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Capítulo II

Los Procesos de Salud/Enfermedad (II)

Los procesos de salud/enfermedad: sus componentes funda-

mentales.

El presente capítulo está basado en párrafos de mi libro “El Yoga de la Perfecta Salud”, capítulo 5, páginas 101 a 118 cuyo texto ha sido mejorado y actualizado.

Los cuatro componentes fundamentales (pero no los únicos...) que actúan y/o se ven afectados por los procesos de salud/enfermedad son:

II.1.1: El Sistema Nervioso (Central y Periférico).

II.1.2: El Sistema Inmunológico.

II.1.3: El Sistema Energético.

II.1.4: La Actividad Espíritu–Mental.

La siguiente es una somera descripción de los mismos.

El Sistema Nervioso

El sistema nervioso es para algunos autores, el más complicado de todos los sistemas corporales, por cuanto actúa vinculando al hombre con el medio en que vive.

Funcionalmente, la totalidad del sistema nervioso es una unidad, pero estructuralmente hablando podemos dividirlo en dos grupos principales:

a) El Sistema Nervioso Central.

b) El Sistema Nervioso Periférico.


El Sistema Nervioso Central está conformado por el encéfalo y la médula espinal. El encéfalo, ubicado dentro de la caja craneana, está constituido, fundamentalmente, por el cerebro, el cerebelo, la protuberancia anular y el bulbo raquídeo. Los pedúnculos cerebrales conectan el cerebro con la protuberancia anular.

La médula espinal, por su parte, ocupa el conducto raquídeo y continúa hacia abajo a aquel.

De los citados, el cerebro merece una descripción más detallada. Es en realidad un genuino sistema compuesto por la formación reticular, cerebelo, cerebro antiguo, paleoncéfalo o reptil; cerebro medio, mesocorteza o mesencéfalo, y el superior, neocortex o corteza.

Como en todo sistema, se trata de un conjunto de elementos ordenados, con un determinado fin. En el caso del cerebro, sus diferentes componentes integran, coherentemente, las funciones específicas que le son propias, regulando las acciones derivadas de dichas funciones, con la finalidad de establecer un puente entre el medio interno (endócrino) y el externo o medio natural del ser humano.


Sistema nervioso humano, diseccionado

por el Dr. Rufus B. Weaver en 1988

La Teoría de “Los Tres Cerebros” de Mc Lean

“Durante la tercera semana del desarrollo embriológico humano puede observarse que el encéfalo está constituido por tres vesículas: prosencéfalo (cerebro anterior), mesencéfalo (cerebro medio) y el rombencéfalo (cerebro posterior). A partir de la quinta semana pueden distinguirse dos partes de la primera vesícula: el telencéfalo y el diencéfalo”. (Mc Lean P.D., 1949, y Mc Lean P.D. and Delgado J.M.R.1953).

El Dr. Mc Lean investigó y publicó sus trabajos de psicosomatología durante décadas. Según su teoría, las manifestaciones de las respectivas conductas de los tres cerebros tienen mucho que ver con los rasgos de nuestra personalidad como de nuestra conducta humana, influyendo en nuestros procesos de salud/enfermedad.

El cerebro paleoncéfalo, antiguo o reptil, ubicado bajo el cerebro medio y sobre la espina dorsal, es el responsable de tres aspectos claves de nuestra existencia: en primer lugar, rige una serie de necesidades relacionadas con el instinto, especialmente el sexual. En segundo término, mediante su accionar establecemos y defendemos nuestro/s territorio/s. Por último, es por su efecto que establecemos las jerarquías.

El cerebro medio, mesocorteza o mesencéfalo se ubica por sobre el reptil y bajo el neocortex o corteza. Formado por dos lóbulos, se relaciona con ambos hemisferios integrantes del neocortex. El tálamo, hipotálamo, la pineal, los bulbos olfatorios, la región septal y el hipocampo se agrupan en él. Es este el cerebro que rige las funciones relacionadas con la autoconservación (alimentación, lucha, etc.) y la conservación de la especie (procreación) como así también el comportamiento emocional. Es comúnmente considerado como el asiento de las emociones y se lo responsabiliza de conductas tan dispares como la agresión o el cooperativismo, por citar un ejemplo.

