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Capítulo unoProvechosa Para Todo

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Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.1 Timoteo 4:8

No hay mayor halago para un cristiano que ser llamado una persona piadosa. Puede que sea un padre diligente, un colaborador comprometido con la iglesia, un portavoz enérgico de Cristo, o un líder cristiano talentoso, pero ninguna de estas cosas importa si, al mismo tiempo, él no es una persona piadosa.

Si bien las palabras piadoso y piedad solo aparecen un par de veces en el Nuevo Testamento, toda la Biblia es un libro sobre la piedad. Y cuando esas palabras aparecen explícitamente, están cargadas de significado e instrucción para nosotros.

Cuando Pablo quiere condensar la esencia de la vida cristiana en un párrafo corto, él se enfoca en la piedad. Dice que la gracia de Dios nos enseña que, «renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente» mientras esperamos la venida de nuestro Señor Jesucristo (Tito 2:11–13, énfasis añadido). Cuando Pablo piensa en la descripción de su propio trabajo como apóstol de Jesucristo, él explica que ha sido llamado para promover la fe de los escogidos de Dios y su conocimiento de la verdad que conduce a la piedad (cf. Tito 1:1).

En su primera carta a Timoteo, Pablo hace énfasis en la piedad. Debemos orar por los que están en autoridad, para que podamos llevar vidas tranquilas y sosegadas en toda piedad y santidad. Debemos ejercitarnos para la piedad. Debemos seguir la piedad seguir en términos de un esfuerzo implacable y perseverante. La piedad acompañada de contentamiento es descrita como una gran ganancia; y finalmente, la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa tanto para la vida presente como para la venidera.

Cuando Pedro, anticipando el día del Señor en que la tierra será destruida junto con todo lo que hay en ella, pregunta qué tipo de personas debemos ser nosotros, él responde que debemos llevar vidas santas y piadosas (cf. 2 Pedro 3:10–12). Aquí Pedro usa el evento más trascendental de toda la historia para impulsarnos en nuestro deber cristiano —vivir de forma santa y piadosa.

Sin duda, entonces, la piedad no es ningún lujo espiritual disponible para algunos cristianos pintorescos de una era pasada o para algún grupo de súper–santos hoy en día. Es tanto el privilegio como el deber de todo cristiano seguir la piedad, ejercitarse para la piedad, estudiar diligentemente la práctica de la piedad. No necesitamos ningún talento o instrumento especial. Dios nos ha dado a cada uno de nosotros todas las cosas que necesitamos para la vida y la piedad (2 Pedro 1:3). El cristiano más ordinario tiene todo lo que necesita, y el cristiano más hábil debe usar esos mismos medios en la práctica de la piedad.

Entonces ¿qué es la piedad? ¿Cuáles son las características de una persona piadosa? ¿Cómo llega alguien a ser piadoso? He hecho esta pregunta a diferentes personas: «¿Qué viene a tu mente cuando piensas en la piedad?». Las respuestas, aunque variadas, al final siempre apuntan a alguna idea del carácter cristiano, usando expresiones como «semejante a Dios», «semejante a Cristo» o «el fruto del Espíritu». La piedad ciertamente incluye el carácter cristiano, pero es más que eso. Hay otro aspecto de la piedad que es aún más fundamental que el carácter cristiano. Es la base, de hecho, sobre la cual se construye el carácter cristiano.

Devoción en acción

La Biblia comienza a darnos algunas pistas sobre la piedad en sus primeras páginas. Génesis 5:21–24 habla de Enoc, el padre de Matusalén. En un brevísimo resumen de tres versículos sobre la vida de Enoc, Moisés lo describe dos veces como alguien que «caminó con Dios». El autor de Hebreos le da a Enoc un lugar en su gran galería de «héroes de la fe» en el capítulo 11, pero él ve a Enoc desde una perspectiva ligeramente distinta. Lo describe como alguien que «agradó a Dios». De modo que tenemos dos pistas importantes: Enoc caminó con Dios y Enoc agradó a Dios. Es evidente a partir de estas dos declaraciones que la vida de Enoc se centraba en Dios; Dios era el punto focal, la estrella polar de su existencia.

