Читать книгу Catarsis de la humanidad - Isabel Cortés Tabilo - Страница 12

Canela, tierra bendita

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La noria de un recuerdo de infancia

refleja la cascada de la lluvia,

canales verdes, bellas praderas,

árboles frutales asombrosos en primavera.

Quebrada vestida de flores azuladas,

en un pañuelo de henos y quimeras,

siembra fatigada al rayar la aurora,

cosecha estrellada de merecidos frutos.

El brasero, hoguera de invierno,

acompañando a mis maravillosos abuelos,

mientras disfrutaban el mate de antaño,

con queso blanco y tortillas de rescoldo.

Contemplo mi abuelita tejiendo

un chal mágico de hierbas,

quincho de madera, escalera al cielo,

acunando margaritas y azucenas.

Lilas, violetas, quiscos y tunas silvestres,

flores preciosas perfumadas de Canela,

linaje distinguido de mis antepasados,

quienes me vieron nacer,

meciendo el lápiz del tiempo.

Murmullo de aves trinando en la ventana,

pavos correteando gallinas lobas,

ovejas desprendidas de nubes blancas,

cabras jugando entre cerros empinados.

Abejas dadivosas de panales amarillos,

vacas overas colmadas de miel blanca,

la abuela hilando las nubes del campo,

…soñando una descendencia cristiana.

El abuelo acarreando cebada al alba,

cabalgando nobles caballos,

trillando sueños, el fruto bendito del pan,

arando aquella fabulosa tierra.

De aromas mágicos, impregnados en el alma,

de cada coterráneo oriundo de Canela,

tierra bendita, vestida de encantos

y noches sublimes de constelaciones misteriosas.

Catarsis de la humanidad

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