Читать книгу La compasión en la antropología teológica. - Iván Fernando Mejía Correa - Страница 9
CAPÍTULO 1 LA COMPASIÓN DESDE SUS FUNDAMENTOS BÍBLICO-TEOLÓGICOS La compasión en la teología bíblica
Оглавление¿Misericordia o compasión? (Deslinde y desglose de estos dos términos teológicos afines)
El Señor es compasivo y misericordioso (…)
Su misericordia es eterna.
(Salmos 103, 8; 25, 6)
Una de las constantes del Dios de Jesucristo es que es un Dios misericordioso, tierno, compasivo1. Para muchos tratadistas, estas actitudes son las constantes de Dios y no se pueden separar. Cuando se habla de misericordia, a la vez se está aludiendo a la compasión. Tanto así que en algunas traducciones nos encontramos con que a veces se traduce por compasión o misericordia2. Por ello, un autor como José Manuel Andueza afirma: “De entrada nos encontramos con que en el Antiguo Testamento hay diferentes palabras, pues —tal como nos indica Duerrwell—, para celebrar este cariño misericordioso la Biblia hebrea disponía de una gama de términos, cada uno de los cuales encierra a su vez múltiples armónicos”3. Podemos decir, con Xabier Pikaza y José Antonio Pagola, que la misericordia tiene nombres o notas características.
Es clave hermenéutica entender que la palabra compasión entraña un horizonte semántico amplio, variado, sin que por ello se pierdan sus notas características. Así pues, indican estos autores:
La misericordia es una emoción, y en hebreo se dice rehem / rahamim, nombre vinculado a las entrañas o vísceras del hombre, en especial al útero materno, un sentimiento amoroso y creador que liga a las personas por lazos de sangre, matriz y corazón. Clemencia: Actitud de aquel que no juzga ni castiga con rigor, sino que, moderando la ira o empleándola con un fin medicinal, está siempre pronto al perdón. Compasión: Viene de con-padecer, compartir el sentimiento, solidaridad afectiva. En esa línea avanza el misericordioso, que no sólo se compadece, sino que ofrece un gesto positivo y gratuito de amor. Empatia: Como el término anterior (gr.: pathos, pasión), implica una comunión de sentimientos. La misericordia es empatía, pero implica también una acción puntual de ayuda. Piedad: Sentimiento de pena, dirigido a los que sufren un dolor, con el deseo de ayudarlos. La misericordia es sin duda piedad, pero implica también ayuda a los necesitados. Ternura / dulzura: Actitud cariñosa y protectora, dirigida en especial a los más débiles. La misericordia es ternura entrañable, pero con matices distintos, pues implica también un compromiso activo4.
Sin embargo, detrás de estas palabras subyacen vocablos que proceden del hebreo, tales como hesed, rahamim y hen. Sobre el primero, anota Andueza: “El segundo término hebreo (hesed), traducido ordinariamente en griego por una palabra que también significa misericordia (eleos), designa de suyo la piedad, relación que une a dos seres e implica fidelidad”5.
En segundo lugar, el mismo autor aclara:
El término hebreo rahamim expresa el apego instintivo de un ser a otro. Según los semitas, éste tiene su asiento en el seno materno (1 Re 3,26), en las entrañas; nosotros diríamos: el corazón de un padre (Jer 31,20; Sal 103,13), o de un hermano (Gen 43,30): es el cariño o la ternura; inmediatamente se traduce por actos: en compasión con ocasión de una situación trágica, o en perdón de las ofensas (Dan 9,9)6.
Miguel De Burgos Núñez, por su parte, identifica la misericordia con la compasión:
Sin detenernos mucho en la terminología de la compasión, debemos tener en consideración los siguientes conceptos, que podemos encontrar en cualquier diccionario o concordancia bíblica:
1. La raíz hebrea rhm […] fue usada en el ATspan> para definir desde la imaginación popular uno de los rasgos característicos de Dios. La mayoría de ocasiones en que se utiliza esta raíz verbal aparece aplicada a Yahvé (pueden recorrerse estos textos: Ex 33,19; Dt 13,18; 30,3; Is 30,18; 49,10.13; 54,7-8; Jr 12,15; Os 2,25; Miq 7,19; Sal 116,5… También puede traducirse como amar a Dios ([v. gr. Sal 18,1]).
2. Una de las cualidades esenciales a Yahvé en el AT es su carácter compasivo. De hecho, el adjetivo derivado de la raíz hebrea antes citada es rahum (…), que sólo se emplea asociado a Él (Ex 34,6; Dt 4,31; Jl 2,13; Jon 4,2; Sal 78,38; 86,15; 103,8; 111,4; 112,4; 145,8; Neh 9,17.31; 2 Cr 30,9).