“Joseph E. Ledoux un científico del Centro neurológico de la Universidad de Nueva York, fue el primero en descubrir el importante papel desempeñado por la amígdala en el cerebro. La investigación llevada a cabo por Ledoux explica la forma en que la amígdala asume el control cuando el cerebro pensante (Neocórtex) todavía no ha llegado a tomar ninguna decisión.

Ledoux (autor de “El Cerebro Emocional”, 1998) a través de múltiples experimentos, descubre que las relaciones emocionales no son necesariamente producto del pensamiento que ocurre en la “neocorteza”. Confirman sus investigaciones que la información sensorial es procesada, en primer lugar, por el sistema límbico y de allí pasa a la neocorteza para su procesamiento a nivel de pensamiento. Finalmente se traduce en cambios externos conductuales.

El sistema emocional siempre tiene una reacción inmediata, lo que parece imponerse a nuestra voluntad consciente, se ubica en las capas más recónditas del cerebro. Su proceso se encuentra en lo que la neurociencia conoce como sistema límbico o asiento de la afectividad. Éste sistema está asociado a la capacidad de sentir y desear, su función principal es controlar la vida emotiva. A su vez se ha determinado que energiza la conducta para el logro de metas. (Henry Sánchez Rondón, “Inteligencia emocional y el mapa emocional del cerebro”, Taller en Bogotá, Colombia, 2011).

Sin embargo, y en honor a la verdad, la evolución del conocimiento ha llevado a que en nuestros días “el asiento de las emociones” le sea atribuido al cerebro en su totalidad (cortical y subcortical) y no específicamente al mesencéfalo.

Un párrafo aparte merece el hipotálamo, región del encéfalo situada en la base cerebral (antiguo segmento del cerebro anterior) unida por un tallo nervioso a la hipófisis, en la que residen centros importantes de la vida vegetativa. Éste influye directa o indirectamente en todas las funciones del organismo y del sistema límbico. Mc Lean lo denominó como “cerebro visceral” por su clara influencia en las vísceras controladas por el sistema nervioso autónomo.

El superior, neocortex o corteza, es el cerebro propiamente dicho. Está compuesto por dos hemisferios (en realidad “cuartos” de esfera), el izquierdo y el derecho que, de acuerdo con los estudios científicos de las dos últimas décadas, funcionan como dos cerebros separados: “es la unidad que programa, regula y verifica el comportamiento”. Sin él, por ejemplo, no tendríamos la capacidad de pensar por anticipado. A grandes rasgos, el hemisferio izquierdo es el racional, analítico, lógico, verbal, numérico, razonador, realista. Por su parte el derecho es el intuitivo, sintético, difuso, imaginativo, holístico.

De la integración armoniosa de estos “dos cerebros” (los dos hemisferios cerebrales) nos habla el comportamiento de cada ser humano.

Según Mc Lean “el hombre se forja hombre, luchando contra el animal que es”, y esto se explica por cuanto “los comportamientos inferiores y arcaicos – sexual, gregario, agresivo, predominantes de los cerebros inferiores – están en lucha frente al cerebro nuevo que intenta darles un sentido superior y su correcta canalización”.


Los tres cerebros, según la teoría de McLean(Fuente:

“Energía Radiante”, Padre Ricardo Gerula)

Cuándo a un niño de 2, 3 o 4 años, día tras día sus padres una y otra vez le gritan: “¡Sos un tonto!”, “¡Sos un estúpido!”, “¡Nunca vas a servir para nada!”, “¡Nunca vas a llegar a nada!”, él siente amenazada su seguridad tanto física como mental. Se le dispara el cerebro medio, desconecta el superior, y termina comportándose como un tonto o estúpido. Pasan los años, llega a la adolescencia o adultez y si por ejemplo, ante un examen en la secundaria o la universidad, el docente a cargo del mismo logra alterar por algún medio su seguridad disminuyendo su autoestima, automáticamente caerá bajo el influjo del cerebro medio y volverá comportarse como un tonto o un estúpido. Y ya sabemos cómo le irá en su examen ¡aunque tenga 180 de cociente intelectual o su equivalente emocional!

En forma análoga acontecerá lo propio con su salud.

