Читать книгу Códigos sagrados - Isabella Valenzano - Страница 12

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Al llegar a la elegante residencia, su madre aguarda en la entrada:

—Hijo, qué alegría, lo abraza, te extrañamos, deseábamos verte, ha sido muy largo el tiempo. –Fredy abraza a su madre, besa sus manos.

—¿Cómo estás, mamá? Perdón con la emoción, no te he presentado a Cristina Mohr, una amiga de Chile.

—Un placer conocerla, sea bienvenida a nuestro hogar.

—El placer es mío de conocerla, muchas gracias por recibirme.

—Cristina, sea bienvenida, mi hijo nunca ha invitado a casa a una amiga, usted debe ser muy especial.

Jean es el ama de llaves, esposa de Austin. Fredy la abraza.

—Mi querida Jean. ¿Cómo estás?

—Más delgado, no te has cuidado.

Sonríe.

—Ay, Jean, como siempre sobreprotectora, siempre cuidándome. Te presento a una amiga de Chile.

—Encantada de conocerla, señorita.

—Adelante, pasemos a tomar el té.

—Madre. Cristina debe estar agotada.

—Gracias, es un té, con todo gusto lo tomaré.

Al sentarse a compartir, estaba nerviosa, sonrió en todo momento, conocer a la familia la tranquilizó. Rose la observó y miró con complacencia.

—¿Cómo fue el viaje?

—Bien, sin contratiempos.

—¿Quieres descansar?

—Bien, gracias.

—Austin, lleve el equipaje a las habitaciones, y acompañe a la señorita a su dormitorio. Descansa, querida, debe haber sido un viaje agotador.

—Enseguida, señora.

—Vamos a saludar a tu padre, no ha querido que lo veas en cama, te espera en el sillón. Se hubiera quedado recostado, no quiero que se esfuerce.

—Papá, qué gusto verte. –¡Se abrazan emocionados!

—No me he sentido bien, hijo, me niego a operarme.

—¿Cómo sabes si no has visitado al médico?

—Hijo, sabes lo que pienso de los médicos.

—Mañana iremos juntos, te prometo que estaremos a tu lado en todo momento.

—¡No quiero!

—Trato de comprender por qué tienes tanta fobia, lo que has vivido con el abuelo eran otros tiempos, padre, hoy la tecnología es avanzada.

—Bien, pasemos a otro tema.

—Cómo te gusta cambiar el tema.

—Quiero conocer a tu novia.

—Es una amiga, no es mi novia.

—Cuéntame, ¿cómo es?

—Es adorable, es ingeniero mecatrónica.

—¿Trabajan juntos?

—¡No! Su familia es alemana chilena.

¿De dónde?

—De Hamburgo es el padre y madre chilena.

—¿Cómo se conocieron? ¿Por qué no nos hablaste antes de ella?

—Padre, me aturdes con tantas preguntas.

—Pensé que no te volvería a ver, hijo.

Fredy, nervioso, responde:

—Te he enviado las imágenes de los últimos descubrimientos, he estado siempre comunicado, ¿cómo me ocultaron tu salud?, tendría que haber sido el primero, en estar en conocimiento sobre el estado de tu salud, habría volado cuanto antes. –Paul lo mira y mueve la cabeza, con un gesto de tristeza.

—Cuéntame, ¿cómo está la fábrica?

—Rose está al frente, no voy hace algún tiempo, he trabajado toda una vida para que te encargues de ella, te has ido lejos, no sé qué hacer enfermo, nos ha pertenecido por generaciones, qué diría tu abuelo, es un compromiso con nuestros trabajadores y nuestro público que nos ha seguido siempre.

—Hablaremos… quiero que estés tranquilo, recién llego papá, habrá tiempo, mañana iremos al doctor.

—Ves, querida, porque no quería que le avisaras.

—Tendría que haberlo hecho hace mucho tiempo, si hay alguien que te puede hacer entrar en razón es nuestro hijo, eres muy tozudo.

A la mañana siguiente salieron muy temprano al Hospital. Le realizaron todos los exámenes médicos, el doctor en su afán de hacerlo reflexionar dijo:

—¿No entiendo por qué no has venido, Paul? Entiendes que vivir así no es vida.

—Sabes cuál es mi postura, soy enemigo de los medicamentos.

—Esto va más allá de una medicina, por favor soy tu amigo, el médico de tu familia. Te hablaré con la verdad.

—Sabes que no soporto los hospitales.

