Читать книгу Terapia craneosacra I - John E. Upledger - Страница 9

Оглавление

Capítulo 1

Introducción al concepto craneosacro

El concepto craneosacro es una potente visión terapéutica enraizada en ciertas observaciones anatómicas, fisiológicas y terapéuticas. El empleo de la Terapia craneosacra en el diagnóstico y tratamiento requiere un punto de vista particular: considerar al individuo como una totalidad integrada.

Por desgracia, por razones educativas debemos separar inicialmente anatomía y fisiología del tratamiento, y exponer las distintas partes del cuerpo como apartados diferentes. Este enfoque lineal y artificial de lo que en realidad es un todo integrado necesita cierto grado de repetición. Los conceptos y técnicas aquí expuestos se modifican o se ven desde distintos ángulos en otros puntos del libro.

Como punto de partida, en el capítulo 1 presentaremos el concepto de ritmo craneosacro, también conocido como impulso rítmico craneal. Este capítulo, junto con las definiciones anatómicas y fisiológicas del capítulo 2, fundamentará los cimientos para el resto del libro.

EL SISTEMA CRANEOSACRO Y SU RELACIÓN CON OTROS SISTEMAS CORPORALES

El sistema craneosacro puede definirse como un sistema fisiológico funcional, reconocido recientemente. Las partes anatómicas del sistema craneosacro son:

1.Las meninges.

2.Las estructuras óseas en las que se insertan las meninges.

3.Otras estructuras de tejido conectivo íntimamente relacionadas con las meninges.

4.El líquido cefalorraquídeo.

5.Todas las estructuras relacionadas con la producción, reabsorción y contención del líquido cefalorraquídeo.

El sistema craneosacro está íntimamente relacionado, influye y está influido por:

1.El sistema nervioso.

2.El sistema musculosquelético.

3.El sistema vascular.

4.El sistema linfático.

5.El sistema endocrino.

6.El sistema respiratorio.

Las anomalías en la estructura o función de cualquiera de estos sistemas influyen en el sistema craneosacro. Las anomalías en la estructura o función del sistema craneosacro tendrán necesariamente efectos profundos y con frecuencia perniciosos sobre el desarrollo o función del sistema nervioso, en especial el encéfalo.

El sistema craneosacro aporta el «medio interno» para el desarrollo, crecimiento y eficacia funcional del encéfalo y la médula espinal desde el momento de la formación embrionaria hasta la muerte.

¿QUÉ ES EL RITMO CRANEOSACRO?

El sistema craneosacro se caracteriza por una actividad móvil y rítmica que se mantiene de por vida. Este ritmo craneosacro se manifiesta en el hombre, en otros primates, cánidos, felinos y probablemente todos o casi todos los vertebrados. Se diferencia claramente de los movimientos fisiológicos relacionados con la respiración, y también de la actividad cardiovascular. Tal vez sea el mecanismo fundamental o relacionado con el fenómeno de Traube-Herring, que ha sido observado pero no explicado adecuadamente. El movimiento rítmico craneosacro se palpa directamente en la cabeza. Con práctica y el desarrollo de habilidades para la palpación, también se percibe en cualquier parte del cuerpo.

La frecuencia normal del ritmo craneosacro de los seres humanos es de 6 a 12 ciclos por minuto. (No debe confundirse con el ritmo alfa del encéfalo, que presenta entre 8 y 12 ciclos por segundo). En circunstancias patológicas, hemos observado frecuencias en el ritmo craneosacro de menos de 6 y más de 12 ciclos por minuto.

Durante el verano de 1979, uno de los autores (Upledger) tuvo el privilegio de examinar varios casos de coma profundo en el Instituto Loewenstein de Ra’-anana, Israel. No estábamos específicamente interesados en el ritmo craneosacro. En varios casos, el coma por anoxia y lesiones intracraneales que afectaba el encéfalo provocó en su mayoría una reducción del ritmo craneal hasta 3 ó 4 ciclos por minuto. Unos pocos casos de coma causados por sobredosis medicamentosa presentaron un ritmo craneal superior a 12 ciclos por minuto. Estos ritmos se tomaron mediante palpación de la cabeza de los pacientes.