De ahí la capital importancia de mantener una integración armoniosa entre los tres cerebros, para que su finalidad ya citada: establecer un puente entre el medio interno y el externo del ser humano, se dé acabadamente.

Por el ejemplo apuntado, queda en claro cuanta responsabilidad tenemos en ello los padres, especialmente en la relación con nuestros hijos en sus primeros años de vida.

Me encontraba realizando la revisión final de este tema, cuando un querido amigo, Víctor Peluffo, publicó el siguiente texto en Facebook, accediendo a que lo incluyera aquí. Dice así:

Al nacer nuestro cerebro REPTILIANO viene marcado con una impronta ancestral, difícil de modificar. Estará presente en momentos extremos o de resolución de nuestra vida, y al instante de reconocer el sello primitivo, yo lo llamo “hacerse cargo de quiénes somos”.

Al momento de interactuar con el medio, nuestro cerebro LÍMBICO se va impregnando de información proveniente de las emociones. Desde la vida intrauterina y por el resto de ella, siempre va mutando. Algunos aseguran que luego de cierta edad, el cerebro no aprende y esto no es cierto. Millones de células nerviosas se activan y crean nuevas conexiones gracias a nuevas experiencias y nuevas emociones. Claro está que ello es posible en virtud de las emociones a las que nos permitamos exponernos a lo largo de nuestra vida. Quienes nos atrevemos a vivir la magia de la vida, generamos una bioquímica especial y nuestro cerebro permanece joven por mas cantidad de años. Asumiendo riesgos y exponiéndonos a la incertidumbre del “voy a intentarlo” sin importar el resultado aceptando que la magia de la vida se encuentra en el viaje y no en el destino final.

Los que comprendemos la magia de la vida, tenemos hábitos de comportamientos y desarrollamos una especial conducta de quitarnos permanentemente de la zona de confort. Así transformamos nuestro paso por la tierra en una aventura exquisita que vale la pena saborear en todas sus formas.

En edad escolar comenzamos a entrenar nuestro cerebro CORTICAL. Para mi gusto el más ingrato de los tres. Es capaz de hacernos comprender que dos más dos es cuatro, y también es quien nos deja trampas a cada paso. Es el que nos hace permanecer más tiempo del saludable anclado en el “no puedo” dentro de nuestra limitada y temerosa zona de confort.

Los que vivimos la magia de la vida, comprendimos en forma temprana, que no hay mayor pérdida que la de no haberlo intentado.

Los que vivimos la magia de la vida, a los “no se puede” les respondemos siempre con un taxativo “y que”.

Los que vivimos la magia de la vida pateamos el tablero e iniciamos un nuevo ciclo inmediatamente después del ciclo que acaba de finalizar. Que si es fácil, no, quien dijo que lo es. La incertidumbre suele quemar, pero una vez iniciado el camino con fe, se retrae y solo nos focalizamos en el poder de la intensión.

Los que vivimos la magia de la vida no nos lamentamos de lo que no se logró, solo agradecemos la experiencia y con mayores armas emprendemos otro proyecto, o el mismo, pero más enriquecidos. A las trampas impuestas por nuestro cerebro cortical, le jugamos una pulseada con nuestro cerebro límbico y reptiliano. Solemos ganarle la pulseada al muy ingrato, pues arremetemos con el fuego de la semilla Y el poder de las emociones.

Los que vivimos la magia de la vida podemos identificar las trampas del cerebro comprendiendo que sólo los que actuamos con gratitud y apasionadamente estamos condenados a la obtención de nuestros sueños.”

Analizar las funciones de cada uno de nuestros tres cerebros servirá para discernir mejor el comportamiento humano y su relación con los estados de salud/enfermedad.

Por su parte el Sistema Nervioso Periférico se divide en dos: el sistema nervioso de la vida de relación y el sistema nervioso autónomo.

El sistema nervioso periférico está constituido por nervios y ganglios. Los nervios se agrupan en:

• Craneales

• Raquídeos

Los nervios craneales son 12 pares: unos son sensitivos, otros son motores y otros son mixtos.

Por su parte los raquídeos constituyen 31 pares que se dividen, como las vértebras, en: cervicales, dorsales, lumbares, sacros y coccígeos.

Este sistema nervioso básicamente conecta los órganos receptivos (ojos, oídos, piel) con los órganos efectores (músculos, glándulas). (Carpenter, M.B. (1994).

