Читать книгу Mis Personajes de Películas y Televisión y Yo - Jesús Amancio Jáquez Hernández - Страница 9
ОглавлениеCAPÍTULO 4.
LA BÚSQUEDA
El ambiente era agitado en el campamento; todos se movían aprisa preparándose para embarcar. El regreso estaba programado para las doce del mediodía, la excursión estaba por terminar.
—Dónde rayos se metería Jesús? —preguntó Max.
—No lo sé —contesto Ariana—. Y, la verdad, estoy empezando a preocuparme —agregó.
—¿No te contó sus planes? —preguntó Alejandro.
—Solo dijo que le hubiera gustado tomar más fotos, así que no sé. Ya debería estar de regreso —concluyó con la voz quebrada por la preocupación.
—No te angusties —la consoló Max—. Verás que pronto aparece.
—Sí, ya lo verás —reafirmó Alex—. Seguro traerá unas fotos fabulosas —concluyó tratando de sonreír.
Pero, la verdad, estaba muy preocupado; quizás más que Ariana. Jesús era su amigo y sabía que era muy responsable. Nunca los tendría con esa angustia si no le hubiera pasado algo malo. Trató de deshacerse de ese mal presentimiento y se dijo a sí mismo que todo iba a estar bien.
Pero las horas pasaban y no había ninguna señal de él, el capitán envió a varios de sus hombres a buscarlo, pero no pudieron encontrar nada. Ni siquiera sus huellas, pues las ventiscas levantaban la nieve y borraban todo rastro.
Ariana estaba desesperada; Alejandro y Max también, aunque procuraban no hacerlo tan evidente. También el capitán estaba muy consternado, pero aun así sabía que tendrían que marcharse. Habían quitado las tiendas de campaña desde el amanecer, descasarían en el rompehielos por unas horas y continuarían la búsqueda. Alex se comunicó con la embajada de México en Argentina para que los auxiliaran en la búsqueda: enviarían dos helicópteros para apoyar a la guardia costera, y tres exploradores.
Se hizo un gran esfuerzo por encontrarlo; varias personas se unieron a la búsqueda, pero no hubo suerte. Los días fueron pasando y el clima empeoraba, las temperaturas fueron bajando y permanecer ahí se fue haciendo imposible. Ariana, Max y Alejandro no querían marcharse, pero los militares los obligaron a volver al continente, pues sus vidas peligraban en ese clima. Los padres de Jesús intentaron todo para que las pesquisas continuaran, pero el invierno llegó y la oscuridad de la noche en la Antártida lo cubrió todo. No había más que hacer, así que Ariana, con lágrimas en los ojos y el corazón hecho pedazos, volvió a México prometiéndose que regresaría a buscar a Jesús hasta encontrarlo.
Regresó una vez más y muchas otras, pero jamás encontró la respuesta que buscaba. De Jesús nadie volvió a saber nada.