OBSERVACIONES DEL RITMO CRANEOSACRO

Se ha observado que los niños hipercinéticos presentan frecuencias de ritmo craneosacro anormalmente rápidas, al igual que los pacientes que padecen enfermedades agudas con fiebre. Moribundos y pacientes con lesiones cerebrales suelen presentar frecuencias rítmicas anormalmente bajas. A medida que mejora el estado clínico, las frecuencias rítmicas se aproximan a la amplitud normal.

En circunstancias no patológicas, la frecuencia del ritmo craneosacro es muy estable. No fluctúa como lo hace la frecuencia del ritmo de los sistemas cardiovascular y respiratorio como respuesta al ejercicio, a las emociones, al descanso, etc. Por tanto, parece ser un criterio fiable para la evaluación de procesos patológicos.

En circunstancias razonablemente normales, esta actividad rítmica se manifiesta en el sacro como un balanceo sobre un eje transverso localizado aproximadamente 2,54 cm por delante del segundo segmento sacro. El balanceo del sacro mantiene una correlación rítmica con el ensanchamiento o estrechamiento del diámetro transversal de la cabeza. A medida que se ensancha la cabeza, el vértice del sacro se mueve en dirección anterior. Esta fase del movimiento se denomina flexión del sistema craneosacro. El movimiento correlativo a la flexión es la extensión. La base del sacro se mueve anteriormente mientras el vértice del sacro lo hace posteriormente.

Durante la fase de flexión del ritmo craneosacro, todo el cuerpo rota externamente y se ensancha. Durante la fase de extensión, el cuerpo rota internamente y parece estrecharse un poco. Un ciclo completo del ritmo craneosacro se compone de una fase de flexión y otra de extensión. Hay una zona neutra o de relajación entre el final de una fase y el inicio de la siguiente fase de cada ciclo. La zona neutra se percibe como una pausa breve que sigue a la vuelta de una amplitud extrema de una fase, y antes de que las fuerzas fisiológicas inicien la fase opuesta del movimiento (ILUSTRACIÓN 1.1A).


Ilustración 1.1A.

Representación del ritmo craneosacro normal.

Los terapeutas expertos son capaces de palpar el ritmo craneosacro en cualquier parte del cuerpo. Valiosa información diagnóstica y pronóstica puede reunirse con rapidez palpando la frecuencia, amplitud, simetría y calidad del ritmo craneosacro. Este potencial diagnóstico quedó probado en el Instituto Loewenstein cuando se examinaron pacientes neurológicos con las técnicas de evaluación del ritmo craneosacro, y se sugirieron diagnósticos sin más datos sobre los pacientes. Mediante la exploración directa de cambios en el ritmo craneosacro, pudimos localizar con precisión niveles de la médula espinal responsables de paraplejías y tetraplejías en casos de poliomielitis, síndrome de Guillain-Barré, tumor medular y sección de la médula espinal por traumatismo. También pudimos localizar problemas neurológicos en el cráneo que se debieron a hemorragia cerebral, trombosis y tumor.

Se observó que el ritmo craneosacro se situaba entre 20 y 30 ciclos por minuto en esas porciones del cuerpo que ya no estaban bajo la influencia de los centros superiores del sistema nervioso central. Por tanto, mediante la palpación para determinar el nivel vertebral del cambio del movimiento rítmico en la musculatura paravertebral, también se determina el nivel de lesión de la médula espinal. La función de la médula se ve interrumpida unos dos segmentos por encima del cambio palpable en el ritmo de los músculos paravertebrales.

Los músculos denervados se mueven rítmicamente entre 20 y 30 ciclos por minuto, mientras que los músculos inervados se mueven fisiológicamente en correspondencia con el ritmo craneosacro (6 a 12 ciclos por minuto es normal).

Un ritmo craneosacro de baja amplitud manifiesta una nivel bajo de vitalidad en el paciente; es decir, la resistencia del paciente es escasa, y de ahí que la susceptibilidad a sufrir enfermedades sea alta.

En ocasiones, la frecuencia craneosacra, palpada en la cabeza, es el doble de lo normal y la amplitud es baja, si bien la energía interna que mantiene el sistema craneosacro parece bastante alta. Interpretamos este dato como indicador de que el límite del sistema hidráulico, que son las meninges del sistema craneosacro, está restringido y no consigue acomodarse al ritmo craneosacro. Por tanto, la frecuencia se dobla mientras la amplitud se reduce aproximadamente un 50%. Esta situación mantiene una distancia normal de movimiento por minuto (ILUSTRACIÓN 1.1B). A menudo encontramos esta situación en casos de problemas inflamatorios que en la actualidad afectan, o lo hicieron en el pasado, las meninges y/o el sistema nervioso central. Con frecuencia también hallamos esta anomalía clínica en autistas. Esto tal vez signifique que el autismo es el resultado de un problema fisiológico previo que afectó las meninges, y que las volvió menos flexibles.

