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EL LADO OSCURO DE LA ACADEMIA

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Aquel día aprendí otra valiosa lección: la existencia de un lado oscuro en el mundo académico. Hay algunos científicos que parten de ideas preconcebidas, que en realidad no quieren analizar las evidencias, y que parecen estar obnubilados no por la búsqueda de la verdad, sino por el deseo de propagar la idea de que la ciencia y Dios no tienen relación alguna y que quienes creen en Dios son, sencillamente, ignorantes.

En pocas palabras: eso no es cierto.

Es más, no hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de que es mentira. Piensa por ejemplo en el Premio Nobel de Física. En 2013 lo obtuvo Peter Higgs, un escocés que es ateo, por su investigación pionera sobre las partículas subatómicas y por su predicción (confirmada un tiempo después) de la existencia del bosón de Higgs. Algunos años antes, el premio lo recibió William Phillips, un estadounidense que es cristiano.

Si la ciencia y Dios no tuvieran relación, no habría cristianos ganadores del Premio Nobel. De hecho, más del 60 por ciento de los ganadores del Nobel entre 1901 y 2000 eran cristianos confesos.3 Quiero sugerir que lo que separa a los profesores Higgs y Phillips no es su física o su estatus como científicos; ambos han obtenido el Premio Nobel. Lo que los separa es su cosmovisión. Higgs es ateo y Phillips es cristiano. La conclusión es que la afirmación de aquellos eruditos que hace tantos años quisieron amilanarme en Cambridge, que decía que si quieres ser respetado dentro del mundo científico tienes que ser ateo, es obviamente falsa. No puede existir un conflicto esencial entre ser científico y tener fe en Dios.

Sin embargo, sí existe un conflicto muy real entre las cosmovisiones que defienden estos dos hombres tan brillantes: el ateísmo y el teísmo.

¿Puede la ciencia explicarlo todo?

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