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Capítulo 2

El concepto craneosacro: terminología básica

La mayoría de los lectores de este libro cuentan con buenos conocimientos de anatomía y fisiología, si bien muchos términos y conceptos empleados en la Terapia craneosacra no se destacan mucho en los cursos normales de anatomía y fisiología. Otros términos tienen significados específicos en la Terapia craneosacra que difieren de los que se usan en otros campos de la medicina. Por tanto, antes de pasar al cuerpo principal del libro, queremos repasar en este capítulo la terminología anatómica, fisiológica y terapéutica más importante que se emplea en la Terapia craneosacra, así como el lenguaje de la posición anatómica. Muchos de estos términos se expondrán con mayor detalle en capítulos posteriores del libro.

EL SISTEMA CRANEOSACRO

Se trata de un sistema fisiológico que hace poco que goza de reconocimiento. Posee actividad rítmica fisiológica propia. Cuenta con todas las características de un sistema hidráulico semicerrado. Anivel funcional, está íntimamente relacionado con el sistema nervioso central, el sistema nervioso vegetativo, el sistema neuromusculosquelético y el sistema endocrino. Sus límites están formados por las meninges, específicamente la duramadre. La entrada de líquido en el sistema se realiza por el plexo coroideo, que permite el paso de líquido del sistema vascular al sistema ventricular del encéfalo. El plexo coroideo es selectivo en el paso de sustancias de la sangre al sistema craneosacro. El líquido que sale del plexo coroideo se llama líquido cefalorraquídeo (LCR). Este LCR vuelve al sistema venoso por medio de las vellosidades aracnoideas. Estas vellosidades se concentran sobre todo en el seno sagital dentro de la bóveda del cráneo, pero también se hallan en número significativo por todo el sistema de drenaje venoso intracraneal.

Hay un sistema hidráulico semicerrado compuesto por la duramadre y sus contenidos. La duramadre es esencialmente impermeable al líquido cefalorraquídeo que contiene. La entrada o salida de líquido del sistema se produce por medio de estructuras hísticas especializadas (plexos coroideos y vellosidades aracnoideas) que se encuentran bajo control homeostático. Estos mecanismos de entrada y salida permiten calificar el sistema hidráulico de semicerrado.

Los mecanismos homeostáticos son mecanismos autorreguladores y autoequilibradores que dependen de bucles de retroalimentación. Los sistemas biológicos contienen mecanismos homeostáticos que les permiten efectuar una adaptación instantánea a los cambios constantes en el ámbito interno y externo. Un ejemplo de mecanismo homeostático en el ser humano es la producción de la hormona tiroidea por el tiroides, que está bajo el control de la hormona tiroestimulante de la hipófisis. Ésta recibe información sobre si debe o no liberar más hormona tirostimulante en el torrente circulatorio a partir del nivel de hormona tiroidea en la sangre, que la hipófisis controla constantemente. La glucemia, el calor corporal, la tensión arterial y otro millón de actividades del cuerpo se regulan constantemente mediante mecanismos homeostáticos.

Como sistema hidráulico, los límites del sistema craneosacro, las membranas durales, reciben forma por la presión del líquido dentro del sistema y por sus caras más rígidas, los huesos del cráneo a los que la membrana se inserta con firmeza y en numerosos puntos dentro de la bóveda del cráneo. Este diseño permite considerar los huesos del cráneo funcionalmente como «puntos rígidos» de la membrana dural. Estos puntos rígidos se usan como indicadores en el diagnóstico y como puntos de manipulación en el tratamiento.

El sistema hidráulico semicerrado craneosacro obedece las leyes de la mecánica de líquidos. El líquido cefalorraquídeo que llena el sistema es en gran medida incompresible y, por tanto, se comporta como el agua. Creemos que, aunque el LCR se mueva dentro del sistema, el movimiento tiene una velocidad baja y poca fuerza. Por tanto, sugerimos en la actualidad que el líquido cefalorraquídeo obedece las leyes de la mecánica de líquidos como si fuera estático.