La falta de simetría en el ritmo craneosacro por todo el cuerpo es un indicador que se emplea para localizar problemas patológicos de cualquier tipo y que causan pérdida de movimiento fisiológico, como una lesión osteopática del sistema musculosquelético (disfunción somática), respuestas inflamatorias, adherencias, traumatismos con cicatriz, cicatrices quirúrgicas, accidentes vasculares, etc. Aunque la asimetría del movimiento no determine el problema, sí señala su localización. Una vez localizado, hay que pasar a otros métodos diagnósticos para determinar la naturaleza patológica exacta del problema. El restablecimiento del ritmo craneosacro simétrico en el área de restricción se emplea como herramienta pronóstica. A medida que se elimina la asimetría y se restablece el movimiento fisiológico normal, tal vez se haga una predicción fiable de que el problema se está solucionando o se ha resuelto.


Ilustración 1.1B.

Representación del ritmo craneosacro: efecto de las barreras.

PAPEL DE LA FASCIA CORPORAL

Se puede considerar la fascia corporal como una vaina laminada móvil, ininterrumpida de la cabeza a los pies, de tejido conjuntivo que reviste y envuelve (entre láminas) todas las estructuras somáticas y viscerales del cuerpo humano. Teniendo presente este modelo, resulta evidente que cualquier pérdida de movilidad de este tejido en un área específica puede ayudar a localizar el proceso patológico que ha causado esa falta de movilidad. Por varios medios, probablemente a través del sistema nervioso, este sistema fascial suele mantenerse en constante movimiento en correspondencia con el ritmo craneosacro. Mediante conexiones directas y puntos óseos comunes de inserción, la fascia extradural y las meninges están interrelacionadas y son interdependientes en lo que a su movimiento se refiere. Por tanto, la cantidad de información diagnóstica y pronóstica que puede obtenerse de la exploración de la movilidad o restricción fascial sólo queda limitada por la habilidad para la palpación y los conocimientos anatómicos del examinador. La atención se dirige a la frecuencia, amplitud, simetría y calidad del ritmo craneosacro y su reflejo en todo el cuerpo.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Mientras todavía se cuestiona el origen del ritmo craneosacro, la teoría de que el cráneo se mueve constantemente en condiciones normales no es nueva. Se dio a conocer a la profesión osteopática hace más de 50 años.

MODELO DE SUTHERLAND

Mientras cursaba estudios en la American School of Osteopathy en Kirksville (Missouri), a comienzos de la década de 1900, William G. Sutherland quedó fascinado por la estructura anatómica de los huesos del cráneo humano. Le pareció que habían sido concebidos para moverse, a pesar de que le habían enseñado que en los adultos normales los huesos del cráneo están sólidamente fusionados mediante su calcificación y que el movimiento era, por tanto, imposible. Se decía que las únicas excepciones a esta condición de inmovilidad en el cráneo humano se hallan en los diminutos huesos móviles del oído y en las articulaciones temporomandibulares. Los anatomistas enseñaron a Sutherland, tal y como muchos lo siguen haciendo hoy en día, que el cráneo sólo tiene funciones protectoras y hematopoyéticas.1

Imbuido de la profunda convicción de que todas las estructuras de la naturaleza tienen un propósito, Sutherland llegó al convencimiento de que los huesos del cráneo debían moverse unos respecto a otros durante la vida normal. Ciertamente, el estudio detallado del cráneo humano y sus suturas muestra la posibilidad potencial de un movimiento craneal interóseo.

Cuando Sutherland se familiarizó con el movimiento del cráneo mediante experimentación consigo mismo, comenzó a experimentar con otros usando la palpación suave de sus cabezas. Pronto fue capaz de percibir movimientos rítmicos mínimos del cráneo de humanos de distintas edades. Un hallazgo correlativo inicial fue el movimiento palpable del sacro en sincronía con el movimiento del cráneo.

