Читать книгу Entre tantos otros del montón - Ignacio Nazapatto - Страница 8
Ánima, fe y esperanza:
negocio redondo
ОглавлениеFragmento de una entrevista para la revista Vova, edición del domingo 25 de enero de 1998. Carlos Tocarlos documenta el encuentro con el CEO de la fundación Habemus Chantapufi: Gurú Chaga.
En una entrevista exclusiva con el ser que nació con el don de lograr lo que no quiere y alejar lo que intenta alcanzar con la misma mano con la cual pretendía lograr tal hazaña, nos cuenta cómo es estar en sus zapatos, si es que logra alguna vez ponérselos…
Gurú Chaga: Es muy difícil por momentos, a veces tardo cuarenta y cinco minutos para salir, otras veces una hora y cuarto, solo porque las cosas se me resbalan de las manos o, meramente, porque cuando intento ponerme algo de ropa, mis brazos y mis manos parecieran querer jugarme una broma: lo que quiero agarrar lo empujo o lo golpeo y se cae, y eso no es lo peor, a los veinticinco descubrí algo terrible…
Carlos Tocarlos: ¿Ahí fue entonces que descubriste que sos adoptado?
GC: No, ¿qué tiene que ver eso? No. Descubrí que todo lo que siempre deseé le pasa a la gente a mi alrededor; entonces, empecé una agrupación semiespiritual con fines de lucro, la nombré “Habemus Chantapufi”. Al cabo de unos nueve meses, ya había músicos emergentes de todas las edades con brillantes futuros, compositores aclamados, científicos curiosos, astronautas en trámites espaciales.
La fundación, a la que tanto le agradezco, está a nombre de mi esposa. Yo me dedico a desear que me vaya bien y que mi fundación sea próspera, y por eso funciona, bueno, por eso y porque ella es contadora…
CT: ¿Alguna vez te han pedido cosas ridículas o algo así como descabellado? Bueno, digo, si se puede contar, después de todo solo son las ilusiones del pueblo, ¿no?
GC: A veces hay gente que se acerca a pedir cosas muy ridículas. Me he encontrado largas jornadas concentrado, deseando auto nuevo, volverme rico o la compañía de un fornido hombre de tez oscura (este último fue el más hilarante, viniendo de un hombre de setenta años bien añejados y con distinción). Todo esto se cumplió al cabo de unos meses, y la gente estaba feliz con sus resultados. Esto no es un milagro ni una paradoja; como siempre pensé, esto es la prueba fehaciente de que la ley de atracción no se siente atraída por mí, pero que quiere que la note menearse bien de cerca.
CT: ¿Cómo fue que conociste a tu esposa? Me imagino que no estabas ni deseando ni esperando conocer a nadie, ¿verdad?
GC: No (ríe con una carcajada corta). Bueno, yo trabajaba de limpiar fosas sépticas, en ese entonces no era consciente de mi don, y conseguí el trabajo menos deseado, por mí, al menos. Lentamente, me fui quedando solo, haciendo el trabajo que hacíamos entre tres: uno se ganó la lotería y el otro consiguió trabajo como cantante, y eso que ni cantaba ni nada.
CT: ¡Qué bárbaro! ¿Y ahí tuviste esa epifanía que cambió tu vida?
GC: Eh, no… un día estaba caminando por costanera y empecé a sentir apetito, empecé a desear comida. Miré mi riñonera y no tenía dinero, entonces comencé a delirar, a desear comida gratis, y de pronto, sin razón aparente, los puestos comenzaron a regalar sus productos con total alegría, pero cada vez que yo me acercaba, ya no tenían nada para darme.
CT: ¿Ni pan?
GC: Ni hielo. Pero, bueno, ahí me di cuenta de que algo tenía que ver lo que hoy llamo “don” y en ese momento era una mera coincidencia. Cuando volteé, ahí estaba una hermosa mujer que me compartió su comida, y así es cómo, casi al mismo momento, me hice consciente de mi habilidad y conocí a la mujer que amo. Desde entonces, nunca más nos separamos.
CT: Qué incómodo debe resultarles ir al baño (ambos ríen notoriamente cordiales). Hermosa historia, la verdad, fue un placer haber compartido esta muy breve entrevista con usted.
GC: ¡El placer es todo suyo y me deseo lo mejor!
CT: Gracias por eso y yo también le deseo lo mejor.
Así terminaría la última y tal vez única entrevista a este peculiar e infame personaje. Hoy en día la fundación del Gurú Chaga es el principal foco infeccioso de urticaria espiritual de los últimos años.