Como los líquidos presentan fuerzas de deslizamiento lateral insignificantes dentro de sus límites, la aplicación de cualquier fuerza en la superficie del líquido se transmite por igual en todas direcciones. Por tanto, cuando aplicamos una presión o fuerza en un área del límite del sistema hidráulico, la fuerza resultante se transmite por igual a través del líquido cefalorraquídeo a todos las áreas fronterizas del sistema. Esta característica hace al sistema craneosacro susceptible de pertenecer a los tipos de tratamiento en «perdigonada».

También debemos tener presente que este sistema hidráulico comprende el encéfalo, que es más compresible que el líquido cefalorraquídeo. Una presión fuerte sobre el límite extremo del sistema se transmite por el LCR, relativamente incompresible, hasta la materia más compresible del encéfalo.

MENINGES

Las meninges del sistema craneosacro son la duramadre, la aracnoides y la piamadre.

La duramadre es el manto externo de las tres meninges, que envuelve el encéfalo y la médula espinal. Se compone de tejido conjuntivo duro, relativamente inelástico que se fusiona con la cara interna del cráneo. Forma láminas verticales, la hoz del cerebro y del cerebelo, que separan los hemisferios del cerebro y el cerebelo respectivamente. También forma bilateralmente láminas bastante horizontales –la tienda del cerebelo–, que separan el cerebro del cerebelo. La duramadre contiene el líquido cefalorraquídeo y, por tanto, forma el sistema hidráulico craneosacro. Este manto también se denomina membrana dural.

La aracnoides es fina, delicada y está vascularizada. Se halla separada de la duramadre y la piamadre por el espacio subdural y la cavidad subaracnoidea. La aracnoides no sigue las circunvoluciones del encéfalo. Los espacios que separan la aracnoides de la duramadre externamente, y de la piamadre internamente, están llenos de líquido. Esto permite cierto grado de movimiento independiente entre las tres meninges.

La piamadre es el manto interno y delicado, muy vascularizado, de las meninges. Sigue las circunvoluciones del encéfalo y la médula espinal y a su cargo está el riego sanguíneo.

Como las tres meninges tienen movimiento independiente, una de las funciones para las que sirven es que la columna gire y se doble sin mover o someter a tensión la médula espinal. En casos de aracnoiditis, en los que se pierde esta capacidad por la inflamación y adherencia de la aracnoides a las otras meninges, se produce un dolor intolerable durante ciertos movimientos vertebrales.

MEMBRANA DURAL

Esta frontera del sistema hidráulico semicerrado craneosacro cuenta con varias inserciones óseas. Estas inserciones actúan de anclajes por medio de los cuales las tensiones de la membrana dural se transmiten a los tejidos conjuntivos situados fuera del sistema. Es por virtud de estas inserciones óseas comunes entre la duramadre y los tejidos conjuntivos que los patrones anormales de tensión cruzan la frontera dural. Por el contrario, y más fácil de determinar, es el hecho de que a través de estos anclajes comunes los tejidos conjuntivos del sistema craneosacro transmiten tensiones al sistema de la membrana dural. Por medio de la continuidad dural, estas tensiones se transmiten a regiones distantes y difíciles de predecir del sistema de las meninges.

Dentro de la bóveda del cráneo, la duramadre aporta una capa de endostio que se inserta con firmeza y por muchos puntos, a través del periostio, en los huesos de la bóveda del cráneo. Al contrario de lo que suele creerse, los huesos de la bóveda del cráneo están en constante movimiento al acomodarse a la dinámica cambiante del LCR y las tensiones de la membrana dural dentro del sistema craneosacro. Las suturas o articulaciones donde se encuentran los huesos del cráneo entre sí no se fusionan en circunstancias normales, sin importar la edad que tenga la persona. Aunque esto entre en contradicción con los dogmas anatómicos angloamericanos tradicionales, concuerda con las enseñanzas anatómicas del ámbito mediterráneo. Nuestros datos muestran con claridad la movilidad continuada de las suturas de por vida.

