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PRÓLOGO

Entre los veintidós y los treinta y dos años de edad, la leyenda de las artes marciales, Bruce Lee, fue un escritor muy prolífico. Ciertamente, no todos sus escritos estaban en forma de ensayos o de presentaciones sistemáticas de temas y disertaciones filosóficas. Pero aun así, merece la pena observar que durante este breve periodo de tiempo Lee escribió y publicó él mismo un libro, preparó manuscritos para otros dos adicionales (que posteriormente decidió no publicar), fue el autor de diversos artículos que se publicaron sobre la teoría y la naturaleza del combate sin armas, escribió tres guiones cinematográficos como mínimo y redactó siete volúmenes de escritos que contenían sus pensamientos, ideas, opiniones e investigaciones sobre la ciencia y el arte del combate sin armas. Y además, ¡las notas! Mientras se hallaba en un avión a 10.000 metros de altura, en un automóvil viajando por una carretera sin asfaltar y llena de baches en el desierto de la India o en la intimidad de su propio estudio, cuando Lee no se estaba entrenando ni leyendo, escribía. Y su mente se hallaba constantemente activa, triangulando nuevos puntos de vista sobre técnicas, eficiencia de éstas, y métodos de entrenamiento para descubrir nuevas formas de mejorar cada una.

Lee también tomó extensas notas sobre filosofía oriental y (créelo o no) sobre psicoterapia occidental (estas dos disciplinas no son tan distintas como se podría creer inicialmente), entre otras cuestiones. Bruce Lee sostenía que «no hay nada como un segmento efectivo de una totalidad» y, en consonancia con esta creencia, afirmaba que la misma vida era la totalidad, y todos los aspectos del arte marcial, la filosofía, el fitness físico, la ciencia nutricional, la lectura, hablar, enseñar, aprender, etc., eran simplemente facetas que servían para construir esta totalidad. Además, desde este punto de vista, Lee concluía que el arte era un puente para llegar a un aprendizaje más elevado; es decir, cuanto más arriba se ascendía por la escalera del dominio en el arte marcial, más claramente se veía que el arte era simplemente una metáfora de la vida misma y que, como dijo una vez Blake, desde luego era posible «ver el mundo en un grano de arena», y alguien que ha dominado de verdad un arte marcial, puede tener una nueva y maravillosa visión de la condición humana. No había ni hay contrarios, sólo facetas interconectadas de la existencia de la que todos nosotros constituimos una parte.

Lee hizo una vez el comentario siguiente: «Todo conocimiento en última instancia indica autoconocimiento», y sus escritos reflejan la profundidad de su investigación interna. Cuando se lesionó gravemente la parte inferior de la espalda en 1970, la comunidad médica llegó a la conclusión de que nunca más podría practicar las artes marciales. Lee, sin embargo, comprendió que con una correcta aplicación de toda su voluntad no sólo podría rehabilitarse a sí mismo, sino incluso superar su nivel anterior de habilidad en las artes marciales. Y esto fue exactamente lo que hizo. Si bien estuvo seis meses confinado en cama, Lee, imposibilitado de entrenar su cuerpo, comenzó a entrenar su mente como nunca antes lo había hecho, a leer con voracidad y a tomar copiosas notas que llegarían a llenar siete volúmenes separados sobre el arte y la ciencia del combate. Muchas de aquellas notas fueron recopiladas y publicadas colectivamente en el libro The Tao of Jeet Kune Do (Ohara Publications, 1975), bajo los auspicios de su viuda, Linda Lee Cadwell. No obstante, hubo mucho material que quedó fuera de ese libro. De hecho, tanto, que ha llenado la mayor parte de este otro (junto con sus anotaciones de lo que leía, notas adicionales sobre combate y material resumido de entrevistas). Para obtener una imagen más completa del proceso y de la profundidad del pensamiento de Bruce Lee y del arte marcial y la filosofía que creó, yo recomendaría encarecidamente la lectura de The Tao of Jeet Kune Do, además de cualquier otro libro que contenga escritos auténticos de Bruce Lee. No hay que bifurcarse en una situación de «esto/o lo otro»; tomemos la imagen en su totalidad. «¿Pero quién debe ser el árbitro definitivo sobre qué información es la más importante?», os preguntaréis algunos de vosotros. Ateniéndome a la filosofía de Bruce de que no hay ningún segmento efectivo de una totalidad, creo que aunque por un lado este libro contiene un segmento importante de la totalidad que era Bruce Lee, tú puedes conseguir la imagen completa haciendo tus deberes y ampliando tu investigación.

Asimismo, dentro de las páginas de este libro encontrarás muchas de las percepciones de Bruce Lee, que hasta ahora nunca se habían publicado, sobre el mundo de las artes marciales. Hay mucha sabiduría en estas palabras, que destellan en fuentes escritas y grabadas no disponibles previamente. Estos «comentarios sobre el camino marcial» (el subtítulo de este libro se sacó en realidad del título que le dio a sus siete volúmenes de escritos personales) te servirán para proporcionarte percepciones adicionales sobre la totalidad del alma del hombre, sus pensamientos sobre el arte marcial, sobre la creación de su propio arte marcial y la filosofía del jeet kune do, así como muchas de sus lecciones personales, privadas y públicas planificadas que aplicó para la enseñanza correcta de su arte en el transcurso de su existencia.

Este autor ha necesitado más de tres años para investigar la totalidad de los materiales existentes de Bruce Lee (aunque, en verdad, he estado estudiando a Lee y sus escritos durante más de dos décadas) y otro para convertirlos en el manuscrito en el que se ha convertido este libro. He mantenido mi marca personal fuera del cuerpo del texto, de modo que, aparte del material del prólogo, las únicas palabras que leerás serán las de Bruce Lee, registradas aquí exactamente como las dijo o las escribió. Allí donde Lee dejó un pensamiento o una frase, se ha dejado exactamente como lo escribió, con la esperanza de que el espíritu de sus palabras se preserve plenamente.

Lee tenía el hábito de sentarse y escribir todo lo que se le ocurría. No lo hacía por capricho, sino como un intento de entrar en contacto con sus verdaderos sentimientos sobre diversos temas, sin el disfraz de celebridad pública o de autoimagen, simplemente como la honesta expresión de sus pensamientos más íntimos de un modo completamente espontáneo y sin recortes. Una vez escribió:

«Tengo que escribir que escribo todo lo que cruza por mi mente. A algunos podrá parecerles incoherente, pero qué caramba, me da igual. Simplemente escribo lo que quiere ser escrito en el momento de su concepción. Si nos comunicamos, cosa que espero sinceramente, estupendo. Si no, bueno, en cualquier caso no tiene remedio».

Y de nuevo en otra anotación:

«No sé lo que escribiré, tan sólo escribiré lo que quiera ser escrito. Si lo escrito transmite algo y despierta alguna inquietud en el interior de alguien, magnífico; si no, bueno, qué le vamos a hacer».

Espero sinceramente que este volumen de escritos personales de Bruce Lee sirva ciertamente para «transmitir» y «despertar alguna inquietud en el interior de alguien» que lo lea, hasta el extremo de que sirva para ayudar a este alguien en su propio proceso de convertirse en un mejor luchador de artes marciales y, sobre todo, en una persona mejor. Esto, querido lector, sería muy «bonito», desde luego.

John Little.

Bruce Lee

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