Читать книгу El hombre y la madera - Ignacio Abella - Страница 7
ОглавлениеIntroducción
He concebido este trabajo no como la «Guía práctica del trabajo de la madera», sino más bien como una guía para empezar un camino largo y bello, que sin duda tiene tanto que ver con la evolución del ser espiritual como con las destrezas físicas y mentales. Las técnicas que se utilizan preferentemente para una cosa, aplicadas con visión pueden servir para muchas otras. Renuncio, pues, a desarrollar las mil formas de aplicar estas técnicas y dejo paso a la imaginación del artesano.
He tratado de dar a conocer las técnicas para hacer las cosas uno mismo, no porque la autosuficiencia esté de moda y pensemos que hay que tender hacia ella, sino porque se puede gozar de esta manera y nuestros actos se convierten en los actos de un ser responsable. El despilfarro desaparecería si todos hiciéramos las cosas por nosotros mismos.
«El hombre y la madera» alude a que aquí se hablará de la relación de estos dos seres. Un tratado de carpintería a la moderna diría «Las máquinas y la madera», pues ésta es la relación que existe hoy. Las carpinterías actuales parecen salas de máquinas, y en vez de la voz de las herramientas resuenan ruidos ensordecedores por todas partes. No hay que rechazar de plano las máquinas, pero cada cual habrá de ver si le interesan o no y cuáles.
Para que fluya el conocimiento de los distintos oficios y actividades, el hombre ha creado organizaciones como los gremios y cofradías, sociedades de obreros que se reunían para defender sus intereses e intercambiar experiencias, cuyo punto de unión era el trabajo, la ayuda mutua; de esta manera el saber se convertía en algo comunitario, vivo. El avance en el aprendizaje depende del desarrollo personal e íntegro del individuo, y así, en los gremios se cambiaba el nombre del compañero o socio, lo que simboliza en las distintas tradiciones espirituales el cambio de vida, la muerte del antiguo ser y el nacimiento del nuevo. Solían llamarse los compañeros con el nombre del lugar de nacimiento y unos apellidos que podían ser adjetivos, como «Corazón alegre», «Corazón leal», «Corazón fiel», «El decidido», «El pacífico», «El bienvenido»…
Otra característica de los gremios era la jerarquía, cuyo eslabón más bajo era el aspirante, que al ser aceptado se convertía en aprendiz. En esta etapa trabajaba durante cinco años, al cabo de los cuales se le ponía una prueba o trabajo relacionado con su oficio, y si era aprobado pasaba a ser compañero durante otros cinco años. Después, tras una nueva prueba, llegaba a maestro. Sin embargo, estas jerarquías tenían una validez relativa, que se manifestaba sólo en los numerosos rituales, pues ante una disputa todos los compañeros eran iguales.
En Francia, los compagnons debían dar una vuelta al país (antiguamente se hacía a pie), parando en las ciudades para trabajar con patronos que solían ser del mismo gremio. De esta manera, el obrero aprendía a trabajar con los distintos materiales, maestros y técnicas de diversas regiones, lo que sin duda representaba una formación amplia y sólida.
Antiguamente los gremios protegían al consumidor controlando la calidad de sus productos, prestaban auxilio en caso de enfermedad, repartían equitativamente el trabajo, y, como hemos dicho, contribuían con su organización al aprendizaje del oficio. Pero también ejercían coacciones: por ejemplo, estaba prohibido pasar de un oficio a otro y había una gran y obligatoria especialización en el trabajo (un sastre «de trajes nuevos» no podía remendar un traje viejo, ni un remendón hacer uno nuevo; un herrero no podía hacer una llave, etc.). Así los gremios cumplían la función de asegurar un trabajo justamente remunerado y se protegían de la competencia.
Los maestros, al menos los que yo entiendo por tales, han de enseñar el manejo de herramientas y materiales, pero sobre todo han de enseñar una actitud ante el trabajo, conducir al aprendiz al grado de control y de abandono que ha de estar presente en el carpintero como en cualquier otro oficio y actividad.
Recuerdo una frase de mi maestro Paco, en un momento en que me aceleré en el trabajo: «Tú tienes que estar tranquilo —yo dejo la lima y la sierra que estaba afilando y le escucho— aunque llueva y truene, aunque vaya a caerte un rayo encima —y se planta sacando el pecho— ¡tú tranquilo!».
A mi modo de ver, las técnicas, artimañas, artilugios y martingalas que enseña un maestro —y un maestro puede ser cualquier persona que transmita un conocimiento— sólo son dedos apuntando a la luna; no son la esencia de la enseñanza, sino la forma. Estas guías sirven para dar pie a que cada uno descubra su manera de hacer, pero nunca se terminará de aprender. «Vamos muriendo y aprendiendo» como dicen los viejos asturianos, y es que el camino de la madera es un camino con corazón y sin fin, capaz de llenar una vida.
