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Prólogo

En lo que concierte —prosiguió él— a vuestra pregunta

referente a los asuntos que tratamos aquí en el consejo,

podría dispensársenos el responder, ya que atañen

a nuestro privado y real interés y tan solo a él,

y, por tanto, no tiene importancia para nadie más

que para nosotros mismos.

Poe, El rey Peste.

El cuento nació con el hombre, con su necesidad de comunicar y de recordar, con la palabra misma y con la imagen. Las pinturas rupestres son indicio de que el hombre desde siempre se interesó por plasmar su diario vivir, sus experiencias y todo aquello que lo marcó y consideró importante para transmitir, para no olvidar. Luego, con la palabra escrita se materializaron aquellas historias que fueron trascendentales, que marcaron a los hombres de todas las épocas y que cumplieron una función específica dependiendo de la lectura y de la relevancia que se le diera.

Así ha sucedido hasta nuestros días. Constantemente se cuentas historias: el diario vivir, aquello que impacta, lo acontecido días atrás, los sueños, los deseos, el pálpito de un futuro prometedor o indeseablemente brumoso, aquello que no ha pasado y posiblemente no pasará, pero imaginamos porque nos apasiona o nos atormenta.

El género cuento, que solo hasta un par de siglos atrás comenzó a tener este rótulo, con etapas estelares, fans de primera categoría y algunos inconscientes detractores, ha acompañado nuestra vida y la literatura de todos los litorales del mundo. Su forma, o su fórmula todavía es inefable. Cada quien tiene su manera, y no todos logran crear historias de alta categoría. Las temáticas de los cuentos son tan variadas como las facetas del hombre. Morgan Friedman intentó delimitar algunos temas, pero dentro de su propuesta es posible cruzar una serie infinita de posibilidades, eso sí, con un punto indiscutiblemente en común: el ser humano. Todo lo escrito, todo lo vivido, todo lo dicho e imaginado tiene como eje de convergencia la vida del hombre, y así lo muestran las manifestaciones artísticas, la ciencia, la religión y todo aquello que se nos ocurra más adelante.

En esta dirección, y haciendo mayor énfasis en lo literario, vale la pena recordar que hay cuentos que han hecho inmortales a los hombres y relatos que se han inmortalizado, ya sea por su trascendencia, por su profundidad o por cualquier otro elemento que de seguro tiene un valor diferente, un valor sublime como propuso llamar Longino a aquello que genera un éxtasis particular, una sensación especial, algo fuera de lo común. Dentro de estos relatos, u hombres inmortales, se pueden nombrar por ejemplo a Bocaccio y su Decamerón, a Chaucer y Los cuentos de Canterbury, a Las mil y una noches, a Poe y sus narraciones extraordinarias, a Borges, a Cortázar, a Quiroga, a Riberyro y a todos aquellos autores y cuentos que usted, querido lector, tiene en mente.

Ahora, en esta ocasión, usted se da la oportunidad de entrar en directa comunicación con otros autores, algunos con trayectorias más definidas que otros, pero todos con algo muy importante que decir. No obstante, solo usted y nadie más está en la posibilidad de juzgar los relatos que le ofrecen esta selección, según su perspectiva de la vida, su juicio sobre el arte y la conexión que logue con aquello que cuenta cada escritor.

El libro que tiene en las manos, denominado Águilas y moscas, por aquello de la cadena alimenticia, en donde se presenta la importancia tanto de unas como de las otras para el sostenimiento de las especies, se despliega con dos objetivos muy bien definidos: 1) deleitar al asiduo lector con cuentos que retratan la vida del hombre en varias dimensiones; y, 2) dar la posibilidad a nuevos autores de que figuren en el panorama nacional, y por qué no internacional, como escritores y artistas de la palabra. Sobre el segundo punto, las editoriales siempre, o casi siempre para no sonar radical, tienen intereses particulares en lo económico, y las apuestas que hacen van en función de vender, por tal razón y respetando esta lógica, difícilmente aventuran su capital en productos que de entrada no les garantice éxito. No obstante, bajo esta dinámica varios autores de todo el mundo y de todas las épocas, con obras maravillosas y trascendentales, han quedado en el anonimato. Casi sucede, para no ir tan lejos, con García Márquez, Germán Espinosa y el gran Sábato.

Por tal motivo, juntamos esfuerzos y producimos esta selección, que trata de ir más allá de un mero libro de cuentos de autores colombianos; sino que entrega al lector un objeto de colección que genera más de una impresión, por el contenido, por la diversidad de temas y al mismo tiempo por los ejes que los relacionan. Además, por el formato, puesto que, cada obra va acompañada de una ilustración también de artistas colombianos de gran talante. A juzgar obras de Alefes Silva, Gina García, María Chucena, Camilo Lamprea y Estefanía Jiménez.