BASE DEL CRÁNEO

La base del cráneo está formada por la porción horizontal del hueso frontal y la participación del etmoides al entrar en la escotadura situada en el hueso frontal (ILUSTRACIÓN 2.1). Comprende el cuerpo del esfenoides, la porción petrosa de los temporales y la base de las porciones condíleas del occipital. Esta serie de porciones óseas forman un suelo para la bóveda del cráneo. La articulación en el suelo entre la porción anterior del occipital y la porción posterior del cuerpo del esfenoides se denomina articulación esfenobasilar. Es una sincondrosis, lo que significa que presenta una lengua de hueso cartilaginoso un tanto flexible entre el esfenoides y el occipital. Esta sincondrosis flexible acomoda la actividad flexora y extensora de la base del cráneo que se produce de por vida.

VÍNCULO CENTRAL

Se aplica este nombre a la membrana dural entre el agujero magno y el sacro. El nombre en sí sugiere la función de este tracto de membrana. El vínculo central de la duramadre espinal tiene relativa libertad dentro del conducto vertebral. Por tanto, en condiciones de reposo y con la columna en una posición relativamente neutra, los movimientos del occipital y el sacro reproducen el de uno y otro. A menos que haya una restricción anormal de la movilidad dentro del vínculo central, la membrana transmite tensiones impuestas sobre uno de estos huesos directamente al otro.


Ilustración 2.1.

Base del cráneo.

COMPLEJO SACROCOXÍGEO

Comprende la unidad funcional de estos dos huesos. Las meninges entran en el sacro con la cola de caballo. Las tres meninges se mezclan, y dentro del conducto sacro hay una inserción ósea firme sólo a nivel del segundo segmento. Probablemente por esto el sacro parece girar sobre un eje a este nivel al adaptarse al movimiento del sistema craneosacro. En el conducto sacro, la duramadre se mezcla con la capa final de la piamadre, el filum terminale. Éste sale del conducto sacro por el hiato del sacro, que suele estar a nivel del IV segmento del sacro. Las meninges son ahora muy fibrosas, duras y se mezclan entre sí. Emergen por abajo con el periostio y contribuyen a formar el periostio del coxis. Desde el punto de vista de la Terapia craneosacra, resulta ventajoso considerar el sacro y el coxis como una unidad funcional.

SISTEMA VENTRICULAR DEL ENCÉFALO

Este sistema se compone de cuatro espacios ventriculares, dos de los cuales son laterales, y el tercero y el cuarto se sitúan en la línea media (ILUSTRACIÓN 2.2). Los ventrículos laterales son cavidades dentro de los hemisferios cerebrales. El tercero está conectado a ellos por el agujero interventricular; la comunicación entre el III y IV ventrículos corresponde al acueducto cerebral. Los agujeros de Lushka y el agujero de Magendie conectan el cuarto ventrículo con la cavidad subaracnoidea. El líquido cefalorraquídeo se forma en los plexos coroideos del sistema ventricular. El líquido entra en el reservorio de LCR a través del sistema de conductos. La atresia del conducto entre los ventrículos tercero y cuarto con la resistencia resultante al retorno del líquido es una causa corriente de hidrocefalia congénita.


Ilustración 2.2.

Ventrículos.

MOVIMIENTO

El movimiento tiene un significado especial para los que practican la terapia craneosacra. En este libro, el ritmo craneosacro es aquel que realiza todo el cuerpo de modo rítmico como respuesta a la actividad del sistema craneosacro. Este movimiento es muy sutil y de amplitud corta. Consideramos el ritmo craneosacro como fisiológico porque es inconsciente e involuntario; es inherente al sistema biológico del individuo. Aquellos movimientos que son fisiológicos e inherentes son necesarios para la continuación de la vida.

Por movimiento no fisiológico se entiende un movimiento inherente anormal que es el resultado de una adaptación a un obstáculo o restricción que interfiere el movimiento fisiológico inherente y normal. Es un patrón de movimiento alterado producto de la restricción. El movimiento no fisiológico también se usa a veces para describir de modo extrínseco el movimiento inducido; sin embargo, este uso es menos habitual y no se ha previsto su aparición en este libro, ya que usamos la palabra movimiento para los que son extrínsecamente inducidos. Hay movimiento pasivo cuando el terapeuta ejecuta el movimiento y el paciente no interviene con esfuerzo alguno. El movimiento activo es, por supuesto, lo contrario e implica un esfuerzo por parte del paciente.