3. La compasión, rahamim […] será considerada en la literatura veterotestamentaria, especialmente en los profetas, como la verdadera identidad de Yahvé (Is 63,7.15; Zac 1,16; Sal 51,3; 69,17; Dn 9,18, Neh 9, 19.27.28. 31…), hasta el punto que Yahvé será reconocido como El Compasivo: “no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el viento ardiente ni el sol; porque los conduce el que los compadece […] y los guía a manantiales de “agua” (Is 49,10). Se usará hasta 40 veces con el sentido de compasión o entrañas de misericordia. Es el término que se refleja claramente en los Evangelios y en la actitud de Jesús con. En el Judaísmo del Talmud se piensa que todos los judíos son ‘rahamim’, en el sentido de un movimiento altruista de aquella persona que da los pasos para hacer un lugar para el otro, por el otro, sobre quien no sabe nada, ni tiene idea de la actitud que esa persona tendrá hacia él; de la misma manera que una mujer que concibe un bebé hace un lugar en ella para un ser que es puro potencial: el embrión, el niño futuro.
4. A la base de todas estas significaciones se debe tener en cuenta el término hebreo rehem […]: que significa útero, entrañas, seno materno, cuya raíz es rhm (compadecerse). Estamos hablando, pues, de algo materno, que es de donde nace el amor y la pasión de una madre por su hijo al que ha engendrado; y eso mismo es lo que debe sentir un padre para ser verdadero padre. Todo ello deriva hacia un concepto teológico: el sentimiento materno de Dios, que es algo que está siendo muy valorado en la actualidad, superando los términos hombre / mujer; que es lo que provoca en muchos teólogos que cuando se hable de Dios como ‘padre’, de la misma manera podemos hablar de Él como ‘madre’, por sus entrañas de misericordia. Ello significa que nos encontramos ante una antigua tradición que conecta muy bien con la cultura religiosa del AT.7
Por último, Domingo Montero explica que la palabra hen,
Procedente del verbo hanan que significa inclinarse, este sustantivo expresa la actitud de una persona, supuestamente mayor y más fuerte, que se inclina con bondad y cariño hacia otra para protegerla y ayudarla (Éx 33, 19; Is 27,11; 30,18; Sal 102,18). Implica un profundo sentido de benevolencia, de amor personal y gratuito, junto a un sincero deseo de prestar ayuda y protección eficaz, al tiempo que sirve para significar, también, la idea de mirar con amor, de ahí que el destinatario de esta acción sienta la sensación de ‘haber hallado gracia ante…’ (cf. Lc 1,30).8
En suma, estas expresiones nos hablan de la misericordia y de la compasión. Por ello mismo, José Manuel Andueza acota:
Las traducciones de las palabras hebreas y griegas oscilan de la misericordia al amor; pasando por la ternura, la piedad o conmiseración, la compasión, la clemencia, la bondad y hasta la gracia (heb. hen), que, sin embargo, tiene una acepción más vasta. A pesar de esta variedad, no es, sin embargo, imposible circunscribir el concepto bíblico de la misericordia. Desde el principio hasta el fin manifiesta Dios su ternura con ocasión de la miseria humana; el hombre, a su vez, debe mostrarse misericordioso con el prójimo a imitación de su Creador9.
Adicionalmente, estos vocablos hebreos (hesed, rahamim, hen) se equiparan a sus correspondientes en griego, sobre lo cual Andueza puntualiza:
En el Nuevo Testamento —que fue escrito en griego— son tres, fundamentalmente, las palabras que nos indican el sentido de misericordia: eleos, oiktirmos y splagchna. Así, eleos (misericordia, piedad; de este término ha tomado la liturgia la invocación Kyrie Eleison, es decir, “Señor, ten piedad”), de ordinario se traduce a hésed, situándose en la esfera psicológica; oiktirmos subraya el aspecto exterior del sentimiento de compasión; de ordinario el término splagchna puede traducirse por entrañas de misericordia, y los Evangelios lo aplican a las acciones de Jesús (cf. Mt 14,4)10.
Ahora bien, en el Nuevo Testamento se observa que Jesús expresa la misericordia11 ejerciendo la compasión, siendo este el comportamiento típico de Jesús ante los pobres y desvalidos12. Recordemos que Él nos muestra con sus acciones y gestos cuál es el Dios en el que cree13. Por eso, con su compasión está mostrando que su Dios manifiesta su omnipotencia cuando ejerce su misericordia- compasiva.
En esa medida —como reiteramos—, la compasión es la nota característica de la misericordia. Tanto así que la gran Tradición, tanto oriental como occidental, que ha bebido de las fuentes de la Escritura, ha hablado de la necesidad de la misericordia y, por otra parte, san Agustín y Santo Tomás de Aquino afirmaron que la misericordia se expresa en la compasión. De ahí que muchos teólogos cuando hablan de misericordia se están refiriendo a la compasión de Dios y viceversa14. En consecuencia, aquí se tratarán la compasión y la misericordia como categorías equivalentes, igual como lo realiza Jesús Espeja Pardo, para quien la compasión y la misericordia son los atributos más importantes del Dios de Jesucristo. La misericordia o compasión es una de las categorías más importantes de este teólogo, y constituye la categoría nuclear de este trabajo.