—Te internaré, no puedo arriesgarme a que vayas a tu casa en tu estado.

—Lo siento, no me quedaré.

—No puedo autorizarte para que te vayas.

—Bajo mi responsabilidad, me iré, qué tengo que firmar, lo siento, no puedo quedarme. Te prometo que mañana volveré.

Al salir.

—¿Cómo te sientes?, tendrás fuerzas para pasar a visitar a mamá, vamos un momento.

—¡Te lo iba a pedir, me adivinaste el pensamiento, estamos en fechas tan especiales, nuestros empleados se alegrarán de vernos, sobre todo Rose!

Al entrar se acercaron los empleados a saludar, señor que alegría lo extrañamos.

Paul, aunque agotado, sacó fuerzas y sonrió.

—Soy un viejo roble, no crean que los dejaré tan rápido.

—Señor, bienvenido, qué gusto saludarlo.

Fredy: –Gracias, siento una felicidad inmensa de volver. –En ese instante dejó de escuchar las voces, los aromas entraron en su cerebro, recorrieron todo su cuerpo hasta su corazón, sus recuerdos estaban en cada espacio del lugar.

—Así, que viaja acompañado, con su novia.

—Es una amiga la conocerán, ja, ja, ja, cómo corren las noticias.

—Hijo, ¿cómo fueron los exámenes de tu padre?

Paul: –No quiero hablar del tema, cuando estén los resultados nos enteraremos.

—Te pondrás bien, cariño.

—Madre, te esperamos en casa.

—Ves, papá, no era tan difícil realizarse los estudios médicos, era prudente que te quedaras en el Hospital.

—Hijo, de vuelta con eso, déjame disfrutar del viaje.

Tosió, cerró sus ojos para alejarse del dolor, recorrió los bellos momentos que atesoraba en su memoria, se sintió feliz, tomó la mano de Fredy.

—Estoy orgulloso y confío en ti, sabes, te amo desde la primera vez que te tomé en mis brazos al nacer.

Al llegar a casa los vio venir, caminó de prisa a saludarlos:

—Hola. Soy Cristina.

—Ven que te doy un abrazo, bienvenida a casa, mi hijo me habló de ti, eres hermosa y dulce, no se ha equivocado.

—Gracias, me halaga, señor, es un placer compartir con ustedes.

—Para nosotros también, disculpa, me siento agotado, reposaré hasta la cena.

—Te acompaño, papá, a tu habitación.

—No es necesario, gracias.

—Cuéntame el estado de salud de tu padre.

—Le han realizado todos los exámenes médicos, no ha querido quedarse, mañana tendremos que volver.

—¡Ánimo, se recuperará!

—Después visitamos la fábrica, sabes revivió, eso es su vida.

Ahora nos vamos para que conozcas la ciudad.

—Encantada, voy por un tapado.

Al subir al auto sonrió feliz, acá se siente la Navidad. Te llevaré a un lugar emblemático, las imponentes puertas Holsten.

Al llegar Cristina se acercan.

—Déjame leer lo que está escrito, CONCORDIA DOMI PORIS PAX, qué quiere decir, algo así, ¿cómo?

—Armonía interior, da paz interior, reflexivo profundo...

—¿Por qué está inclinado?

—Es así, también verás las siete torres con sus cinco iglesias declaradas patrimonio de la humanidad. Vamos al mercado, te gustará.

Al llegar, llamaron su atención los adornos navideños, muchas galletas colgando de diferentes formas y detalles, chocolates, mazapán, los adornos y las esencias perfumaban el ambiente, la decoración del espacio era hermosa, el aroma a pinos frescos y nevados, era algo que nunca había visto.

Al mirarla, su rostro sonrió de felicidad, contándole las tradiciones de esta ciudad:

—Hay que verla desde arriba. ¡Será increíble! Se puede subir a la iglesia de Marienkirche, sus torres alcanzan una altura de 124 metros, la vista panorámica es sensacional, también alberga muchas obras de arte.

¿Sorprendida?

—Sí, es volver al pasado, sus colores y calles resaltan el lugar.

—Sé que disfrutas los chocolates, saca varios de su bolsillo, abre uno con forma de corazón y lo pone en la boca de Cristina.

—¡Mmm, delicioso!

—Mi padre tiene fábrica de mazapán, la visitaremos pronto.

Tienes chocolate en tus labios, él suavemente se acerca para sacarlo. Se besan, se disculpan a un tiempo, ríen y se vuelven a besar.

—Vamos, se hace tarde, nos esperan.


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