Una restricción es un deterioro del movimiento fisiológico normal del cuerpo. La energía inherente que genera el movimiento fisiológico está presente, pero actúa contra la restricción. Por lo general, las restricciones se producen en el tejido conjuntivo y la fascia. Son producto de una inflamación, de una adherencia, una disfunción somática o neurorrefleja. Cuando una restricción desaparece, se denomina liberación. Se manifiesta la liberación como el alivio del obstáculo o restricción contra el cual luchaba el movimiento fisiológico inherente. La resistencia se disipa y se aprecia una relajación palpable de los tejidos. La liberación es siempre un proceso terapéuticamente positivo.

El sistema craneosacro actúa mediante flexión y extensión cíclicas a un ritmo de unos 6 a 12 ciclos por minuto en circunstancias normales. La flexión es una amplitud extrema de movimiento durante la cual la cabeza se ensancha transversalmente y se acorta en su dimensión anteroposterior. Durante la flexión, el cuerpo entero gira externamente y se ensancha. Después de la flexión, el movimiento fisiológico pasa por una zona neutra en su curso a la extensión, fase durante la cual la cabeza se estrecha y elonga. Todo el cuerpo gira un poco internamente. Un ciclo completo que pase de flexión a una posición neutra y luego a extensión, y vuelta a una posición neutra y de nuevo a flexión, requiere unos 6 segundos.

Una vez que seas consciente de estos movimientos, podrás percibir cómo tu cuerpo realiza los ciclos de flexión-extensión estando de pie o caminando. Con un poco de tiempo aprenderás a sintonizar a voluntad con este movimiento fisiológico del cuerpo.

Desde el punto de vista diagnóstico, pronóstico y terapéutico, estamos interesados en el cálculo cualitativo de la fuerza de la energía inherente que genera el movimiento fisiológico, la simetría de la respuesta al movimiento del cuerpo (del sistema craneosacro y de los tejidos conjuntivos extrínsecos del cuerpo), y la amplitud y calidad de cada movimiento cíclico. ¿Se aprecia alguna barrera de resistencia?

Una barrera de resistencia es un punto perceptible durante el curso de un ciclo de movimiento normal en que el cuerpo duda o ejerce un esfuerzo adicional para seguir, o no seguir. Las restricciones del movimiento y las barreras de movimiento se caracterizan por ser rígidas o elásticas. Las barreras y restricciones rígidas representan problemas óseos en los que no se consigue el movimiento en relación con otro por estar obstruido. Las barreras y restricciones elásticas representan tensiones anormales en las meninges que impiden el movimiento fisiológico normal. Las tensiones anormales en las meninges suelen permitir la continuidad del movimiento, pero se necesita un incremento de la energía para que se produzca. Cuando encontramos un problema en las meninges durante el tratamiento, sus restricciones ofrecen una «cesión» elástica cuando se ejerce fuerza suave y directamente sobre ellas.

La respuesta del cuerpo al sistema craneosacro se basa en el concepto de la continuidad de la fascia por todo el cuerpo. El movimiento del cuerpo está relacionado probablemente con el efecto de la fluctuación del líquido cefalorraquídeo sobre el sistema nervioso, lo que a su vez influye en el tono de los tejidos corporales.

PALPACIÓN

La palpación suele definirse como una exploración por el tacto. Al desarrollo de esta habilidad está dedicado en gran medida este libro. La palpación es un arte que dejan mucho de lado los profesionales sanitarios. Incluso los «terapeutas corporales» usan con frecuencia un solo tipo de palpación y sólo desarrollan una parte pequeña de su potencial como instrumentos de palpación.