El sistema nervioso autónomo – un sistema efector – tiene una acción periférica que cumple mediante dos tipos de fibras: preganglionares y posganglionares. Las primeras son mielínicas y realizan sinapsis con las células de los ganglios, mientras que las segundas son amielínicas, o escasamente mielinizadas, haciendo sinapsis con el órgano efector. (Houssay B. y colaboradores, 1976).

En medicina se admiten dos grandes divisiones en el sistema autónomo:

• El toracolumbar (simpático)

• El craneosacro (parasimpático)

Funciones del simpático: una de las características más destacadas de la fisiología del simpático es la de actuar como un todo, como una unidad, de manera extensa y difusa. El simpático activa las funciones e inerva los siguientes órganos: corazón, pulmones, páncreas, estómago, intestinos (grueso y delgado), riñones, vejiga y glándulas suprarrenales. Su actividad determina que el organismo obre en forma masiva, constituyéndose en uno de los principales agentes reguladores de la homeostasis (estado de equilibrio dinámico en que se encuentra el medio interno). (Kandel, E.R., Schwartz, J.H. & Jessell, T.M., 2001. Guyton, A. C. & Hall, 2006).

Funciones del parasimpático: en contraposición al simpático, su acción es localizada, actuando sobre un determinado órgano sin afectar a los demás que reciben su inervación. Su acción es protectora y conservadora de las fuentes energéticas del organismo. El parasimpático desactiva las funciones y enerva, entre otros, el corazón, pulmones, estómago y páncreas.

Finalmente podemos establecer el control central del sistema nervioso autónomo: “Los cuerpos celulares de las neuronas preganglionares se encuentran en el sistema nervioso central y sobre ellos ejercen una serie de influencias que regulan la descarga normal de impulsos que llegan a los efectores viscerales. Estos cuerpos celulares son en cierta forma una vía final común a la que convergen impulsos reguladores provenientes del neuroeje: médula espinal, bulbo, cerebelo, hipotálamo, sistema límbico, formación reticular y corteza cerebral” (Houssay B. y otros, “Fisiología Humana”).

Le propongo profundizar estos conceptos, como los de la organización anatómica del sistema, no solo en la bibliografía citada sino en otras como: Curtis H., Sue Barnes N., 1994; Villee C.A. y otros, 1994, o más actualizadas aún como Guyton A.C., Hall J.E., 2016.


(Fuente: Manual MSD versiónpara público en general)

El Sistema Inmunológico

El sistema inmunitario es el sistema de defensa del cuerpo contra organismos infecciosos y otros agentes invasores. A través de la denominada “respuesta inmunitaria”, el sistema inmunitario ataca a los organismos y sustancias que invaden el cuerpo en prevención de las enfermedades que podrían provocar.

El sistema inmunitario está integrado por una red de células, tejidos y órganos que colaboran entre sí para proteger al cuerpo. Unas de las células importantes implicadas en la respuesta inmunitaria son los glóbulos blancos, denominados “leucocitos”. Los hay de dos tipos básicos, que se combinan entre sí para localizar y destruir a los organismos o sustancias que provocan enfermedades.

Todas las sustancias que el organismo no reconoce como propias, frente a las cuales éste desarrolla una respuesta inmune específica, se conocen como antígenos.

De cualquier manera podemos definir la respuesta inmunológica como “un mecanismo fisiológico general ante una gran diversidad de sustancias extrañas, infecciosas o no, y que esta respuesta puede tener efectos beneficiosos, indiferentes o perjudiciales para el sujeto en quien se desarrolla la reacción antígeno–anticuerpo”, precisando a los antígenos como “sustancias capaces de provocar la producción, por el cuerpo, de otras sustancias con las que se combinan específicamente (anticuerpos), o de células específicas sensibilizadas frente a ellos, cada una con sus propiedades bien definidas”, en tanto que los anticuerpos se describen como “sustancias producidas en respuesta a un antígeno y capaces de combinarse específicamente con él”.

Podríamos agregar que “la formación de anticuerpos corre a cargo de las células de las estructuras del sistema linfático, principalmente de los ganglios y del bazo. En algunos casos el antígeno es metabolizado previamente por células macrofágicas antes de ser tratado por las células linfoides”, (según la descripción que del tema brindan Balcells Gorina A., Carmena Villalba y otros, 1976).