Otros textos importantes que expresan misericordia y compasión en el Antiguo Testamento
Dad gracias a Yahveh porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
(Estribillo de Salmos 118, 1-4; 89, 2; 100, 5; 106, 1; 107, 1; 136, 1-26 —gran Hallel—, repetido por lo menos un centenar de veces en el AT: I Cro 16, 34…)
Fuera de los textos ya mencionados que muestran la equivalencia entre compasión y misericordia destacando sus matices, el Antiguo Testamento es rico en textos que nos hablan de un Dios misericordioso. Es así que el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización nos muestra un elenco de textos que provienen de los salmos15, los cuales evidencian que el Dios de Israel expresa su misericordia en actitudes compasivas y tiernas.
A su vez, Xabier Pikaza y José Antonio Pagola hablan de otros textos del Antiguo Testamento que muestran esa misericordia compasiva: Sab 11, 22-2616; y, más aún, estos autores analizan algunos profetas que ilustran que la misericordia compasiva es un rasgo para identificar la validez del verdadero culto17.
En consecuencia, se observa que la misericordia compasiva de Dios se refleja en el conjunto del AT, sabiendo que los principales momentos afloran en el libro del Éxodo, en la literatura sapiencial y en la tradición profética de Israel, que va a convertirse en un punto referencial de la reflexión de Jesús de Nazaret.
Algunos textos relevantes del Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento llega a su culmen la revelación con el acontecimiento Jesús de Nazaret. Esta, incoada en el Antiguo Testamento, ha venido en progreso continuo, decantando esta revelación cuyo objeto era el advenimiento de Jesús de Nazaret; en consecuencia, el concepto de Dios se fue purificando, tanto así que Jesús mostró el verdadero rostro del Padre18 cuando vivió desde una perspectiva compasiva. De esta manera, se presentó una continuidad de las promesas, pero también una discontinuidad. La promesa de que Dios sigue con el género humano continuará y visibilizará cómo la misericordia de Dios —a pesar de todo— siempre se ha mantenido en el transcurso del tiempo, si bien las figuras que anticipaban a Cristo han pasado.
Lo novedoso es que la misericordia, la compasión, la ternura, han continuado. De ahí que el Nuevo Testamento sea rico en presentar textos antológicos donde se expresa esa acción omnipotente de Dios que se ve reflejada en el actuar de Jesús de Nazaret, y se nos invita a nosotros los hombres a ser perfectos como el Padre. De hecho, cuando miramos los Evangelios sinópticos cada uno con sus matices propios, estos muestran la compasión como elemento dinamizador del actuar de Jesús. Por ejemplo, el Evangelio de Mateo19 presenta las bienaventuranzas como la carta magna de Jesús y allí este elenco resalta la misericordia20 como un eje central en la vivencia del cristiano. Pero también el mismo Mateo muestra la necesidad de la oración, el ayuno y la misericordia (Mt 6,1-18), los ejes centrales de la espiritualidad cristiana que tienen como objeto relacionarse con Dios, los hombres y el resto de las criaturas, pero desde una actitud de apertura.
Asimismo, este evangelista muestra cómo Jesús, siguiendo la Tradición profética, apeló a Os 6,621 para afirmar que el verdadero culto a Dios no se da tanto en los sacrificios sino en la vivencia de la misericordia. Sin embargo, fuera del texto de las bienaventuranzas se encuentra un texto emblemático que es Mt 25, 31-4522. Este es el texto inspirador de las obras de misericordia que nos muestran cómo esta le da sentido a la vida cristiana y es el criterio último de salvación. También el Evangelio de Marcos23, la fuente más primitiva según la crítica, muestra cómo la misericordia-compasión es un elemento fundamental en la praxis de Jesús de Nazaret. El llamado “Evangelio de la Misericordia” es donde se ve con esplendor ese comportamiento de Jesús que muestra quién es el Padre. Presenta varios textos —uno de ellos Lc 6, 36-38— donde se nos invita a la perfección; y los textos por antonomasia del Buen Samaritano24 y el “hijo pródigo” —o mejor del Padre misericordioso—25, que recalcan que la compasión, así como es el comportamiento fundante de Dios, también debe ser el comportamiento de todos los hombres, en especial de los creyentes.
Por otro lado, el apóstol Pablo, al experimentar la experiencia de la salvación, también alude a la misericordia26 de Dios que se ha manifestado en Jesús. Pero no son estos textos sino todo el conjunto de la Palabra de Dios que está inspirada en la misericordia, la compasión, la ternura, etc.
Esto significa que la misericordia, la compasión y la ternura no constituyen una actitud accidental de Dios, sino una característica fundamental de Dios que debe ser una actitud fundamental de todos los hombres. Así lo atestiguan los diferentes textos bíblicos que se han presentado a lo largo de la historia de la salvación.
Finalmente, este breve repaso bíblico presenta que la misericordia-compasión tiene origen en el Dios de Jesucristo. En esa medida, toda la reflexión teológica desde san Juan Pablo II hasta Francisco ha seguido estudiando este atributo divino por excelencia, pero ahora hace falta dilucidar, discernir cómo la compasión también está en el corazón de los hombres, no por virtud de ellos, sino por gracia de Dios, quien quiere que todos los hombres se salven (I Tm 2, 4). De ahí que si la compasión es la principal característica del Dios de Jesucristo, asimismo se convierte en un factor determinante en la vida de los hombres.