La mayoría han aprendido a practicar la palpación o tacto con las yemas de los dedos. Se supone que es el método preferido porque las yemas de los dedos son las partes más sensibles de la mano, si bien nosotros animamos a practicar la palpación con toda la mano, brazos, estómago o cualquier parte del cuerpo que entre en contacto con el cuerpo del paciente. La idea es «fundir» la porción de tu cuerpo que practica la palpación con el cuerpo del paciente. Al producirse esa fusión, la zona de tu cuerpo que palpa hace lo mismo que el cuerpo del paciente. Se sincronizan. Una vez conseguida la fusión y la sincronización, se emplean los propioceptores para determinar lo que está haciendo la parte de tu cuerpo con la que estás palpando. Los propioceptores son receptores sensoriales localizados en los músculos, tendones y fascia que te dicen dónde están las partes de tu cuerpo sin usar los ojos.

La clave para este tipo de palpación es resultar lo menos amenazador e intrusivo posible. El objetivo es conseguir que la parte de tu cuerpo que está practicando la palpación y la exploración haga exactamente lo que hace el cuerpo del paciente, o lo que estaría haciendo si no estuvieses allí. Sabemos que es imposible no causar una mínima turbación, pero hay que intentarlo. Con un contacto palpatorio suave y pasado un tiempo breve, el cuerpo del paciente parece relajarse y comportarse como si no lo estuvieras tocando. Hay que ser todo lo pasivo posible. Hay que dejar que la mano, brazo o parte del cuerpo que practica la palpación se sincronice con el cuerpo del paciente. Hay que hacer más profundo el límite entre practicante y paciente en el cuerpo del primero. Por ejemplo, si se está palpando con toda la superficie palmar de la mano la porción superior del abdomen del paciente, se posa la mano con suavidad sobre el punto de la exploración. Pronto la mano comenzará a moverse con el cuerpo del paciente. Ahora se desplaza la línea de demarcación entre paciente y practicante a la muñeca o el antebrazo. Mientras se produce esta transición, los propioceptores están aportando información procedente de la mano, muñeca y antebrazo que parecen situarse dentro del cuerpo del paciente.

Si trabajas con los ojos cerrados en un estado de concentración, es posible que la mano comience a sentir el movimiento peristáltico dentro de la porción superior del tubo digestivo del paciente. Recibirá información sobre el grado de pilorospasmo presente. Se tornará evidente la actividad del sistema de la vesícula biliar y las vías biliares, así como otros muchos fenómenos fisiológicos que están en curso debajo de tu mano. La clave del éxito en el empleo de este tipo de palpación es la fusión pacífica y poco molesta con el paciente.

Hay otro requisito que debemos mencionar. Se debe aceptar que la información que aportan los receptores sensoriales es real. Como principiante, acepta lo que parece ser sin una evaluación crítica. Una vez que hayas desarrollado en cierto grado la habilidad para la palpación, tendrás mucho tiempo para evaluar críticamente la información que te llega al cerebro a través de los sentidos.

TÉCNICAS DE TRATAMIENTO

Las técnicas empleadas en la terapia craneosacra suelen ser poco molestas e indirectas. En ciertas situaciones tal vez pases a técnicas de tratamiento directas aplicadas contra barreras de resistencia, pero sólo después de que el cuerpo del paciente haya mostrado la necesidad de ese método directo.

Una técnica indirecta, tal y como lo definimos, es aquella que libera una restricción o barrera anormal al movimiento mediante otro movimiento colaborador en la dirección de la liberación (que suele ser opuesta a la dirección de la restricción). Es un tipo de principio de «desenganche». A menudo, para liberar una traba, debemos primero exagerar el cierre. Lo mismo ocurre con la técnica craneal indirecta. El terapeuta sigue la estructura que padece restricción hasta su límite en la dirección hacia la cual se mueve con facilidad, es decir, la dirección hacia la que muestra mayor amplitud de movimiento inherente. Cuando la estructura trate de invertir esta posición extrema, el terapeuta permanece inmóvil. No se empuja contra la estructura ni se intenta aumentar el límite de la amplitud de movimiento, sino que se impide que haya movimiento alguno. Es el movimiento inherente de la estructura cuando trata de recuperar la posición neutra el que ejerce tirón contra el terapeuta. Cuando el movimiento inherente de la estructura deja de ejercer tirón contra ti, se desplaza aún más en la dirección de la amplitud libre de movimiento, a menudo llamada «dirección de la liberación». A medida que se produce este movimiento de alejamiento, el practicante lo sigue, llega al límite articular pero sin empujar. Al final de un ciclo, el movimiento se iniciará de nuevo contra el practicante. Una vez más, el terapeuta se mantiene inmóvil. Se repite el procedimiento en varios ciclos más de ritmo craneosacro inherente. Finalmente, se produce un ablandamiento o liberación del tejido. Es éste el efecto terapéutico que estábamos esperando. El tejido se ha «destrabado» solo. Se siguen unos pocos ciclos y se vuelve a evaluar si se aprecia facilidad y simetría en el movimiento.