Ahora bien, los escritores que componen esta selección son Jesús Antonio Álvarez, santandereano de nacimiento y autor de La cancha de arena y Vieja calle de mi barrio, entre otras obras, que en esta oportunidad escribe sobre el amor y el recuerdo, sobre la nostalgia y sobre cómo la vida no es más que aquello que no se quiere olvidar; Betuel Bonilla, nacido en Neiva y autor de El arte del cuento, La ciudad en ruinas y Las maneras de volver entre otros, y que recrea una historia ligada a la violencia y a la situación que cientos de familias han vivido y viven en Colombia y en otros lugares del mundo donde la guerra no da tregua; Fabián Mauricio Martínez, destacado cronista y cuentista santandereano, autor de Una ciudad llamada Bucaranada y El sexo de las salamandras, entre otros, que narra en el cuento incluido en esta selección la imaginación y la situación que vive un niño en una familia no tan particular como se pudiera creer; Nicolás Peña, bogotano, dedicado a la poesía sobre todo y a la escritura de cuentos, con libros como Mi mamá es la única que lee mis poemas y Ciudad de perros y palomas, etc. que presenta un cuento que habla de la soledad, del silencio de aquello que nos hace buscar todo el tiempo compañía. Del mismo modo, Óscar Mejía, autor de libros como Todos los que vivimos en esta casa, y varios cuentos, recrea una situación particular en donde las creencias, la fe y la sociedad juegan un papel determinante para el protagonista del relato; y Daniel Felipe Osorio, caleño y autor de varias obras como el hermoso cuento ‘Instante de amor’, narra en esta ocasión lo sórdido que puede llegar a ser el hombre, sus manías y aquello que no se dice o se dice rápidamente.

De esta colección también hacen parte Lotus King Salcedo, autor de ‘Laura se va’, ‘Derribando muros’, ‘Hijos de nuestra época’, entre otros, y que cuenta en esta oportunidad una situación urbana en la que el sexo, el día a día y la violencia se juntan para estremecer. Por su parte, John F. Galindo, destacado poeta, con obras como Karaoke Demon, L y No hace falta que te digan que te quites, etc. presenta cinco ingeniosas, extrañas y llamativas propuestas fílmicas, cada una a modo de relato que impactan a más no poder. Diego Higuera, bumangués, autor de ‘Ruidos en el techo’, ‘La puerta del infierno’ y ‘Un mundo mejor’, entre otras obras, juega en esta ocasión con lo fantástico, con el terror y con aquello que genera escalofrío o repelús. Óscar Daniel Campo, barranqueño de nacimiento, autor de Los aplausos, presenta un cuento que se enfoca en lo cotidiano, en aquello que parece desapercibido o sin importancia, pero que siempre dice algo.

Continuando con los autores, Daniel Bonilla, oriundo de la capital colombiana y autor de obras como ‘Mutis por la poesía: el conocimiento que se esconde’ y ‘Al margen de Trilce’, etc. en esta selección presenta un cuento que tiene como eje central la amistad, los espacios y, sobre todo, lo psicológico. De igual forma, Farouk Caballero, de su natal Bucaramanga, autor de libros como El tigre no es como lo pintan y Violines, fusiles y balígrafos, recrea un hecho de la violencia vivida en otra nación que fácilmente se puede identificar en el contexto de nuestro país o el cualquier otro en donde la guerra es protagonista del diario vivir. Miguel Ángel Pulido, bogotano, autor de Las venas de Yuma y otras obras, narra una situación fantástica en donde lo sobrenatural es pieza fundamental del relato, y en donde aquello que creemos ver o sentir sale a relucir cuando estamos solos y la noche está en su máxima expresión. Por su parte, el bumangués Dany Yesid León, autor de Canción para abrir una jaula, Desde estancias habitadas y Momento del decir, presenta un hermoso relato que tiene que ver con aquellas personas, muchas veces inocentes, que se ven relacionadas con una realidad bélica que los toca, los rechaza y al mismo tiempo los seduce. Miguel Castillo, santandereano de nacimiento y autor de obras como Peces para un acuario, ‘Tres hombres solos’ y El resplandor de la derrota, entre otras, ficcionaliza, de manera magistral, los últimos instantes del gran Hemingway, haciendo un recorrido nostálgico por aquellos momentos más significativos del escritor norteamericano. Álvaro José Claro, bumangués, autor de Ausencias y Enjambre, entre otros, en esta ocasión se inmiscuye en el tema del amor y en lo carnal, en aquello que no queremos saber y lo que posiblemente debemos olvidar. Finalmente, Juan Diego Serrano, igualmente santandereano y autor de Toda esa suciedad entre otras obras, presenta un cuento en el que hace una crítica social de gran dimensión desde la ficcionalización de un personaje muy particular, que deleita y hace volar con su manera de ver el mundo y la realidad en la que está inmerso.

Todos estos autores, incluidos los ilustradores, hacen las veces de anfitriones para que usted, estimado lector, se apropie de este libro como si fuera su casa, lo recorra, lo disfrute y lo pasee como el más importante de los invitados.

Águilas y moscas

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