Sutherland explicó la sincronía rítmica del movimiento entre el cráneo y el sacro sobre la base de la continuidad de la duramadre del tubo dural espinal que conecta firmemente el occipital con el sacro mediando pocas inserciones óseas significativamente restrictivas. Razonó que el movimiento del occipital en la inserción dural del agujero magno debía influir necesariamente en el movimiento fisiológico del sacro y viceversa, excepto en procesos patológicos restrictivos.

A continuación elaboró un modelo que colocaba el esfenoides como piedra angular del cráneo óseo. El esfenoides aporta la fuerza conductora que se transmite al resto del cráneo a través de sus relaciones articulares con occipital, temporales, parietales, frontal, etmoides, vómer, palatinos y cigomáticos. (Existe también una relación articular inconstante del maxilar superior con el esfenoides.) Del análisis de este modelo, resulta evidente que una fuerza que mueva el esfenoides debe generar necesariamente movimiento en todos los otros huesos con los que se articula. Huesos como la mandíbula, con el cual no tiene articulación directa el esfenoides, sufren la influencia indirecta del esfenoides a través de los temporales y otros huesos. El esfenoides influye en los maxilares superiores mediante el vómer y los palatinos. Desde un punto de vista mecánico, es bastante plausible este modelo de relaciones interóseas con el esfenoides como fuerza conductora.

Varias han sido las dudas sobre la posibilidad de movimiento en la articulación esfenobasilar de los humanos adultos, si bien el movimiento en esta articulación forma parte esencial del modelo de funcionamiento de Sutherland. Al comienzo de la vida embrionaria, la articulación esfenobasilar es una sincondrosis. Se localiza justo posterior a la silla turca y anterior al agujero magno, donde la proyección posterior del cuerpo del esfenoides se une con la proyección anterior de la base del occipital. Esta banda fina de material cartilaginoso conserva probablemente cierto grado de flexibilidad de por vida. Sutherland describió esta articulación incorrectamente como una sínfisis. Sus dibujos de la articulación como una sínfisis hacen uso de las características de la sínfisis para esbozar la hipótesis de la existencia de procesos de deslizamiento lateral anormal entre el esfenoides y el occipital, así como patrones de torsión, lateroflexión y flexión-extensión.

Los movimientos de torsión, lateroflexión y flexión-extensión pueden darse si se conserva cierta flexibilidad entre el esfenoides y el occipital. La relación de deslizamiento lateral entre el esfenoides y el occipital, que Sutherland denominó deslizamiento vertical o lateral, es bastante más difícil de conceptuar como inherente a una articulación que no es, de hecho, una sínfisis.

Histológicamente, la articulación esfenobasilar es una sincondrosis. Mantiene cierto grado de flexibilidad de por vida. Probablemente sea más correcto conceptuar las distorsiones anatómicas de los componentes de la sincondrosis esfenobasilar como secundarias a las disfunciones de las suturas de la base del cráneo y/o tensiones membranosas anormales dentro de la duramadre. Las relaciones esfenobasilares anormales probablemente no se mantengan mediante una distorsión primaria inherente a la relación anatómica entre el esfenoides y el occipital. La duramadre se inserta con firmeza en los huesos de la bóveda y base del cráneo como periostio y endostio. Las tensiones anormales sobre las membranas durales se transmiten, por tanto, a los distintos huesos en los que se insertan dichas membranas. Esta circunstancia produce el movimiento funcional anormal de estos huesos.

En el modelo de Sutherland, el esfenoides se consideraba la fuerza conductora del movimiento de los huesos del cráneo. Inevitablemente, hay que hacer esta pregunta: «¿Cuál es la fuerza conductora que se ejerce sobre el esfenoides?». Sutherland sugirió que el esfenoides se movía como respuesta a la fluctuación circulatoria del líquido cefalorraquídeo y su efecto sobre el sistema de membranas intracraneales. Concibió que la hoz del cerebro, las láminas de la tienda del cerebelo y la hoz del cerebelo eran partes de un sistema de membranas de tensión recíproca que responde a las fluctuaciones circulatorias del líquido cefalorraquídeo e introduce el esfenoides en su patrón rítmico de movimiento en la base del cráneo. El origen de todo este movimiento, creía Sutherland, era la contracción y expansión rítmicas del sistema ventricular del encéfalo. Consideraba el encéfalo como la fuente primaria de la fuerza que controla el sistema craneosacro y produce movimiento.

