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PRÓLOGO LA COMPASIÓN, UN APORTE CLAVE HOY ENTRE TANTOS CLAMORES DE PAZ
ОглавлениеEs para mí motivo de tan inmenso como inmerecido honor plasmar un preludio a este arduo trabajo, ya enaltecido académicamente en 2018. En efecto, he tenido el privilegio de una amistad espiritual con fray Iván Fernando Mejía, de casi veinte años, imitando el precioso ejemplo de los santos padres capadocios Basilio Magno y Gregorio de Nacianzo (“dos cuerpos con un alma en común”, Disertación 43 de este último, Oficio de Lectura del 2 de enero que celebra a los dos amigos), en nuestros tiempos de tantas rivalidades de egos intelectuales. Nos hemos emulado mutuamente en un permanente espíritu investigativo, tratando de seguir las radicales huellas de Santo Tomás: amor al conocimiento para Gloria de Dios, esperando solo su Lumen gloriae…
Recibimos el don de compartir estrechamente nuestras tesis doctorales fray Iván Fernando —la suya de teología y la mía de filosofía—, abonándolas con incesante oración durante un ascético trance paralelo de cuatro años, que muy significativamente culminó con broche de oro —para fray Iván Fernando y yo— en la memoria litúrgica de san Francisco de Asís, que ha iluminado el actual pontificado de un pastor latinoamericano: La sabiduría de un pobre como escribió el franciscano Eloi Leclerc, recientemente fallecido. A todas luces, fue hermosa y muy enriquecedora mi experiencia como revisor de este exhaustivo trabajo sobre la compasión en la magna obra de fray Jesús Espeja, O. P., dirigido por Patricio Merino Beas, Ph. D.
En cuatro capítulos se captan los fundamentos bíblico-teológicos de esta preciosa virtud, deslindándola y desglosándola con respecto a la misericordia (c. 1). Enseguida, a la luz de la Patrística, san Agustín de Hipona nos aporta su mirada interdisciplinaria (filosófico-teológica) sobre la compasión. El tema problémico se actualiza en el siglo XX, desde la óptica de teólogos paradigmáticos —Metz, Schönborn, Rocchetta, González Carvajal, González Faus, Pagola y Calleja—, para luego destacar el reciente Magisterio pontificio de los últimos cinco papas: los canonizados Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, el emérito Benedicto XVI y Francisco. Asimismo, se recalcan los aportes del Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-65), el Catecismo católico (1992) y las luces de las cuatro conferencias episcopales latinoamericanas: Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2007). El autor justiprecia la profunda teología de la liberación en cabeza de reconocidos teólogos como fray Gustavo Gutiérrez, Jon Sobrino y Leonardo Boff.
En el capítulo 2 irrumpe el protagonista —Espeja— con su copiosa bio-bibliografía (48 títulos de libros y artículos) y sus fuentes referenciales: Santo Domingo de Guzmán y la rica Escuela Dominicana, el Aquinate, la Escuela de Salamanca, la nueva teología y su influjo conciliar, e incluso sesgos de los filósofos de la Sospecha (Nietzsche, Marx y Freud, destacados por Paul Ricœur). Este libro entonces postula la compasión como clave hermenéutica de la teología espejiana, cuyos hilos conductores afloran ricamente, el principal de los cuales es el misterio de la Encarnación, que ilumina y jalona toda su antropología teológica.
Ahora bien, el capítulo 3 presenta la contextualización y sistematización de la categoría de la compasión en clave trinitaria (como prerrogativa por excelencia del Padre Celestial, de Jesucristo-Verbo encarnado y del Espíritu Santo), a su vez exigente atributo de toda la Iglesia, implementado a través de los sacramentos y ejemplificado en la bienaventurada Madre María, por antonomasia “Mujer de la Compasión”. En suma, esta virtud de virtudes emerge como el sello indeleble o impronta de la imagen divina en el ser humano. “Categoría sustancial poliédrica” —con palabras del autor— dentro de una amplia gama de connotaciones: relacional, intersubjetiva, encuentro, experiencia, expresión de koinonía o comunión eclesial, y de alteridad o apertura profunda al otro, denominado rostro por el pensador judío E. Levinas.
De manera que este tema prioritario de la compasión aflora también en términos como la razón cordial entronizada por los filósofos creyentes Adela Cortina y Carlos Díaz Hernández, temática interpretada como donación, acción efectiva y plena solidaridad, con un plus evangélico sobre el simple altruismo o filantropía hoy en boga.
Finalmente, el capítulo 4 nos induce a la implementación antropoteológica de la compasión en el marco de la teológica fundamental como un tópico tan ineludible como primordial de la hermenéutica teológica, en verdad todo un signo de los tiempos y categoría testimonial. Tema primigenio y medular del Evangelio de cara a prioridades pastorales como el diálogo ecuménico, cual criterio moral insoslayable de episodios radicales (parábolas del “Buen Samaritano” y del Juicio Final, Lc 15 y Mt 25). En suma, constituye la cumbre de la misma espiritualidad cristiana, y se proyecta al diálogo interreligioso, dos necesidades urgentes hoy según el papa Francisco. Compasión que debe ser inculturada hoy en todas las latitudes.
Es muy meritorio este libro que abarca cerca de 14 páginas de rica bibliografía, para convertirse en un texto praxeológico (teórico-práctico) que ojalá trascienda en la apremiante formación de laicos y pastores para la construcción del Reino de Dios en la actual coyuntura global, continental, nacional, incluso regional de quienes trabajan por una paz que emane de la justicia, no reductible a pactos convencionales de disuasión sino urgidos de cambios personales, estructurales y sociales de hondo calado. Que ojalá incida e impacte en nuestra Iglesia y su teología, tan necesitada de contemplación y parresía.
Enhorabuena, pues, para este libro que sale a la luz: buen tiempo y buena mar a este proyecto que, sin duda, colma un vacío temático entre tanta literatura de consumo y moda (o simples trabajos academicistas), al reivindicar un teólogo tan comprometido y coherente como fray Jesús Espeja Pardo, a quien yo también admiro profundamente.
SANTIAGO MARÍA BORDA-MALO ECHEVERRI,
Ph. D. en Filosofía USTA-Bogotá
y diácono parresiasta del Movimiento “Diaconía y Parresía”.
Tunja, Domingo de la Ascensión del Señor y recordando
a san Juan XXIII, ‘el papa Bueno Conciliar’,
2-3 de junio de 2019, en camino hacia un Nuevo Pentecostés.