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Damnatio memoriae La condena a ser olvidado por la historia

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—¿Se ha preguntado alguna vez por qué de algunos se saben muchas cosas y hechos, mientras que de otros solo se sabe que existieron o que les pasó algo, pero poco a nada de ellos o de lo que les pasó de verdad? —preguntó el testigo al investigador.

—Sí, pero pienso que se debe al hecho de que el lugar en que vivía o donde sucedió algo no había buenos escritores o cronistas que decidieran escribir los acontecimientos. Y así se acabó perdiendo el recuerdo de algo o de algún personaje —respondió el investigador.

—Podría ser así en unos pocos casos, pero lo ha dicho correctamente al acabar la respuesta: se acaba perdiendo el recuerdo de alguien o de algo.

—Bueno, eso también puede ser por causas diversas —replicó el investigador.

—Sí, es posible. Pero también existen algunas maneras de hacer que esto suceda. Es imposible que ocurra algo en un lugar y que nadie vea que ha pasado algo y se olvide del todo, a menos que alguno se ocupe de que se olvide todo o haga que de alguna manera todos los demás olviden todo —respondió el testigo.

—Le escucho, continúe.

—Al contrario que otros acontecimientos y personajes del pasado, de Riario y sus empresas no queda casi nada, incluida la mayor parte de los documentos oficiales que escribió y firmó. Tampoco los recuerdos, las palabras y las historias que habitualmente se transmiten oralmente parecen ya existir en el caso de Riario, mientras que, por ejemplo, de su esposa, Catalina Sforza, quedan cartas, relatos escritos, palabras y recuerdos que persisten en el tiempo.

—¿Y cuál es la razón?

Damnatio Memoriae la llamaban los latinos. Era una condena a ser olvidado y eliminado del recuerdo histórico de todos. Una práctica habitual entre romanos y egipcios desde hacía tiempo y que también se usó después de ellos para eliminar a alguien de la historia —explicó el testigo. Luego añadió—: En la práctica, se eliminaban todos los recuerdos y cosas que la persona hubiera hecho en vida. Todos sus escritos, todas las imágenes en las que estuviera retratado, todas sus insignias y cualquier cosa que la recordase. Si se habían acuñado monedas con su nombre e imagen, estaba prohibido usarlas y tenían que entregarse para fundirlas o acuñarlas con otra forma.

»Incluso sus propiedades se demolían hasta los cimientos o se despojaban de cualquier recuerdo y eso es lo que hicieron con Riario. Y también lo que luego hizo Catalina Sforza con los asesinos de Riario: se apoderó y arrasó hasta los cimientos sus casas y propiedades, para que desapareciera todo recuerdo de ellos y se eliminaran y olvidaran también en la historia.

—¿Y dónde están escritas ahora estas cosas? —preguntó el investigador.

—No tengo ni idea de dónde están escritas ahora. Pero puedo decirle dónde estaban escritas entonces.

—Dígamelo.

—El cronista Leone Cobelli escribió algunas en sus crónicas y, si mira su correspondencia original, verá que algunas páginas están arrancadas justo en el punto en que habla de hechos de Caterina y Riario. Y también otro escritor y cronista de Forlí, hoy prácticamente desconocido, Guido Peppo, llamado de la Estrella, tuvo el mismo final y hoy sus escritos ya no existen. Este escribió muchos libros de historia que contaban muchos hechos y crónicas acaecidos en la Romaña, pero todos sus escritos desaparecieron tras su muerte, porque había sido amigo y cronista de Riario y tal vez también por algún otro motivo —explicó el testigo.

—Quién era este Guido Peppo, llamado de la Estrella?

—Un escritor y médico curandero de Forlí, capaz de leer y traducir como pocos el hebreo antiguo y el griego.

—¿Y todo esto se lo susurró un fantasma en los oídos? —preguntó el investigador.

—No, el primero que me lo contó fue mi bisabuelo cuando tenía once años —respondió el testigo.

—¿Su bisabuelo le explicó todas estas cosas cuando tenía once años? —preguntó incrédulo el investigador.

—Aunque le parezca extraño, es así.

El Fantasma De Girolamo Riario

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