Esta afirmación parece una intuición fenomenal, y nuestra investigación se ha apoyado mucho en este modelo. En general, la tecnología moderna comienza a demostrar que el modelo de Sutherland es en gran medida correcto.

MODELO PRESOSTATO

Nos resulta un tanto difícil adoptar el concepto de Sutherland de un encéfalo que se contrae rítmicamente como la fuerza conductora que ocasiona el ascenso y descenso rítmico de la presión del líquido cefalorraquídeo. No creemos que el tejido del encéfalo presente resistencia a la tirón, que actúe de bomba hidráulica y eleve rítmicamente la presión del líquido contenido en este sistema hidráulico semicerrado. En segundo lugar, aunque se haya visto que las células neurogliales in vitro se mueven rítmicamente, su movimiento tal vez sea una décima parte de la frecuencia que observamos en el sistema craneosacro. No parece posible apoyarse en la observación de los movimientos de las células neurogliales para respaldar el concepto de encéfalo que se contrae rítmicamente como base del movimiento del sistema craneosacro. Es cierto que el movimiento de las células individuales in vitro tal vez sea mucho más lento que el de estas células in vivo; tal vez sea también mucho más rápido. No podemos aceptar como evidencia el movimiento de las células neurogliales in vitro.

Una alternativa al concepto de encéfalo que se contrae rítmicamente es el modelo presostato. En este modelo sólo hay que asumir que la producción de líquido cefalorraquídeo de los plexos coroideos situados en el sistema ventricular del encéfalo es significativamente más rápida que la reabsorción de líquido cefalorraquídeo por la circulación venosa de los cuerpos de la aracnoides. Estos cuerpos se concentran primariamente en el sistema de vellosidades aracnoideas. Probablemente la mayor parte de la reabsorción se produzca en el seno venoso sagital.

Si la producción de líquido cefalorraquídeo es hipotéticamente el doble de rápida que la reabsorción, cuando la producción se prolonga durante un período determinado de tiempo, llega a un nivel máximo de presión. Cuando se alcanza ese nivel máximo, la producción de líquido cefalorraquídeo se interrumpe mediante cierto mecanismo homeostático. La reabsorción de líquido cefalorraquídeo es constante durante la fase de producción y después de que se interrumpa ésta. Por tanto, cuando la producción de líquido está inactiva, la presión del líquido disminuye como resultado de un volumen que disminuye constantemente dentro del sistema hidráulico. Cuando se llega a un nivel mínimo de presión, la producción de líquido cefalorraquídeo se vuelve a activar y la presión de éste en el sistema craneosacro comienza a elevarse de nuevo. De esta manera, se consigue una subida y bajada rítmica de la presión del líquido, lo cual, a su vez, provoca los cambios rítmicos en los límites del sistema hidráulico semicerrado.

MECANISMOS DE CONTROL DE LA PRESIÓN DEL LÍQUIDO CEFALORRAQUÍDEO

En este momento, parece haber al menos dos mecanismos:

1.Desde que sabemos que las suturas del cráneo se mueven constantemente en los adultos humanos normales y otros primates, y como hemos identificado fibras colágenas y elásticas así como plexos vasculares y nerviosos en la sutura (APÉNDICE A), parece completamente posible que las suturas presenten un reflejo de estiramiento. Cuando las suturas se distienden por la presión del líquido intracraneal hasta una dimensión específica, se activa un reflejo de estiramiento intrasutural que envía información al sistema ventricular del encéfalo para que interrumpa la producción de líquido cefalorraquídeo. Cuando se alivia el estiramiento de las suturas y comienzan a unirse otra vez para terminar comprimiendo un poco su contenido (a medida que se reduce la presión del líquido), se envía un mensaje al cerebro para reanudar la producción de líquido cefalorraquídeo. Esta reactivación de la producción de líquido elevará la presión y reducirá la compresión intrasutural.

Teniendo presente este modelo, comenzamos a estudiar el sistema telegráfico entre las suturas y el sistema ventricular del encéfalo. Hemos trazado con éxito el curso de axones nerviosos en monos, que parten de la sutura sagital en sentido central atravesando las meninges hasta la pared del tercer ventrículo del encéfalo.2 Este trabajo histológico nos suministra las estructuras necesarias para respaldar el modelo conceptual descrito.

