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2. UNA EVOLUCIÓN NECESARIA

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«De eso se trata, de coincidir con gente que te haga ver las

cosas que tú no ves. Que te enseñe a mirar con otros ojos».

MARIO BENEDETTI

Hace algunos años me tropezaba con un mail que me llegaba desde Almería. En él, un político inquieto quería una reunión conmigo. A partir de ese día conocí a un hombre apasionado por su tierra y por su partido. Hasta aquí todo puede parecer normal, pero lo que no lo es tanto es encontrar a alguien tan querido por toda la estructura comarcal y nacional de un partido político y mucho menos con tantos años en primera línea.

Antonio Jesús se levanta todos los días para llevar a sus hijos a un colegio que está a media hora de coche de su pueblo, se acuesta pensando en política, sueña y se despierta con la gestión pública en su cabeza y, cuando esta le da algún respiro, le susurra algo relacionado con política. Con él he tenido la oportunidad de ver lo más ilusionante y lo más ingrato de este mundo tan complejo, la vida pública. Este nijareño es diputado por la provincia de Almería, sabe bien cómo se mueven los hilos de las formaciones políticas y conoce su tierra como nadie, a su gente y su idiosincrasia.

Si he aprendido algo estos años recorriendo miles y miles de kilómetros es que esto no va de siglas políticas; va de gente que, como Antonio Jesús, defiende y quiere trabajar por unas ideas, independientemente del color político que representen. Este abogado lleva años buscando el bienestar para su pueblo, acertada o equivocadamente, pero él no entiende la política de otra manera. Primero, el ciudadano; luego, el partido.

Antonio dice que el mejor destino para hacer turismo de cine es Almería. Yo digo que Tenerife. Ahí no nos ponemos de acuerdo. A ver cómo acaba la película…

EL BUEN PLAN

Los partidos, sea cual sea su origen, ya sean los que hoy mal denominamos «partidos clásicos» o las nuevas formaciones emergentes, basan su actividad en dos ejes fundamentales, la función política y la función electoral. Es verdad que en los últimos tiempos puede parecer que se tiene más activado el modo electoral que el modo político, pero no por ello deja de ser importante el segundo. Los partidos políticos y sus representantes son la manifestación ideológica de cómo hacer las mismas cosas. La esencia debe ser esa, ya no tanto si se es de derechas o se es de izquierdas, pero es cierto que debe quedar claro cómo se afrontan las cuestiones desde la perspectiva política y esta debe ser diferente en función de los principios y de la ideología de cada formación. Esto es fundamental y cuando esto se pierde o tiende a perderse creo que se hace un flaco favor al arte de la política.

Siendo esa la esencia de la política, no es menos cierto que para ponerla en práctica, para demostrarlo, es imprescindible ganar elecciones, luego es imprescindible el modo electoral. Hace tiempo que entendí que las elecciones no se ganan solo en los mítines ni se ganan en las notas de prensa o en las entrevistas en los periódicos, televisiones o radios. Tampoco se ganan solo en las redes sociales, ni tan si quiera repartiendo folletos con tu programa electoral. Se ganan en el conjunto de todas esas cosas y probablemente algunas más. Por eso entiendo que es importante el marketing electoral y, sobre todo, profesionalizar el marketing electoral, que lo entiendo como algo más que profesionalizar la comunicación o la imagen. Es, bajo mi punto de vista, el conjunto de cosas que hay que hacer para que todo fluya ordenadamente y en la misma dirección, para evitar las ocurrencias aisladas y que todo vaya encaminado al cumplimiento de un objetivo. Esta fue mi inquietud cuando por primera vez contacté con mi amigo Isaac: buscar un profesional que me ayudara a conseguir el objetivo, que no era fácil, de volver a ilusionar a un electorado que ya llevaba tiempo confiando en nuestro proyecto a nivel local en el mejor pueblo del mundo, que es, sin duda para mí, Níjar. Creo que cometimos un error: simplemente, no haber empezado antes. Las acciones encaminadas a que los ciudadanos confíen en un proyecto deben empezar justo el día después de abrir las urnas electorales, con la vista puesta en la siguiente cita. Si bien es verdad que la retentiva humana es corta y que nos puede parecer que un tuit en la jornada de reflexión o una acción en los días de campaña pueda ser determinante, no es menos cierto que otros aspectos fundamentales a la hora de decidir un voto, como la credibilidad, la cercanía, la capacidad o la dedicación, son cuestiones que hay que trabajar con tiempo y no solo en los últimos días. Y además trabajarlas ordenadamente, con un buen plan de marketing electoral. Un buen plan te hará ir a lo importante, a lo que verdaderamente cala, a hacer posible que el electorado «compre tu producto». Nadie pide en el bar un refresco de cola: todos pedimos Coca-Cola. Este es el claro ejemplo de cómo una marca puede colmar un sentimiento, una necesidad… No quiero un refresco, quiero una Coca-Cola. El ciudadano no quiere, porque a lo mejor no tiene tiempo de analizarlo, conocer cuál es la tasa de reposición del personal laboral fijo del Ayuntamiento de Níjar que va a aplicar Antonio Jesús Rodríguez cuando sea alcalde o la bonificación en el IBI. El ciudadano quiere estar seguro de que con este candidato va a ser más feliz que con este otro. Si a esta pequeña reflexión, que comparto con el autor de esta obra, añadimos la reticencia histórica de los partidos a dejarse aconsejar, entendiendo que solo en nuestros cuadros de mando está el saber de la política, surge lo que hoy está pasando: que quien se ha adelantado a esto ha obtenido, en la mayoría de los casos, un buen resultado y ha calado su marca. Como conclusión pondría un ejemplo: si queremos mejorar nuestra salud no nos reunimos en la mesa del salón de casa a hacer diagnósticos y tomar decisiones; vamos a un profesional de la medicina, el mejor que nos permita nuestra economía. Pues en política no es muy diferente. Si tenemos un buen proyecto, las mejores ideas, el mejor partido y las mejores personas y además queremos ganar elecciones, nos ayudará a conseguirlo el ponernos en manos de buenos profesionales, en este caso de profesionales del marketing electoral. Quejarnos en la noche electoral es fácil, lamentarnos también, pero tener la tranquilidad de haber hecho todo lo posible es de valientes y te reconforta. El análisis y los riesgos hay que realizarlos y asumirlos antes de las votaciones. Después es demasiado fácil.

A huevos vistos, macho seguro.

ANTONIO JESÚS RODRÍGUEZ SEGURA

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