Enoc caminó con Dios, él disfrutó de una relación con Dios y él agradó a Dios. Podríamos decir acertadamente que él era devoto a Dios. Este es el significado de la piedad. La palabra para piedad en el Nuevo Testamento, en su sentido original, transmite la idea de una actitud personal hacia Dios que resulta en acciones agradables a Dios.1 Esta actitud personal hacia Dios es lo que llamamos devoción a Dios. Pero siempre es devoción en acción. No es solo un sentimiento cálido de emoción por Dios, el tipo de sentimiento que podemos experimentar mientras cantamos un grandioso himno de alabanza o un coro de adoración moderno. Y la devoción a Dios tampoco es simplemente un tiempo de lectura bíblica y oración privadas, una práctica que a veces llamamos «devocionales». Aunque esta práctica es de vital importancia para una persona piadosa, no debemos pensar que esto es lo que define nuestra devoción.

Enfocados en Dios

La devoción no es una actividad; es una actitud hacia Dios. Esta actitud está compuesta por tres elementos esenciales:

• El temor de Dios

• El amor de Dios

• El deseo de Dios

Veremos estos elementos en detalle en el capítulo 2, pero por ahora, observa que los tres elementos se enfocan en Dios. La práctica de la piedad es un ejercicio o disciplina enfocado en Dios. De esta actitud hacia Dios surgen un carácter y una conducta que usualmente identificamos como la piedad. Muy a menudo tratamos de desarrollar el carácter y la conducta cristianos sin tomarnos el tiempo de desarrollar una devoción centrada en Dios. Tratamos de agradar a Dios sin tomarnos el tiempo de caminar con Él y desarrollar una relación con Él. Pero es imposible hacer eso.

Considera los exigentes requisitos de un estilo de vida piadoso como lo expone William Law. Law usa la palabra devoción en un sentido amplio para referirse a todo lo que abarca la piedad — tanto acciones como actitud:

La devoción significa una vida entregada o dedicada a Dios. Por tanto, el hombre devoto [piadoso] es aquel que ya no vive según su propia voluntad, o el camino y espíritu del mundo, sino solamente según la voluntad de Dios, que considera a Dios en todo, que sirve a Dios en todo, que hace todas las partes de su vida cotidiana partes de piedad, al hacer todo en el nombre de Dios y bajo las reglas que se conforman a Su Gloria.2

En esta descripción que presenta Law, la piedad abarca absolutamente toda la vida de la persona piadosa. Nada queda excluido. Dios está en el centro de sus pensamientos. Sus deberes más ordinarios son hechos con la intención de glorificar a Dios. En las palabras de Pablo a los corintios, ya sea que coma o beba o cualquier cosa que haga, esta persona lo hace todo para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31).

Ahora bien, es evidente que un estilo de vida centrado de tal manera en Dios no puede desarrollarse y mantenerse mientras no haya un fundamento sólido de devoción a Dios. Solo una fuerte relación personal con el Dios vivo puede evitar que ese compromiso se vuelva opresivo y legalista. Juan escribe que los mandamientos de Dios no son gravosos; una vida piadosa no es tediosa, pero esto es verdad solo porque una persona piadosa es ante todo devota a Dios.

La devoción a Dios, entonces, es la fuente del carácter piadoso. Y esta devoción es la única motivación para el comportamiento cristiano que agrada a Dios.

Esta motivación es lo que distingue a la persona piadosa de la persona moral o la persona benevolente o la persona fervorosa. La persona piadosa es moral, benevolente y fervorosa debido a su devoción a Dios. Y su vida adquiere una dimensión que refleja el sello mismo de Dios.

Es triste que muchos cristianos no se caractericen por tener esta aura de piedad. Puede que sean muy talentosos y amigables, o muy activos en la obra del Señor, o incluso aparentemente exitosos en algunas formas de servicio cristiano, y aun así no sean piadosos. ¿Por qué? Porque no están dedicados a Dios. Tal vez estén dedicados a una idea o a un ministerio o a su propia reputación como cristianos, pero no a Dios.

La piedad es más que el carácter cristiano; es el carácter cristiano que surge de la devoción a Dios. Pero también es cierto que la devoción a Dios siempre produce un carácter piadoso. A medida que estudiemos los tres elementos esenciales de la devoción en el siguiente capítulo, veremos que todos ellos, individual y colectivamente, deben expresarse en una vida que es agradable a Dios. Así que la definición de piedad que usaremos en este libro es la devoción a Dios que da lugar a una vida agradable a Él.

En los primeros capítulos de este libro nos concentraremos en esta devoción, buscando entender qué es y por qué produce el carácter cristiano. En los últimos capítulos consideraremos rasgos específicos del carácter piadoso. Pero nunca debemos perder de vista el hecho de que la devoción a Dios es la fuente del carácter cristiano y el único fundamento sobre el cual ese carácter puede ser construido eficazmente.

La práctica de la piedad

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