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ACTOS DE DISCIPLINA

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Publicado en El guarda fronterizo (Graničar, Zemun),

un periódico de los ustachi croatas.

Anteayer por la noche, una escuadra de la seguridad pública de los ustachi que andaba tras los pasos de Novak Maričić en Batajnica, junto a Zemun, registró el piso de Monika Vranić, la excolaboradora de La disposición y otros zeitungen.[*] La operación, a pesar de haber sido cuidadosamente organizada, resultó infructuosa.

Los ustachi, con el sargento Pavo Domitrović al frente, le mostraron a Vranić una orden de registro basada en cierta información suministrada por una fuente anónima según la cual Novak Maričić, de veintitrés años, encontraba refugio ocasional en su piso. Monika dijo que se trataba de rumores infundados y que se había trasladado a Batajnica precisamente para evitar los insoportables cotilleos en Zemun. Los ustachi se disculparon por entrar en la casa y registrarla. Ella, a su vez, lo hizo por el desorden.

Algo inesperado sucedió cuando los ustachi intentaron entrar en el lavabo. Domitrović vio que algo se movía allí dentro, reaccionó de inmediato y disparó.

En el oscuro lavabo no se movió ningún bandido o animal, ni siquiera la palanca de la cisterna. A quien le había dado de lleno el sargento con su disparo era a Monika Vranić, que no había respetado las instrucciones de los ustachi: «Quédese en la cocina hasta que finalicemos con el registro», y había ido a orinar. Como también había desobedecido una segunda regla: «Los civiles no tienen derecho a utilizar chalecos antibalas», a pesar de que el disparo fue certero, Monika Vranić sobrevivió.

Tras pedirle nuevamente perdón, le confiscaron el chaleco. Unos minutos después, dos jóvenes vestidos de negro salieron de la cocina con una pistola y una botella de aguardiente.

—Siento haberla molestado y también siento haberle disparado. No puede usted ni imaginar cuánto lamento el trágico destino de su hermano —las palabras del sargento Domitrović estaban salpicadas de compasión—. Lo conocía bien, tuvimos el mismo patrón —dijo, refiriéndose a Hugo Boss.

A continuación, Domitrović la interrogó sobre el arma que habían encontrado, pues no disponía de la licencia correspondiente, y también sobre el chaleco antibalas.

—La pistola era el arma de reserva de mi hermano… y el chaleco antibalas, su chaleco antibalas de reserva. Conservar su pistola… y más todavía vestir una prenda que algún día él mismo llevó, son para mí el modo más completo… de evocar a mi hermano —dijo Monika Vranić.

—De nuevo habla usted de forma ambigua, lo mismo que en su discurso el día de nuestro desfile en el centro de Zemun —dijo Domitrović—. Así que dígame, por favor, ¿qué quiere decir con eso?, y, sobre todo, ¿qué quiso decir usted aquel día del desfile, el 12 de julio?

Monika aseguró estar demasiado agotada como para ponerse a discernir qué había querido decir el día del primer desfile de los ustachi por el centro de Zemun. Así las cosas, la escuadra de seguridad pública le confiscó también la pistola y con cierta consideración se retiró de su vivienda.

Los «negros» fueron luego a visitar las casas de sus vecinos para preguntarles sobre Maričić. Con las correspondientes órdenes de registro por delante, Domitrović y sus chavales entraron sólo en dos casas. En una hallaron a una familia húngaro-croata y en la segunda, algún que otro serbio. Mientras que la primera atendió a los ustachi con sumo gusto, aquel pobre tipo de origen serbio opuso cierta resistencia, seguramente tratando de evitar que los ustachi viesen a sus hijos orinando en la cama y a su esposa regañándolos. Pero el grupo, con Domitrović al frente, demostró estar a la altura de las circunstancias. Como si el incidente en la casa de Monika Vranić los hubiese aplacado, decidieron no arrestar al serbio; si bien es cierto que tenían razones para hacerlo, pues el serbio les insultó y les dijo:

—El Poglavnik no se hace llamar primer ministro, a pesar de serlo, porque quiere hacer responsable de nuestra pobreza a su ministro de economía…

Entonces se oyeron unos ruidos. Algunos vecinos serbios acababan de salir de sus casas para apoyar verbalmente a su compatriota. Semejante complicidad ciega sólo puede encontrarse entre las filas de los comunistas.

La escuadra de la seguridad pública redactó una lista con unas pocas docenas de habitantes de Batajnica poco considerados y se la hizo llegar a los encargados al mando del capitán Viktor Tomić.

Por posesión de un arma sin licencia, Monika Vranić se enfrentará a un proceso judicial aparte.

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