Читать книгу Códigos sagrados - Isabella Valenzano - Страница 16

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Al día siguiente tocan su puerta:

—Adelante pase.

—Buenos días, dormilona.

—Qué haces con esa bandeja.

—Desayunamos juntos.

—Estoy sorprendida, se levanta rápidamente, espérame un momento.

—Acá estaré, sonríe.

Al volver Cristina tomó su mano y la besó.

—¡Buen día, hermosa!, suspiró.

Anoche me quedé mal con tu partida, te confesaré que quiero enamorarme naturalmente y creo que, desde que te conocí, he cambiado, cuando sonríes tus ojos se iluminan y miras, te sonrojas, me enamoras, me siento perdido a tu lado. Disculpa, no quiero incomodarte, te propongo que seamos libres y nos conozcamos.

—¿Cómo libres? No te entiendo.

—Que no te sientas presionada, sé que estamos pasando por un momento difícil los dos, cada uno con sus preocupaciones por decirlo así, este sentimiento no lo puedo evitar.

—Es hermoso todo lo que me pasa a tu lado, me siento confundida, necesito tiempo para aclararme.

—Comprendo y agradezco tu sinceridad, te parece si visitamos la fábrica hoy, después tengo una sorpresa para ti.

—Bien, me cambio.

—Nos vemos abajo.

Qué sorpresa será. ¡Ups, no lo puedo creer, es de verdad lo que me pasa! Me voy a pellizcar…. Ja, ja, ja.

Al bajar él abre la puerta del coche.

—Estás cómoda, el asiento está bien.

—Sí, gracias.

Camino al lugar conversan de todo, cada vez son más afines con lo que comparten.

Al estacionar, otro automóvil estaciona al mismo tiempo, baja una mujer alta, rubia, muy bella, él se baja rápidamente, intenta abrir la puerta a Cristina, no alcanza. Camina de prisa esta persona, abrazándolo lo toma del cuello, lo besa. Dice: No lo puedo creer que estés acá, cuando mi padre me contó que habías llegado, corrí para saludarte.

—Beky, no cambias más, tan impulsiva como siempre, te presento a Cristina Mohr, una amiga, me acompaña desde Chile.

—Hola, Cristina, un gusto conocerte. –En su deseo de hablarle, la ignoró, no esperó que le contestara. Lo abrazó caminando aferrada a él.

—Disculpa, no estoy solo. Me acompañas, Cristina. –Al llegar los empleados los saludan.

—¿Cómo está, señorita Beky? Parece que todavía los vemos correr juntos por la fábrica, como ayer.

Se adelanta, hace que no escucha los comentarios para no incomodarla a Cristina.

—Beky, pasa a saludar a mi madre. Invité a una visita por la fábrica, a mi amiga.

—De ninguna manera te dejaré, los acompaño, te he extrañado mucho. –En ese momento entra Rose a saludarlos, corre a abrazarla Beky.

—Siempre me gustó venir acá, está todo igual.

—Bienvenida, Cristina.

—Gracias, Rose.

—Ves, ya saludé a tu madre, ahora puedo hacer la visita con ustedes.

Fredy se acerca su madre.

—Por favor invita a tu oficina a tomar un capuchino a Beky, quiero enseñarle solo la fábrica.

—Vamos, querida, acompáñame, quiero pedir tu opinión, tú ya la conoces como la palma de tu mano.

Cristina continúa llenándose de dudas. Se pregunta quién será realmente, ¿ella será su novia? ¿Por qué tanta confianza, lo ha besado? ¿Qué es esto? No voy a hacer una escena de celos, es una mal educada, ¿él será sincero? o yo estoy nuevamente viendo lo que no existe.

—Disculpa, es una amiga de la infancia, pasamos muchas temporadas juntos, la quiero como una hermana. Ella no parece sentir lo mismo. Si bien nuestros padres siempre soñaron que seríamos novios no se dio, no niego que salimos, fue cosa de adolescentes, ambos nos fuimos a estudiar y no la vi más, con un gesto molesto dice: Te parece si después hablamos el tema, ahora quiero enfocarme a lo que vinimos.

Sin decir una palabra lo acompañó en la visita, al entrar a cada departamento le dio una breve reseña de la especialidad de los trabajos.

—Como verás las recetas son guardadas celosamente bajo siete llaves, desde mis ancestros. ¿Cuáles son los ingredientes del mazapán? Almendras, azúcar y agua de rosas esa es las base. Sorprendida, al ver, un cuento hecho de mazapán, para celebrar el nacimiento de Fredy, las figuras eran perfectamente esculpidas, narraban en chocolate y mazapán, con un encanto especial.

Tienes que probar las nusstorte, con un capuchino, sabor a mazapán, toda una delicia.

—¡Qué cosa, todas exquisitas!

En el salón de ventas, había tanta cantidad de productos que no sabía qué probar, estaba fascinada.

—¿Cómo amarás tu vida profesional para dejar todo esto?

