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Marzo 26
Escogidos y bendecidos

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“…Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros” (Josué 2:24b)

El libro de Josué fue escrito para mostrarnos lo que un Dios tan grande puede hacer con un pueblo al que ha escogido para bendecir.

El tema de este libro no es que Josué tomaba la tierra prometida, no. El tema de este libro es Dios tomando la tierra y Josué y el pueblo recibiéndola de parte de Dios.

Por eso al final de su carrera, Josué se levanta y desafía a todo el pueblo: Ustedes miren a quién van a servir, si a los dioses a quienes sirvieron sus padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra están habitando ahora. Pero sepan que yo ya hice una decisión y es la decisión más importante de mi vida, yo y mi casa serviremos al Rey de reyes y Señor de señores, yo y mi casa serviremos a Jehová.

Como parte del pueblo de Dios, tú y yo somos gente de conquista. El Señor nos planta en un lugar y es Él quien va tomando su tierra y nosotros vamos recibiendo de sus manos el lugar donde el nombre de nuestro Dios tiene que ser glorificado.

¡Hay un territorio por poseer, hay un llamado por cumplir, hay una tarea por realizar!

Por eso te pregunto hoy:

¿Se te olvidó que eres un/a conquistador/a para Cristo Jesús?

¿Se te olvidó que has sido comisionado/a por el mismo Señor de señores para entrar a poseer la tierra en la cual habitas?

¿Se te olvidó que a través del Espíritu Santo has sido dotado/a de un poder sobrenatural?

Recuerda hoy que tú has sido escogido/a y bendecido/a por Dios para hacer lo que solo los hijos de Dios pueden llegar a hacer.

Así que levántate y recibe hoy lo que El Señor está tomando para ti y está entregando en tu mano.

Al final solo podrás glorificar a Dios por las victorias que día a día te regala.

Oración:

Rey de mi vida, mi Señor Jesús, yo soy tu pertenencia y deseo honrarte con cada acto de mi vida. Tú me libraste de la posesión del enemigo y de la muerte eterna. Hoy decido servirte con todo mi ser, y me comprometo a amarte con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas y con toda mi mente. Deseo ser siempre fiel a tu llamado y a tu voz. Quiero ser guiado por tu mano de poder y renuncio a la idolatría, a la religiosidad, a las tradiciones inútiles, a una vida sin propósito, porque sé que en ti tengo todo cuanto necesito para ser feliz. Amén.

Una semilla para cada día

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