De la definición citada podemos deducir que el sistema inmunológico incluye distintos tipos de células que actúan de diferentes maneras y están ubicadas en diversos órganos, ganglios, glándulas y hasta en la piel del ser humano.

Principales integrantes del Sistema Inmunológico humano

(Fuente: “Biología”, Curtis–Barnes)

Hay estructuras que detentan una especial importancia en la acción de este sistema. De todas ellas me referiré a la que integran leucocitos, timo, ganglios linfáticos y bazo.

Los leucocitos (glóbulos blancos) se originan principalmente en la médula ósea de los huesos largos, desde donde alcanzan el torrente sanguíneo. Son un tipo de células que incluyen, a su vez, células de diferentes características denominadas neutrófilos, eosinófilos, basófilos, linfocitos y monocitos.

Neutrófilos: es un tipo de glóbulo blanco, un tipo de granulocito y un tipo de fagocito. Es uno de los primeros tipos de células que van al sitio de una infección y ataca un microorganismo extraño. Los neutrófilos ayudan a combatir infecciones porque ingieren los microorganismos y segregan enzimas que los destruyen. Poseen una gran capacidad de movimiento y fagocitosis.

Monocitos: Los monocitos son un tipo de glóbulos blancos granulocitos. Es el leucocito de mayor tamaño. El sistema fagocítico mononuclear (SFM) está constituido por los monocitos circulantes y los macrófagos tisulares. Actúan de la misma forma, pero a continuación de los neutrófilos.

Basófilos: Son granulocitos. No circulan en la sangre, sino que se ubican en determinados sitios del organismo: hígado, bazo, pulmones, amígdalas, en la piel y ganglios linfáticos. Cuando la sangre o la linfa circulan por estos sitios, fagocitan cualquier partícula extraña, incluso células muertas del propio organismo, procediendo a su eliminación. Los basófilos son los responsables del inicio de la respuesta alérgica, según tres estudios que se publican en la edición digital de la revista «Nature Immunology».

Eosinófilos: Un eosinófilo es un tipo de glóbulo blanco y un tipo de granulocito, de tamaño pequeño, derivado de la médula ósea, que tiene una vida media en la circulación sanguínea de 3 a 4 días antes de migrar a los tejidos en donde permanece durante varios días. Sí se sabe que aumenta su proporción en la fórmula leucocitaria durante las reacciones alérgicas, el asma y en algunas infecciones como las producidas por parásitos intestinales.

Los tipos de leucocitos citados son los componentes principales de la “resistencia natural” del cuerpo humano. Pero son los linfocitos los encargados de la inmunidad o “resistencia adquirida”, que es específica y que además posee memoria. Los linfocitos se clasifican en varios tipos: derivados del Timo (células T), derivados de la médula ósea (células B), y linfocitos nulos (células no T – no B), entre las que se encuentran las células agresoras (NK, natural killer).

Nacidos en la médula ósea, los futuros linfocitos T llegan por el torrente sanguíneo al timo donde “maduran”, adquieren sus funciones y aprenden a tolerar lo “propio”. Los procesos madurativos que se llevan a cabo en el timo se conocen en forma parcial. Ya maduros, abandonan el timo, encontrándoselos en la sangre periférica y en los tejidos linfáticos. Según las investigaciones del científico y premio Nobel Sir Mac Farlane Burnet, los linfocitos T reconocen y aíslan las células anormales que se generan a lo largo de la vida procediendo a su inmediata destrucción. Desempeñan un importante papel, por ejemplo, en la defensa del organismo contra el cáncer o el sida, constituyendo una de las importantes fuentes de la inmunidad.

Por su parte, en los ganglios linfáticos se elaboran los linfocitos B, encargados de producir los anticuerpos.

Recomiendo investigar, estudiar y analizar con detenimiento este tema, por ejemplo, en las publicaciones realizadas por: Porter R. y Kaplan J., “El Manual Merk de Diagnóstico y Terapéutica – Biología del sistema inmunitario, 2014, como así también en Joyce, S., Inmunology: Recognition and Response, 2001 (una colección de 12 artículos que abarcan la teoría de la selección clonal, la genética de la diversidad de anticuerpos, el receptor de las células T, regulación de la respuesta inmunitaria, las alteraciones autoinmunes y los anticuerpos monoclonales).

