallup, el nivel de compromiso de los empleados en los Estados Unidos ronda alrededor del 30%. ¿Deseamos continuar en esta dirección? ¿O lograremos dejar atrás nuestros cocodrilos y construir un entorno que fomente verdadero crecimiento y aprendizaje?

UNA GUÍA DE CRECIMIENTO

Escribí este libro para que nos sirva de guía en nuestro viaje de crecimiento hacia quienes realmente somos, yendo más allá de nuestras ideas prestadas con respecto a nosotros mismos y al mundo; para que nos ayude a expresar nuestra verdadera esencia al mismo tiempo que inspiramos a otros a hacer lo mismo. Esta lectura es un reflejo de los aprendizajes que tanto otros como yo hemos experimentado a lo largo de nuestra búsqueda por descubrir nuestro ser esencial y por llegar a ser líderes en el mundo que amamos y cuidamos a quienes nos rodean. A esto lo llamamos ser líderes de crecimiento. Como líderes de crecimiento, vemos cada momento, cada interacción y cada cambio como una oportunidad —una posibilidad para ser 100% quienes somos ahora y hacernos presentes desde esa nueva perspectiva; para convertirnos cada vez más en quienes en verdad somos y para ayudarles desinteresadamente desde ese lugar auténtico a otros al tiempo que damos lo mejor de nosotros mismos.

Hemos estructurado este libro a propósito. Está organizado con base en viajes de liderazgo que hemos guiado durante décadas bien sea con líderes de organizaciones, equipos y familias —grandes y pequeños.

Emprendemos el viaje sumergiéndonos más en cómo crecemos y evitamos crecer; luego, nos preparamos para nuestro primer gran paso: elegir un propósito, un llamado en el que deseemos crecer y servir. Una vez lo hayamos definido (a menudo, evoluciona con el tiempo), pasaremos a estudiar el núcleo del asunto con mayor profundidad: nosotros mismos. ¿Cómo usar todo lo que hay en nuestro mundo interno y externo como fertilizante para desarrollar nuestro potencial al máximo? ¿Y cómo y dónde deseamos contribuir? Seguiremos observando qué es posible aprender de nuestros miedos —nuestros cocodrilos— y cómo domarlos, cómo equilibrar los estilos de liderazgo orientados hacia el cerebro derecho e izquierdo y cómo investigar y descubrir cuáles son nuestras creencias limitantes más rígidas para así desbloquearlas y llegar a una verdad más profunda en tanto que aprendemos de las historias contadas por grandes líderes que ya han recorrido este camino o lo están recorriendo en la actualidad. En el proceso, estudiaremos cómo cultivar una fascinación inquebrantable por nuestros aprendizajes, hecho que nos ayudará a superar el viejo condicionamiento de los cocodrilos que nos dice que abandonemos este viaje hacia nuestro ser auténtico por completo. Nuestros cocodrilos son formidables defensores del statu quo. ¡Quizá, ya te estén diciendo que dejes de leer en este instante, ya que este viaje hacia ti mismo no los llevará a ellos a ninguna parte!

Después de esta autoexploración más profunda, veremos cómo hacer para ayudarles a otros a crecer. Examinaremos cómo lograr emplear cada conversación y cada interacción como una oportunidad para el desarrollo interno mediante la cual ambas partes salgan sintiéndose mucho mejor, más maduras. Y al final, aprenderemos cómo entrenar e inspirar a otros —uno a uno y a muchos— para que entre todos sepamos guiar a quienes nos rodean a adoptar una mentalidad de liderazgo de crecimiento, transformando juntos y día tras día a nuestros cocodrilos en búhos.

¿Cómo usar este libro? Tú decides. Puedes leerlo haciendo el viaje en el orden en que está presentado o comenzar tu viaje en cualquier capítulo en el que te sientas atraído en particular. Cada capítulo te brinda sus propias herramientas independientes para el crecimiento y al final de él encontrarás preguntas de trabajo de campo que te ayudarán a practicar dichas herramientas. Esta lectura no es una “tarea”, así que implementa lo que veas que te sirva y olvídate del resto.

Este es también un manual complementario. Lo uso en mi trabajo de liderazgo con clientes, incluso en los cursos de “Líder como entrenador” que dicto en Columbia Business School Executive Education. Si lo prefieres, realiza el viaje descrito a lo largo de estas páginas por ti mismo o junto con otros, lo que tenga más sentido para ti. Sin embargo, hacer parte del trabajo de campo junto con alguien de tu entera confianza es una excelente manera de profundizar tu aprendizaje.

Muchos de nosotros, incluido yo, hemos emprendido este y otros viajes de crecimiento varias veces, ya que siempre nos proporcionan nuevas ideas. Podrías leer este libro una vez; luego, regresar y hacer las prácticas de trabajo de campo; también puedes seleccionar un capítulo en particular, uno que creas que te ayudará a crecer en una determinada situación que estés enfrentando; otra forma de sacarle provecho es tomando un párrafo o una frase y escribir sobre esto en tu diario… tú decides cómo usar este material en aras de tu crecimiento.

BIENVENIDO

Al leer todas y cada una de estas páginas, quizá pensarás: “¡Pero me gusta mi vida tal como es!”. Aun así, tómate un momento para escuchar qué dice lo más profundo de tu ser. ¿Qué te dice tu corazón? El corazón es la brújula que ha guiado a muchos de los grandes líderes antes que nosotros, si no a todos. Pregúntate: “¿Qué pasaría si muriera en un año? ¿Cómo querría vivir? ¿Qué me gustaría descubrir? ¿Cómo me relacionaría con los demás? ¿Cómo mejoraría los sistemas de los que formo parte (mi familia, mis organizaciones, mi negocio)? Y en una escala del 1 al 10, ¿cuánto me gustaría conocerme a mí mismo? ¿Conocerme realmente, sin miedo?

Observa cómo te parece esto: ¿qué pasaría si cada momento se convirtiera en una oportunidad para ser más tú mismo, aprendiendo quién eres en realidad y dando lo mejor de ti desde un lugar cada vez más auténtico? ¿Qué pasaría si lograras dejar de reaccionar ante tus miedos o de basarte en valores prestados? ¿Si consiguieras liberarte de los cocodrilos que han estado limitándote?

El próximo capítulo de la vida siempre comienza en este momento. Esta lectura te desafiará a profundizar en tu propia vida y en tu liderazgo. Sigue preguntándote: “¿Cómo estoy creciendo?” y avanza hacia lo que sea que te dicte tu interior.

Me siento agradecido por la oportunidad de ofrecer estos escritos para compartir con los lectores un camino que nos guíe en nuestro crecimiento. Es mi profunda intención que las páginas siguientes toquen tu corazón y te guíen tanto a ti como a quienes te rodean hacia una libertad cada vez mayor, a sentir amor propio y por nuestro mundo. Deja ir lo que crees saber sobre ti y ábrete a darle paso y a experimentar ese nuevo ser que habita en tu interior.

¡Disfruta esta lectura y el camino que tienes por delante!

Domando tus cocodrilos

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