2.En una descripción del seno recto hallada en el libro Gray’s Anatomy (39º EDICIÓN INGLESA) se menciona una vellosidad aracnoidea que se proyecta por el suelo del seno recto en su ángulo de unión con la vena cerebral magna. Esta vellosidad contiene un plexo sinusoidal de vasos sanguíneos que se congestionan y actúan como un mecanismo de bola válvula. Este mecanismo puede entonces controlar el flujo de salida de la vena cerebral magna que, a su vez, al aumentar la resistencia al retorno del líquido, efectúa la secreción del líquido cefalorraquídeo a través de los plexos coroideos de los ventrículos laterales. El drenaje de estas regiones del encéfalo corresponde a los vasos cerebrales internos, que desaguan en la vena cerebral magna.

Planteamos la hipótesis de que la presencia de estas estructuras respalda la posibilidad de otro mecanismo mediante el cual la producción de líquido cefalorraquídeo se halla bajo control homeostático. Sugerimos que es el mecanismo de presostato el que hace que el sistema ventricular del encéfalo se dilate y contraiga rítmicamente, y no una potencia contráctil intrínseca del tejido cerebral. La observación del tejido cerebral humano vivo in situ muestra el movimiento rítmico del tejido cerebral; sin embargo, parece más razonable llegar a la conclusión de que el sistema ventricular del encéfalo está respondiendo a la presión cambiante del líquido cefalorraquídeo, y no generándola mediante contracción.

Independientemente, el neurocirujano sudafricano E. A. Bunt, M. D., ha desarrollado un modelo parecido mientras estudiaba el campo de la hidrocefalia normotensiva idiopática. El doctor Bunt nos ha mostrado unas tomografías seriadas de los ventrículos laterales y tercero del cerebro que muestran aproximadamente un cambio del 50% en el campo durante la dilatación y contracción de los ventrículos laterales del cerebro a un ritmo de 6 ciclos por minuto en un paciente normal. El doctor Bunt cree que el concepto del presostato es viable.

MODELO DE BECKER

Hay otro modelo que podría explicar el origen del movimiento rítmico craneosacro elaborado por Frederick Becker, Ph. D., anatomista y antiguo colega en el Departamento de Biomecánica de la Michigan State University.

El doctor Becker sostiene la hipótesis de que el ritmo craneosacro tal vez sea la respuesta tónica de los músculos extradurales a las fuerzas de la gravedad. Estos músculos aportan: (1) un estímulo aferente al sistema nervioso central que produce las fluctuaciones de presión del líquido cefalorraquídeo, o (2) por medio de continuidad fascial, los músculos voluntarios pueden actuar directamente sobre las membranas durales. (Estas membranas forman el límite del sistema hidráulico del líquido cefalorraquídeo.) Esta influencia podría causar una subida y bajada rítmicas de la presión hidráulica del sistema mediante el cambio rítmico de la tensión de estas membranas durales.

No obstante, nuestra experiencia en la exploración de pacientes neuropatológicos tiende a refutar esta hipótesis. Hemos detectado un ritmo craneal poderoso en la cabeza de pacientes con poco o ningún tono en los músculos esqueléticos por una lesión medular que causó tetraplejía. Si el ritmo craneosacro dependiera del tono de los músculos esqueléticos, deberíamos esperar un debilitamiento de la amplitud del movimiento craneal. Además, el músculo y tejido conjuntivo denervados parecen moverse rítmicamente, a 20-30 ciclos por minuto. Si el ritmo craneosacro dependiera del tono del músculo esquelético, no parece posible que pudiera existir una frecuencia elevada en los músculos esqueléticos de un tetrapléjico, sin que ello influyese en el ritmo craneal. En muchos casos de tetraplejía, el ritmo craneal de la cabeza se mantiene dentro de límites normales, tanto en amplitud como en ciclos por minuto.

1No obstante, los anatomistas italianos a comienzos de la década de 1900 enseñaban que la osificación de las suturas del cráneo era patológica en los humanos adultos. Estas ideas contradicen las de los anatomistas británicos, que enseñaban la doctrina de la osificación de las suturas y la inmovilidad del cráneo como un estado normal (Anatomia Umana, Vol. 1, 1931, del catedrático Guiseppe Sperino, pág. 203).

2Este trabajo está en curso en colaboración con el Dr. E. W. Retzlaff del Michigan State University Department of Biomechanics.

Terapia craneosacra I

Подняться наверх