Mientras se aplica este tratamiento, tal vez cambien las vías de movimiento. Nuestra regla es dejar que la estructura se mueva por cualquier vía nueva que desee. No se deja que la estructura vuelva a la posición neutra por la misma vía que la de ida. Este procedimiento es lo que llamamos técnica indirecta.

La técnica directa es en esencia lo contrario de la técnica indirecta. Una vez identificada la barrera al movimiento fisiológico normal, el terapeuta ayuda con suavidad a que la estructura o membrana que presenta la restricción avance y rompa la barrera de restricción anormal.

Durante la prueba del movimiento, que es un método primario usado cuando se buscan barreras de restricción anormales, el terapeuta induce el movimiento; en cuanto la estructura comienza a moverse en la dirección de la urgencia, el terapeuta adopta el papel de monitor pasivo. El propósito es determinar hasta dónde y con qué grado de facilidad o restricción se mueve la estructura como respuesta a la inducción. El propósito no es ver hasta dónde y a través de cuántas barreras puede empujarse la estructura. En el proceso de tirón tal vez no se encuentre nunca el problema inicial real, que tal vez sea compuesto al causar nuevos daños o barreras de restricción.

Hablamos del restablecimiento de la flexibilidad autónoma como un efecto positivo de la terapia craneosacra. La flexibilidad autónoma es un término usado para describir una mejoría en la capacidad del sistema nervioso autónomo para responder con eficacia a la tensión y el estrés.

El sistema nervioso autónomo mantiene las funciones vitales y ayuda a sobrevivir sin necesidad de un pensamiento consciente. Presenta dos divisiones principales: simpática y parasimpática. La división simpática hace que el cuerpo responda al peligro, la adversidad, la tensión, la rabia y el placer aumentando la frecuencia cardíaca, la tensión arterial, el volumen de intercambio respiratorio, el riego sanguíneo de los músculos y todo lo necesario para iniciar una acción. La división parasimpática controla las funciones corporales durante momentos de reposo, sueño, digestión y eliminación de la comida, etc., cuando el cuerpo no se prepara para la acción.

A medida que se producen situaciones estresantes en la vida diaria, el sistema simpático se activa una y otra vez. Con frecuencia, no puede descargar la tensión acumulada porque la sociedad moderna no brinda oportunidades suficientes para que el cuerpo entre en acción y disipe la energía generada por el sistema nervioso simpático estimulado. Por tanto, el nivel de tono o actividad tónica del sistema simpático aumenta día a día a medida que se acumula más energía generada por los estímulos estresantes de la que se disipa. Este aumento del tono del sistema nervioso simpático hace que el corazón se acelere, aumente la tensión arterial, se tense el estómago, los intestinos adopten espasticidad y el riego sanguíneo se aleje de los órganos vitales hacia los músculos. En este estado, el cuerpo no sobreviviría muy bien. Para contrarrestar el estado de alerta del reflejo de ataque o huida instituido por el hipertono simpático, el sistema nervioso parasimpático debe actuar con mayor potencia para disminuir la frecuencia cardíaca, la tensión arterial, ayudar a los procesos digestivos y reducir la espasticidad de los intestinos.