La glándula Timo

Es un órgano pequeño, en forma de lóbulo doble, de color gris rosado, ubicado en la parte superior y centro del pecho, justo debajo de la garganta y detrás del esternón, a la altura de la tercera costilla esternal. Su nombre en griego, thýmos, que significa energía vital. La glándula timo es el órgano principal del sistema linfático. Hoy en día sabemos que su función es primordial para el sistema inmune o de defensas y que sus células están emparentadas con las del corazón. Su función principal es promover el desarrollo de las células específicas del sistema inmune llamadas linfocitos T.


Ubicación del Timo

De acuerdo a los resultados de las investigaciones realizadas por el Dr. Allan L. Goldstein, Jefe del Departamento de Bioquímica de la Universidad de Washington, la timosina (hormona segregada por el Timo), mantiene una buena inmunidad orgánica, desempeñando un importante papel ante cualquier tipo de infecciones, bacterianas o virósicas. Su aplicación en pacientes con un cáncer inoperable arrojó como resultado la duplicación del promedio de sobrevida de los mismos, en tanto que quienes recibieron dosis muy elevadas se vieron libres de toda señal de cáncer. Estos excelentes resultados fueron verificados por otros científicos (Burnet, Mullis, Duesberg) y ampliados por otros patólogos.

Según estudios realizados y publicados por el Dr. William Regelson, Profesor de Medicina y Microbiología de la Escuela de Medicina de Virginia, EEUU, las timosinas han mostrado resultados altamente positivos en el tratamiento de la artrosis reumatoidea y de la esclerosis múltiple. Por su parte el Dr. John Diamond, Presidente de la Academia Internacional de Medicina Preventiva, dice con respecto al Timo: “Es el primer órgano del cuerpo que se ve afectado por la tensión del stress; es también el primero en verse afectado a nivel de energía por un estado emocional. Los estados emocionales que debilitan el Timo son: el odio, la envidia, la desconfianza y el miedo. Los contrarios, los que lo estimulan son: el amor, la fe, la confianza, el valor y la gratitud. Estos sentimientos positivos son las emociones más profundas y bellas que existen. Cabe considerar, por lo tanto, a la glándula Timo como el punto de unión entre la mente y el cuerpo”. (John Diamond, “Kinesiología del Comportamiento”, 1984).

Permítaseme completar el pensamiento del Dr. Diamond diciendo que, desde mi yogaterapéutico modo de ver, habría que considerar la existencia de dos puntos de unión entre la mente y el cuerpo: uno es el citado Timo y el otro el Hipotálamo.

Téngase en cuenta que esta glándula (Hipotálamo) influye directa o indirectamente en todas las funciones del organismo y del sistema límbico, respondiendo a los impulsos de los estados emocionales.

Se halla sometido el Timo a una acción reguladora de las glándulas endocrinas. Así las glándulas sexuales y las suprarrenales moderan su desarrollo. En cambio, la tiroides y la anterohipófisis impulsan su estimulación. A su vez toda hiperfunción suprarrenal provoca la atrofia o involución del Timo (Houssay, Del Castillo y Pinto). La suprarrenalectomía produce una neta hipertrofia del Timo y de los ganglios linfáticos (Jaffe, Rapela), que desaparece al regenerarse las suprarrenales (Rapela). Esto permite entender por qué el estrés, al afectar las suprarrenales, hace lo propio sobre el sistema inmunológico, Timo mediante.

Finalmente debo decir que el Timo cumple importantes funciones en el desarrollo de la inmunidad, en el crecimiento y el desarrollo del esqueleto, como también sobre la nutrición general y las glándulas genitales.

Como puede observarse, el Timo, los linfocitos T, conjuntamente con el sistema linfático, cumplen un especialísimo rol en el incremento de la defensa inmunológica del organismo, la que se ve seriamente afectada por emociones de tipo negativo, especialmente, las que permiten el origen, y su posterior acrecencia, de enfermedades como el cáncer.