—Ha sido muy difícil para mí tomar la decisión, amo mucho la fábrica, es mi esencia. Al quedarse pensativo, sintió que lo incomodó con su pregunta, rápidamente cambió la conversación.

Al volver a la oficina Rose pregunta:

—¿Te ha gustado lo que fabricamos?

—¡Estoy encantada!, nunca pensé que pudiera haber tanta variedad en dulces, producen tantos productos tan exquisitos y con tanta carga histórica, he quedado anonadada, diría que todo es mágico un lugar idílico. Sonríe.

—Me gusta tu comentario, has entendido bien nuestro concepto, todo viene desde nuestros ancestros, se han mantenido a través de generaciones muchas recetas tradicionales.

—Nos vamos, mamá. Hablamos, Beky. Adiós, nos vemos.

—Rose, ¿qué información tienen de Cristina? Tengo miedo de que sea una casa fortunas o que lo lastime a Fredy.

—Todavía sigues enamorada de mi hijo, solo así puedo justificar lo que estás diciendo.

—Siempre imaginé que él volvería y sería su esposa. ¿Estará enamorado de ella?, para haberla invitado a su casa…

—Nos la presentó como a una amiga.

—Tengo miedo de que formalicen, ayúdeme, Rose.

—Te podría invitar una de estas noches a cenar en casa, respeto las decisiones de mi hijo, más que eso, no puedo hacer. Gracias por entenderme, sonríe.

—Sabes, al volver a casa me han llamado la atención los patios. Los Glandorpsgans y Füchtingshof, hay muchos, cuenta la historia en la Edad Media de la ciudad, la riqueza atrajo a demasiada gente, había una super población, se ordenó a sus habitantes que abrieran los patios, para que pudieran vivir los trabajadores más humildes temporalmente, hasta ubicarlos en otro lugar.

El comercio debe haber sido muy grande. La Liga pertenecía a más de 200 ciudades. Ahora comprendo por qué la emigración fue tan importante.

Lo miró, tomó suavemente su mano, sonrió, ¡me muero de deseos por saber cuál es la sorpresa, mmm, soy curiosa! Paciencia ya llegamos, al entrar a casa, saluda, está todo listo, Jean. Por supuesto, señor. Cámbiate, te espero a cenar.

Se sentía todavía molesta con el encuentro de conocer a Beky, no dejó de pensar en ello, sin embargo Fredy manejó bien la situación, mmm será mal educada o estará enamorada, eso creo.

Golpean, su puerta.

—Adelante.

—Señorita, se cambió para cenar, ¡está preciosa! Muchas gracias, Jean.

Estaba impactante con un vestido rojo, se ajustaba a su figura, un importante escote a la vez delicado y sutil.

—Vamos, la acompañaré, la espera el señor.

—¿No cenaremos con los demás? ¿Es una sorpresa?

—Disculpe, no puedo responder, dejaría de serlo..

Sonríe. ¡Ups! Continúe por el camino de velas, la llevarán.

La espera Fredy, impecable de traje, peinado al costado, lo hacía ver diferente, imponente y seductor. Mira sonriendo deslumbrada, muy bello, el salón es circular, al medio cuelga una araña de caireles, la luz era suave junto a las velas se reflejaban en los cristales de las copas, el aroma las flores, hacían un lugar muy mágico.

Está sorprendida, se acerca, lo abraza y agradece tan hermosa sorpresa.

—Es solo el principio de mis sentimientos por ti, hoy no fue un buen día para ti, el accidente con Beky, lo recompensaré.

—De qué me hablas, no lo recuerdo, solo este momento. Pensó: ¡quiero grabarlo en mi corazón! Emocionada lo besó, como nunca besó a nadie así. Él retiró la silla y se sentaron a cenar.

—Tus padres –preguntó.

—Les avisé que nos disculparan, mi padre no se siente bien, cenarán en su habitación, no sabes, ¡cómo está, me preocupa!, me angustia, no poder convencerlo de que estará mejor en el Hospital.

—Comprendo, toma su mano para tranquilizarlo.

—Degustaremos papas con crema de arenque, sopa de pescado y he pedido que preparen salmón a la crema exquisito. Bebieron vino espumante, las burbujas sacaron la parte más divertida de cada uno de ellos, trataron de olvidar su desasosiego.

Se los escuchaba conversar entretenidos.

—Eres cómico al relatar tus aventuras.

—Nunca pensé que eras tan divertida.

Conversaron de todo, rieron, como si se conocieran de toda la vida. Las velas se consumían.

—Tengo un poquito de frío, la llevó junto al fuego, tomó una frazada para cubrirla, ella lo abrazó, se besaron apasionadamente, mirándola a los ojos soltó sus cabellos apretándola junto a su cuerpo, bajó la cremallera de su vestido, retiró cada prenda sin dejar de besarla, ardieron junto al fuego de la chimenea.

Cristina, al volver a su habitación, sintió culpa, a la vez felicidad, no podía dejar de pensar en esa noche maravillosa, todavía sentía sus labios sobre su piel, su boca semidormida de tanto besarse, cerró sus ojos quedándose dormida.


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