No bastan conocimientos para trabajar con las manos, hay que alcanzar un ritmo que nos ponga en sintonía con el material y nos una a la herramienta como si ésta fuera una prolongación de nuestro cuerpo. Hay que comprender cómo trabaja cada útil y la naturaleza íntima del material que empleamos.
En este sentido, el cuerpo es punto de partida para el trabajo de la madera y la primera herramienta, por eso merece la pena tenerlo a punto, saber usarlo, no ir en su contra. Un oficio como el de leñador, carbonero, carpintero, etc., puede liberar o anquilosar el cuerpo, depende de cómo se utilice éste. El trabajo debe ser una forma de placer, de evolucionar en todos los sentidos, pero parece que esto está completamente fuera de la realidad en nuestra civilización, donde el trabajo ha llegado a ser un medio de obtener dinero y cada vez más cosas, o simplemente de subsistir. Tristemente vemos cada día más a menudo cómo los carpinteros y otros artesanos no aprecian su trabajo y lo hacen lo más rápido posible, sin importarles los resultados, el «tente horno mientras cobro» del refrán asturiano.
Manejar una herramienta es como tocar un instrumento: se aprende un método y cuando se conoce bien el útil, uno empieza a improvisar, a aprender armonía. Los autodidactas tenemos muchos defectos de forma por haber carecido en el momento preciso de una guía; cuesta igual aprender a armar bien una garlopa, que hacerlo mal. Los resultados son muy diferentes. Por eso me he extendido al tratar de la herramienta (quizá no todo lo que debía), esperando que los que inician sus trabajos bajo esta guía alcancen soltura con sus instrumentos y lleguen a hacer buena música.
El cuerpo tiene posibilidades increíbles; podemos desarrollar nuestra parte izquierda, y usando la mano, hombro y pie de este lado tendremos una visión completamente distinta. Podemos trabajar con los pies como si fueran manos. Así lo hacían antaño los cesteros; con una habilidad prodigiosa tejían con ambas manos y un pie mientras con el otro sujetaban la pieza. Los provenzales amasaban el pan pisándolo, con lo que era el peso del cuerpo y no la fuerza de los brazos la que trabajaba. Las lavanderas batían la colada con los pies…
También la respiración es esencial para llevar un ritmo y para mantener el estado de concentración y temple necesarios en el trabajo. Por ejemplo, es increíblemente efectivo al descargar el golpe con el hacha, la maza y otras herramientas pesadas, exhalar de pronto mientras se da un grito (¡hay sonidos más poderosos que otros!), pues la herramienta se dirige así con mayor precisión. También es importante llevar el vaivén de la respiración con el de la sierra o garlopa. Siempre, el momento de espirar corresponde al de cortar o hacer la fuerza.
El sonido de los materiales al golpearlos, cortarlos, etc. proporciona muchas señales sobre su estado, características, sobre la marcha del trabajo, y esto sirve no sólo para la madera sino también para el metal, la piedra y otros materiales. El oído es un auxiliar esencial para el artesano, casi tanto como la vista en algunos casos, y claro está, el tacto ocupa un lugar no menos importante.
El hecho de tener la herramienta afilada y a punto y el material adecuados, es la base de un buen trabajo y resulta fundamental para pasarlo bien durante su realización. El buen carpintero mima su herramienta y sus obras, pero esto no significa que debe estar apegado a ellas.
Y otra cosa evidente, pero que fácilmente se nos olvida: trabajar sólo cuando nuestra actitud sea positiva.
Las claves son consciencia, conocimiento de materiales y herramientas, equilibrio del cuerpo y actitud positiva, respiración adecuada, etc. No insistiré sobre ellas, pero cada uno debe descubrir su importancia por sí mismo. También he evitado repetir demasiado decir: «esto es muy importante», primero porque todo o nada es muy importante, y segundo porque cada uno tiene que descubrir qué es qué dentro del trabajo de la madera. «Cada maestrillo tiene su librillo».
Nada de lo aquí escrito está para llenar páginas, todo tiene un sentido real. Muchas cosas han quedado fuera, como carpintería de ribera, construcción de guitarras, violines, etc., marquetería, grabado en madera, toneles ovales y de otras formas, fabricación del papel, chapa de madera (contrachapados y chapeado), cestería, etc. Todas son interesantes, pero para empezar es suficiente con las que se exponen.
Sugiero que las cosas que aquí se apuntan, se tomen como preguntas más que como respuestas, de esta manera el empleo de esta información será creativo. Si tomáis todo al pie de la letra trabajaréis con mayor seguridad, pero aprenderéis bien poco.