Los estímulos de tensión siguen llegando. La gráfica del equilibrio muestra que se reciben más estímulos de tensión de los que se disipan, por lo que el tono simpático sigue subiendo. El tono parasimpático debe aumentar también para contrarrestar el efecto del sistema simpático. Finalmente, se llega a un punto en el que el sistema nervioso parasimpático ya no consigue contrarrestar con eficacia el aumento de la energía en el sistema simpático. Se eleva la tensión arterial, aumenta la frecuencia cardíaca, y se puede desarrollar colitis espástica y úlcera péptica u otras disfunciones que llamamos enfermedades funcionales. El sistema nervioso autónomo ha perdido su flexibilidad. Ya no puede tratar con eficacia la energía acumulada en el sistema nervioso simpático. El sistema parasimpático ha llegado al tope.

Un efecto beneficioso de muchos de los ejercicios terapéuticos descritos en este libro es el restablecimiento de la flexibilidad vegetativa o autonómica. Como el sistema nervioso vegetativo desempeña un importante papel en la actividad homeostática del cuerpo, cuando la flexibilidad autonómica se restablece, muchos mecanismos homeostáticos se vuelven más eficaces.

Hay otras palabras y términos que tal vez sea útil definir aquí para evitar malentendidos más adelante en el libro.

La continuidad fascial es un término que expresa que la fascia del cuerpo humano no se interrumpe desde la cabeza hasta la planta de los pies. Consideramos la fascia total del cuerpo como laminada, con concavidades, invaginaciones y estructuras tubulares para los distintos órganos y estructuras. Se orienta en gran medida en una dirección longitudinal y tiene libertad para moverse milímetros cuando la musculatura del cuerpo está relajada. Se puede ir de una parte del cuerpo a otra a través de la fascia.

El término diafragmas de restricción transversal sugiere el marco conceptual en que situamos estas estructuras. Consideramos estos diafragmas como sistemas de apoyo transversal para las láminas de fascia de orientación longitudinal. Forman parte integral del sistema y son esenciales para su integridad funcional. Los diafragmas de restricción transversal representan áreas de aumento de la tensión en el sistema fascial del cuerpo; por tanto, son puntos donde se dan frecuentes disfunciones en el sistema fascial.

El término sistema neuromusculosquelético manifiesta la artificialidad de cualquier división entre el sistema nervioso, el sistema muscular y el sistema esquelético desde el punto de vista funcional. En consecuencia, usamos la palabra neuromusculosquelético para expresar la integración funcional de estos sistemas.

Una lesión es un área de afectación localizada o de tejido disfuncional. Lesión osteopática es el término usado para designar áreas paraespinales palpables de desviación en la textura del tejido que muestran tirantez o edema difuso y tumefacción. Comprende síndromes o disfunciones como anomalía vascular, hipertonía muscular, sensibilidad dolorosa a la palpación, facilitación segmentaria de la médula espinal, disfunción visceral y disfunción vegetativa, todos un tanto localizados en el área de lesión osteopática.

Disfunción somática es un término adoptado por parte de la profesión osteopática para sustituir al de lesión osteopática. Los defensores del término disfunción somática creen que es más aceptable científicamente que «lesión osteopática». Los detractores opinan que complejo o síndrome por lesión osteopática es mucho más que una disfunción corporal (es decir, musculosquelética) o somática.

El ámbito interno es el medio ambiente situado debajo de la piel del cuerpo, dentro del cual se produce la función de todas las moléculas, células y órganos. Incluye todo, desde la viscosidad del líquido intersticial hasta la concentración de iones de hidrógeno en la orina. También comprende parámetros físicos como la presión, p. ej., dentro de la bóveda del cráneo, y la temperatura.

En la exposición de las disfunciones del encéfalo nos referiremos a varias afecciones que adelantamos a continuación.

Autismo es un cuadro de etiología desconocida. Los niños autistas son asociales, y prefieren interactuar con objetos inanimados. Los niños suelen autocastigarse y se muerden la mano o la muñeca o se golpean la cabeza, etc. Los niños autistas pocas veces exteriorizan emociones a no ser durante los episodios de rabia destructiva. No suelen mantener contacto ocular ni muestran afecto a otras personas, aunque hayamos trabado amistad con muchos niños autistas. A menudo sufren crisis. Tienen inteligencia variable, y con frecuencia despliegan una excelente coordinación motora. Como la causa del autismo es desconocida, existe mucha disensión sobre el diagnóstico.

