Читать книгу Manuscritos grabados a base de Motorola en los Confines de la Isla Esmeralda - Javier Ignacio Olaberría - Страница 7
Viernes 4 de octubre de 2019 ¡You´re welcome!
ОглавлениеVoy por mi segunda Guinnes del día en un Pub llamado Quay’s Bar. Es viernes y hace justo cuatro días que aterricé en suelo irlandés. Al momento creo haberme encontrado con el mismo lugar que imaginé venir a buscar. Su colorido es complejo: hay un cielo de constantes nubes espesas que van desde el blanco total, pasando por un gris claro y terminando en uno bien oscuro. Al sol lo vi nada más que cuatro horas. Los caminos y calles, al menos desde mi barrio en Dublin 9 hacia el centro, parecieran estar sobre colinas que los hacen subir, bajar, después tener unas cuadras de llanura y luego volver a subir y a bajar. Cuando salgo de mi casa y camino hacia la zona del Río Liffey por la avenida que suelo utilizar para no perderme, logro ver a lo lejos una especie de meseta color verde pasto que sube como tratando de volverse montaña pero terminando por ser nada más que un relieve. Aún no fui, pero calculo que se debe tratar de ese Park en el que abundan venados ¿o eran ciervos? ¿o cervatillos? ¡bambies!... No sé... ese animal que los dibujos animados describen siempre como buenos, elegantes y masticadores de hojas y plantas.
En estos primeros días estoy conviviendo con cuatro mexicanos (Sebastián, Esteban, Jaime y Óscar) más una chica de Bolivia (Pamela). Jaime parece ser el más serio a simple vista, pero luego de un rato de confianza muestra su simpatía y sensibilidad. Esteban y Sebastián son muy divertidos y bien futboleros; y Óscar, renegadamente gracioso. Ella, Pamela, fue la primera persona en Irlanda que me consiguió una entrevista de trabajo. Creo haber coincidido con buena gente.
Como aún no logré terminar con todos los trámites que necesito para poder comenzar a trabajar de forma legal, aproveché la demora de las citas administrativas, y del tiempo que me tardará conseguir un trabajo, para caminar un poco por la ciudad. Por momentos, Dublin me parece una Londres en miniatura, sin tanto lujo, es cierto; pero con ese estilo británico que le ha quedado por su idiosincrasia de ex país del Reino Unido, aunque, eso sí: con un toque más de mística y rebeldía. Lo más atractivos son los bares; mejores, incluso, que los ingleses que he podido conocer en la “capital pirata”. En casi todos hay algún cantante (uno, dos o más) haciendo algún cover con sus guitarras: cuando escribí el primer renglón de esta novela, un rubio platinado en vísperas de quedar pelado estaba cantando “Don’t look back in anger” de Oasis con todo el coro de la gente que se apoya en la barra y que golpea en las mesas al ritmo de la música. ¿”La alegría es solo brasilera”? Aunque aquí abunden las nubes, la lluvia y el frío, esto prueba que no es cierto.
Ahora me toca disfrutar un poco. Juego a ser turista por unos días. Pero tampoco olvido que en mi cabeza no hay preocupación mayor que conseguir un trabajo lo antes posible. Ya supe ser turista en Europa y esa no fue la proa del avión que me trajo hasta aquí. Sé que en mi nuevo horizonte posa otro tipo de sol y que sus rayos enfocan una meta algo más lejana. Algunos la llaman experiencia, otros pocos “nueva vida”. Yo prefiero llamarla: Dublín.
–¡Hey, Boss! Can you give other Guinnes??
–¡Yes, Dude!
–Thanks, man.
–¡You´re welcome!