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Prólogo

Vivimos una época de un alto nivel de hipocresía. Por un lado, se habla de derechos humanos, pero en los hechos se violan sistemáticamente estos derechos. El individuo no cuenta en el lucro desenfrenado y lo vertiginoso de los cambios.

Nuestro orden jurídico positivo prohíbe la esclavitud (art. 15 de la Constitución Nacional), aunque la realidad nos muestra a los trabajadores como los esclavos modernos, que trabajan sin descanso, viven abrazados a sus puestos y dispuestos a soportar cualquier tipo de humillación, con tal de preservarlos. En suma, se repele la esclavitud con el discurso, pero se le da la bienvenida con el sistema laboral. Se dice preservar la vida, pero vemos como diariamente los trabajadores se suicidan por un ámbito laboral perverso.[1]

En el medio de esa impostura, las torturas psicológicas en el ámbito de trabajo —que la mayoría denomina mobbing— se pueden palpar y observar en dicho ámbito. Lo llamativo del caso, es que se está violando el principio constitucional de “condiciones dignas y equitativas de labor” (art. 14 de la Constitución Nacional), pero nadie parece preocupado por esta transgresión a la Ley Fundamental.

A partir de mis vivencias, observaciones y estudios, he podido constatar lo siguiente:

 la ausencia de debate sobre la cuestión,

 indiferencia y miedo de los trabajadores,

 abuso de los jefes

 ámbitos físicos de trabajo inadecuados.

 falta de voluntad de las autoridades políticas.

En consecuencia, es importante que podamos debatir y reflexionar sobre esta temática, ya que la indiferencia y el silencio de los trabajadores, sea por ignorancia o temor, potencia este drama. Miles de vidas quedan devastadas, luego del tránsito por una organización pública o privada.

1. Estructura de la obra

Este libro ha sido elaborado, partiendo de una premisa: no estamos en presencia de acoso psicológico, sino de torturas psicológicas.

Si bien, se aborda el estudio del acoso psicológico o mobbing, su origen y causas, intento demostrar la presencia de torturas, con medios sutiles y sofisticados, tan o más letales que la época de la inquisición.

Asimismo, he realizado mediciones durante diez años (2003-2013), mediante encuestas y el resultado de éstas es contundente: desinterés de los trabajadores, no solo por ejecutar acciones sobre esta cuestión, sino mucho más grave, ni siquiera para pensar en algo que pueda cambiar esto.

Al final de la obra se encontrarán una serie de datos estadísticos sobre un universo de 104.387 agentes de la Administración Pública Nacional. Dichos resultados van desde la opinión negativa que tiene el empleado sobre su jefe (99,85%), qué pasaría si al empleado se le da una orden ilegítima, en fin, múltiples cuestiones que contribuyen a potenciar las torturas psicológicas.

He realizado mis estudios e investigaciones, centrando mi atención en la Administración Pública Nacional, que es el ámbito en el que me he desempeñado durante veinte años, en la Administración Pública provincial, la ex Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires, y luego en la Presidencia de la Nación.

Por otra parte, debo señalar que no contamos con datos fehacientes acerca de cuántos agentes integran la Administración Pública Nacional. Resulta paradójico, se habla de calidad institucional, de dar publicidad a los actos, pero al momento de preguntar cuántos empleados tiene la Administración Pública Nacional, es un dato sobre el que nadie proporciona información.

También, era mi objetivo efectuar alguna medición sobre la pericia técnica de los funcionarios públicos, títulos profesionales, trayectoria académica y profesional. Tales datos tampoco existen en el ámbito de la Administración Pública. De las personas que conozco, muy pocas se dedican al derecho administrativo, o han realizado estudios de posgrados sobre esta cuestión, pero opinan, asesoran, y gestionan, tanto como quien tiene toda una trayectoria en esta rama de la ciencia jurídica.

2. Palabras finales

Tengo sueños por cumplir. Seguramente Ud. también los tiene. Pero, ¿qué es un sueño? Para mí, es una calibración exacta entre ambiciones y posibilidades. Un sueño no es querer ganar la lotería, eso es un ardid para evadirnos de nuestras circunstancias actuales, olvidar nuestras potencialidades y eludir nuestras responsabilidades.

En esa conjunción de ambición y posibilidad, creo que podemos establecer un sistema de trabajo que dignifique al ser humano.

Sigo soñando con una nueva ideología, por medio de la cual, jerarquía no es solamente mandar, sino motivar y capacitar a los recursos humanos. Esta tarea es responsabilidad del jefe, no del empleado.

Sigo soñando con una Administración donde se ingrese por concurso, y no por ser amigo, pariente o amante del funcionario de turno.

En fin, estos sueños podemos cumplirlos. Simplemente debemos exigir un mundo mejor, con trabajos dignos, donde prevalezca el ser. En eso me esfuerzo

Buenos Aires, 1° de abril de 2013

drjavierbarraza@gmail.com

¿Mobbing o torturas psicológicas?

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