Читать книгу El libro conciso de la punción seca (Color) - John Sharkey - Страница 11
No queda nadie a quien mentir
ОглавлениеEl dolor es un mentiroso; sin embargo, la investigación ha cambiado nuestro modo de considerar el dolor (Moseley, 2012). El dolor es un hijo de la mente, y para poder comprenderlo en su integridad, debemos conocer a toda su familia. Los tejidos periféricos son los familiares directos y pueden considerarse como hermanos y hermanas, mientras que los tejidos como las fibras musculares y los sarcómeros podrían ser primos hermanos. Los mecanorreceptores, los propioceptores y los nociceptores pueden ser los miembros irritantes de la familia que de forma constante están llevando y trayendo informaciones de la madre y del padre sobre los hermanos mayores irritantes. Estos diferentes miembros de la familia pueden tener tendencia a exagerar o distorsionar la verdad. Por ejemplo, la madre o el padre pueden sobrerreaccionar, no reaccionar o malinterpretar la situación, dando una respuesta que puede ser desproporcionada y no adecuada a la realidad; esto se denomina alodinia.
Los estados de dolor crónico se definen como cambios significativos en la actividad neuronal; estos influyen profundamente en los mecanismos de la matriz del dolor. En la médula espinal, los núcleos del tálamo, la corteza y el sistema límbico se producen cambios neuroplásticos que pueden alterar el umbral del dolor, el grado de sensibilidad al dolor y las experiencias álgicas globales de nuestros pacientes (Woolf, 2010).
En una investigación de Staud (2011) se describe que la sensibilización segmentaria espinal (SSE) se debe a un incremento de la actividad del asta posterior provocado por el bombardeo constante de los impulsos nociceptivos de la periferia (debido a tejidos somáticos o viscerales lesionados o sensibilizados). Gracias a su experiencia clínica, miles de terapeutas del ejercicio en el mundo entero han podido identificar patrones de dolor referido que no pueden ser de origen nervioso. Travell y Simons (1992) indicaron puntos gatillo miofasciales en el músculo sóleo que provocan un dolor profundo referido en la articulación sacroilíaca ipsolateral. Asimismo, existen puntos gatillo miofasciales adicionales en el sóleo que refieren un dolor excepcional en la cara y el maxilar. En estas circunstancias, dado que los nervios refieren exclusivamente el dolor hacia abajo (la cara es la excepción), debe intervenir algún mecanismo o mecanismos distintos a los de las vías nerviosas.
Por desgracia, muy pocos terapeutas y médicos son conscientes del papel perpetuador de los puntos gatillo miofasciales como una fuente combinada de bombardeo sensorial (Shah y Gilliams, 2008) que puede desembocar en un dolor crónico con diferentes apariencias. Según Fogelman y Kent (2015), el dolor miofascial es una «patología eminentemente tratable», aunque «casi siempre infradiagnosticada por los médicos e infratratada por las disciplinas fisioterapéuticas». El bombardeo nocivo constante de la neurona del asta dorsal causa una liberación de glutamato y sustancia P a nivel segmentario. Con la unión a los respectivos receptores en las neuronas postsinápticas, estos productos químicos inducen la sensibilización de las neuronas de rango dinámico amplio (RDA), con lo que se sensibilizan los segmentos espinales adyacentes. La liberación sostenida de glutamato y sustancia P da lugar a la apoptosis (muerte celular programada) de las neuronas inhibidoras. Esta alteración provoca un estado sostenido de sensibilización que, a su vez, reduce los umbrales del dolor neuronal, activa las sinapsis previamente inactivas (expansión del campo receptivo al dolor) y da lugar a alodinia e hiperalgesia (Shah y Gilliams, 2008).
La sensibilización central que se mantiene por los puntos gatillo miofasciales y otras fuentes periféricas puede invertirse con el tiempo. A estos efectos, la punción seca de los puntos gatillo miofasciales ha demostrado ser eficaz y, por lo tanto, una intervención terapéutica útil (Srbely y cols., 2010). En un estudio más reciente, en el que se midieron las concentraciones de una serie de sustancias bioquímicas (incluyendo la beta-endorfina, la sustancia P, el factor de necrosis tumoral alfa, la ciclooxigenasa 2, la subunidad alfa del factor 1 inducible por hipoxia, la enzima óxido nítrico sintasa inducible y el factor de crecimiento endotelial vascular), se constató que la punción seca de los puntos gatillo modula las concentraciones de estas sustancias químicas nocivas de forma dosis-dependiente (Hsieh y cols., 2011).