El Sistema Energético

“Nuestro universo empezó, según teorías actuales, con el “big bang” o gran explosión, que dio origen a todo el universo. Puede decirse que antes de que ocurriera, toda la energía y la materia presentes en el universo se encontraban en forma de energía pura, comprimidas en un punto infinitésimamente pequeño. Esta energía fue liberada por el “big bang” y cada partícula de materia formada por la energía, se repelía violentamente de otras partículas. Durante la explosión, que se habría producido hace entre 10.000 y 20.000 millones de años, la temperatura era de unos 100.000.000.000 de grados. A esta temperatura no existen átomos, toda la materia se encuentra en forma de partículas subatómicas. Estas partículas, de vida muy corta adquirieron velocidades enormes. Colisionaban y se autodestruían, formando nuevas partículas y liberando más energía.

A medida que el universo se expandía, y se enfriaba gradualmente, se formaba más materia a partir de la energía existente. Posteriormente, cuando el universo alcanzó la temperatura de unos 2.500 ºC (la temperatura del filamento en una bombilla de luz incandescente), dos tipos de partículas estables que existían anteriormente en escasa cantidad, comenzaron a combinarse. Estas partículas subatómicas, los protones y los neutrones, contienen proporcionalmente una gran masa. Estas partículas, unidas por una fuerza todavía poco comprendida, constituyeron los núcleos de los átomos. Estos núcleos, con los protones cargados positivamente, atraen a los electrones, partículas cargadas negativamente, muy pequeños y livianos, que giran rápidamente alrededor suyo. De esta manera se forman los primeros átomos.

Es a partir de los átomos, destruidos y formados de nuevo durante miles de millones de años, que se forman las estrellas y los planetas de nuestro universo, incluyendo nuestro propio sistema solar y la Tierra. Y es a partir de los átomos existentes en este planeta que la vida se organiza y evoluciona. Cada átomo de nuestro cuerpo ha tenido su origen en la gran explosión. Somos de carne y hueso, pero también somos polvo de estrellas”. (“Biología”, Curtis–Barnes)

Energía y Energía Vital

Previo a analizar el sistema energético humano, considero imprescindible definir el concepto de energía, desde el universo de la física como del Yoga (energía vital).

Hasta principios del siglo XX la materia se consideraba diferenciada de la energía, definiéndose a ésta como la capacidad de transformarse en trabajo que posee una causa determinada.

Desde la publicaciones de Albert Einstein sabemos que la materia es energía condensada y la energía materia en estado radiante.

Para un físico de nuestros días el cuerpo humano es, en última instancia, una fuerte concentración localizada de energía e inteligencia. Veamos por qué.

Toda materia se compone de elementos. La menor cantidad de un elemento que puede combinarse con otro se llama átomo. Las partículas elementales (subatómicas) fundamentales que componen el átomo se cuentan por centenares en la actualidad. No obstante, a los fines de esta obra vamos a considerar solo tres: el protón, el neutrón (ambos conforman el núcleo) y el electrón, que gira alrededor del núcleo. Joliot–Curie, célebre físico francés, calculó que si pudiera constituirse un núcleo con toda la materia del cuerpo humano, agrupando todas sus partículas elementales sin dejar ningún espacio, el referido núcleo apenas sería visible con un microscopio común.

Por esta razón en el campo de la física se sostiene que el 99,9996% de nuestro cuerpo es vacío. Pero, además, que el 0,0004% de “materia” está compuesta por partículas subatómicas, en realidad un conjunto de fluctuaciones de energía que han asumido una forma material: la “función de onda” a la que hace referencia la física einsteniana, o la “dualidad de la partícula de onda” de la física cuántica actual (Bohr).

Precisamente el desarrollo de la física cuántica en los últimos 60 años profundizó este conocimiento. El átomo dejó de ser la partícula más pequeña del Universo, cediendo su lugar al quantum o cuanto: unidad de medida de la energía, y de la materia, por analogía. El cuanto es de diez a cien millones de veces más pequeño que el más pequeño de los átomos.

Indagar en este tema requeriría del lector tener una formación en matemática como para comprender integrales en tres dimensiones, por no decir en cuatro, que sonaría a exageración, sin serlo.

Por lo tanto, sin irnos del tema ni bajar el nivel general de esta obra, digamos que los “cuantos” están compuestos por “paquetes de energía” integrados por una gama de vibraciones invisibles, conformando lo que podríamos definir, a nivel de cuerpo humano, nuestra estructura básica de existencia. Hasta hoy....