FUENTES
Las cosas que aquí digo las he experimentado, visto o recogido de otras gentes que de una u otra forma trabajan la madera; o recopilado de librotes, algunos modernos, otros antiguos, de todo un poco. Las cosas que no he hecho ni visto hacer las he expuesto lo más detalladamente posible, para hacerlas yo un día y para que cualquiera de vosotros sea capaz de realizarlas también. Puede haber lagunas, lo cual es comprensible dado que la poca información que existe está en general desperdigada y el saber de muchos oficios y artesanías lo tienen hoy unos pocos viejos que al morir se lo llevan a la tumba por falta de aprendices.
Esta obra es una recopilación, entre otras cosas, de un saber ancestral que hoy se pierde día a día, mientras se derrochan esfuerzos para alcanzar la luna y destruir más rápida y eficazmente.
Hay que saberse ignorante para preguntar a abuelos que no saben escribir, pero conocen secretos para hacer las cosas de una manera sencilla y acorde con la Naturaleza.
Es una labor bella que cualquiera puede llevar a cabo, la de responsabilizarse de la recuperación del saber y recogerlo como un tesoro, tan minuciosamente como se pueda. Se pueden tomar medidas de una lera y planos perfectamente detallados, pero de nada valdrán si no conocemos las maderas de que se hacen las distintas piezas, capaces de darle resistencia y ligereza donde se precisa. Se trata, pues, de recoger la información necesaria para construir el artilugio o llevar a cabo el trabajo. Y para ello hay que adoptar la disposición del constructor, del que quiere copiar una idea u obra y abre bien los ojos y mira con calma, preguntándose todo.
He rebuscado hasta el fondo para encontrar un camino real y consecuente, donde las técnicas estuviesen verdaderamente al alcance de la comprensión y realización y los procesos fuesen completos, pues la experiencia me dice que cuanto más completo es un camino y más se profundiza en él, mayor es la satisfacción que produce el caminar.
Como iréis viendo, la mayor parte de la información corresponde a técnicas tradicionales de Euzkadi y de Asturias, por la simple razón de que es en esas regiones por donde siempre me he movido.
El autor nos comunica que puede escribírsele a Integral para más información sobre lo tratado, que intentará ampliar en la medida de lo posible. También espera a su vez recibir información, sugerencias y colaboraciones de todo tipo sobre esta obra y sobre los metales (herrería) y los animales domésticos.
BIBLIOGRAFÍA
Como orientación para quien desee ampliar sus conocimientos, he escogido éstos de entre los muchos libros que he utilizado, dejando de lado otros que ofrecían escasa confianza o con muy poca información interesante:
— Manual del carpintero ebanista, Librería Salesiana *.
— Tecnología de la madera, Librería Salesiana.
— N.W. Kay, Carpintería de armar y de taller, Ed. Gustavo Gili.
— Wollmann, Trabajos manuales para jóvenes, Ed. Labor.
— Heinrich Höner, Alrededor del trabajo de la madera, Ed. Reverté.
— El arte de construir muebles, Ed. José Montesó.
— Trabajo manual de la madera, tomos I y II, CEAC ed.
— D’Alambert y Diderot, Enciclopedia francesa.
— Diccionario enciclopedico, Ed. Espasa-Calpe *.
— La madera, Ed.’Blume.
— Marcelino García López, Manual del carpintero y ebanista, Librería de Cuesta, Madrid 1879.
— J.M. Feito, La artesanía popular asturiana, Ed. Ayalga.
— Le cataloge des ressources, Ed. Libraire Paralleles.
— André Leroi-Guorgan, L’Homme et la matiére. Milieu et techniques, Ed. Albin Michel.
— A. Boekholt, Manos hábiles, Ed. Vilamala.
— Abate Rozier, Diccionario de agricultura, Ed. Ignacio Boix, Madrid 1843, trad. Juan Alvarez Guerra.
— Enciclopedia del hogar, Ed. Sopena *.
— Cobijo, Ed. Blume.
— Garmendia-Larrañaga, De etnografía vasca, Ed. C.A.P. de Guipúzcoa.
— Garmendia-Larrañaga, Artesanía vasca, Ed. Auñamendi.
— R. Wearing, 200 recursos para el trabajo de la madera. CEAC ed.
— V. Rubio, Construcción en madera, tesis de la Escuela de Arquitectura de San Sebastián (sin publicar).
— J.M.a Soroa y C. F. Castro, Manual del Constructor y formulario, Bailliere e hijos, 1898 *.
— J.R. Segarra, Pintura y decoracion del hogar, Ed. Sintes. 1953 *.
— Manual de Manejo Forestal, Gobierno Vasco.
— G. Stokes, Práctica del torneado de la madera, CEAC ed.
— G. Stokes, Torneado creativo de la madera, CEAC ed.
*: Estos libros son especialmente útiles para quien busque más información sobre el capítulo IX.