Los niños hipercinéticos son aquellos con períodos cortos de atención, incapacidad para sentarse y estar quietos, y que han sido etiquetados así por el «sistema». Nuestra tendencia fue considerarlo un diagnóstico conveniente para niños difíciles de manejar, si bien, tal y como describimos en el capítulo 15, muchos de estos niños han respondido espectacularmente a la terapia craneosacra. La sugerencia deducida de nuestra experiencia es que el síndrome conductual llamado hipercinesia debe dividirse a su vez en hipercinesia causada por disfunción en el sistema craneosacro, hipercinesia alimentaria y por otras intolerancias químicas, e hipercinesia de causas emocionales y psicosociales.

Las discapacidades de aprendizaje deben considerarse de forma parecida a la descripción de la hipercinesia. Hemos hallado un número significativo de niños con discapacidades de aprendizaje que han respondido favorablemente tan sólo con la terapia craneosacra.

Hay también varios términos anatómicos que hemos empleado y requieren una breve definición (ILUSTRACIÓN 2.3):

Anterior: hacia el lado frontal del cuerpo.

Posterior: hacia el dorso del cuerpo.

Cefálica estática: hacia el extremo de la cabeza del cuerpo.

Caudal: hacia el extremo sacro del cuerpo.

Podal: hacia los pies.

Lateral: hacia el lado del cuerpo.

Medial: hacia el centro del cuerpo.

Superior: arriba.

Inferior: abajo.


Ilustración 2.3.

Direcciones anatómicas.

Los siguientes puntos del cráneo reciben nombres especiales:

Asterión: convergencia de los huesos temporal, parietal y occipital.

Bregma: convergencia de las suturas coronal y sagital.

Inión: protuberancia occipital externa.

Lambda: convergencia de las suturas lambdoidea y sagital.

Pterión: convergencia de los huesos frontal, parietal, esfenoides y temporal.

Víscera: órgano que no es músculo ni hueso. El hígado, el corazón, los pulmones, etc., son vísceras.

Anexos: tejidos conjuntivos íntimamente relacionados con una víscera.

Eminencia tenar: porción muscular espesa y grasa de la palma de la mano por el lado del pulgar. La eminencia hipotenar está en el lado del V dedo.

Rotación interna: rotación de las extremidades hacia el interior; p. ej., los dedos de paloma.

Rotación externa: lo contrario de la rotación interna.

Bombeo linfático: cualquier técnica de tratamiento que colabora en el movimiento de la linfa por el cuerpo. La razón del uso de la técnica de bombeo linfático es mejorar la eliminación de las sustancias de desecho tóxicas del cuerpo, y mejorar la circulación de los anticuerpos. Esta técnica se recomienda como tratamiento para infecciones e intoxicaciones.

El bombeo linfático suele realizarse de una o dos formas, ambas con el paciente en decúbito supino. En una, el terapeuta coloca las palmas de la mano sobre las plantas de los pies del paciente. Se empujan los pies de modo intermitente con una frecuencia de aproximadamente 180 veces por minuto y con una excursión de 5-10 cm hasta que el abdomen del paciente parezca oscilar. Se mantiene la acción 5-10 minutos. Como alternativa, el terapeuta permanece de pie detrás de la cabeza del paciente con la mano sobre la porción anterior del tórax del mismo. Se le pide que respire un poco más hondo de lo normal. A medida que el paciente espira, el terapeuta sigue el movimiento posterior-caudal de la caja torácica. Sin embargo, se opone resistencia firme al movimiento anterior-cefálico durante la inhalación. Se repite durante 3-4 ciclos con una presión aplicada constantemente sobre el pecho. Luego, justo después de iniciarse la inhalación, el terapeuta retira las manos de repente. Debería oírse un ruido sibilante de distensión. La técnica puede repetirse 2 ó 3 veces.

Terapia craneosacra I

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