Mientras mantengamos la armonía en este plano existencial, todos los demás superpuestos al mismo, lo estarán, y por lo tanto gozaremos de plena salud.

Es en este plano subatómico o cuántico donde se inician los procesos de salud/enfermedad, y desde él trabajo con mis alumnos–pacientes para alcanzar el estado de “súper salud” como me gusta definirlo a mí.

Pero ¿qué es la energía vital? Los yoguis la llaman Prana, un médico chino Chi, un terapeuta japonés Ki y un maestro egipcio Ka. Todos hacen referencia a lo mismo: a un tipo de materia que no se puede ver ni tocar pero que se siente como energía, transmite cualquier tipo de información y está en constante movimiento.

Cuando un médico formado en la Medicina Ayurveda le toma el pulso a su paciente en tres puntos diferentes, a dos profundidades, es ésta energía la que le transmite la información sobre el estado interno del mismo (órganos, glándulas, etc.).

Y lo hace desde el precedentemente señalado plano subatómico o cuántico de la persona. El plano de la energía estructural básica de su existencia humana.

Es dable aclarar que tanto en las prácticas yóguicas como de Chi–Kung avanzado generalmente se le llama energía vital, prana o chi (con minúsculas) cuando está dentro del cuerpo, y Energía Cósmica, Universal, Prana o Chi (con mayúsculas) cuando está fuera de él.

Como para la mayoría de las personas el prana es intangible e invisible les resulta sorprendente que se lo defina como material y real. Ello se debe, en buena parte, a que desconocen las experiencias realizadas en diferentes universidades del mundo, donde mediante el uso de instrumental científico de última generación han comprobado que esta energía que, por ejemplo, logramos transmitir a través de las palmas o dedos de las manos, se compone básicamente de rayos infrarrojos, electricidad estática, ondas electromagnéticas, ondas subsónicas y el flujo de cierto tipo de partículas.

Otro aspecto a tener muy en cuenta es que el Prana llena, ocupa, todo el Universo.

Debido a ello actúa como médium entre todas las formas y elementos que lo componen. La influencia de la Luna sobre las mareas, a pesar de hallarse a una distancia media de 380.000 kilómetros de los océanos, es posible debido a que el Prana actúa, precisamente, como un medio de conexión entre ambos. Y lo hace entre nuestro satélite natural y la naturaleza toda: plantas, animales, y por supuesto nosotros.

Los seres humanos estamos impregnados de este Prana, fundamentalmente, debido al acto respiratorio, y unidos con todo el Universo mediante este Prana: Este es, dicho de una manera simple y asequible, el principio de la unidad hombre–cosmos, un concepto importante dentro de las prácticas avanzadas del Yoga.

Es justamente por esta cualidad de médium universal que presenta el Prana que podemos utilizarlo para transmitir nuestros propios impulsos de energía a otra persona que se encuentra a nuestro lado o bien a gran distancia de nosotros. Como lo que enviamos es energía, ésta puede pasar a través de cualquier obstáculo que se interponga entre el emisor y el receptor de la misma.

Sin embargo no es tan sencillo de realizar. Requiere el cumplimiento de tres fases que demandan un adecuado tiempo de práctica. La primera es alcanzar la fusión del Prana o Energía Universal con nuestro propio prana o energía vital (bioenergía), logrando así la unión hombre–cosmos. Se logra mediante la práctica de Pranayamas muy específicos, que podríamos denominas “de tercer nivel”. La segunda consiste en transformar esa energía fusionada en energía mental–espiritual (mediante la meditación durante esas prácticas mencionadas), para recién después, en tercer lugar, transmitirla al receptor en forma de energía de armonización.

Dominarlas acabadamente requiere iniciar y culminar cada día con un tiempo dado a la oración y la meditación, incluyendo en estas prácticas una sesión de ásanas, pranayamas y ejercicios de meditación especiales, observando un régimen de alimentación y descanso adecuado, en el contexto de una vida de unión con el Absoluto.

En el próximo capítulo profundizaremos algunos aspectos del sistema energético humano.

Medicina ayurveda para profesores de yoga

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