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LOS PROCESOS CREATIVOS DE NUESTRO CEREBRO: SENTIR, ATENDER, PERCIBIR

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Captar los detalles, extraer lo esencial de la realidad externa o de los conceptos, y procesarlos internamente asociando dichos conceptos con lo que reside en nuestras memorias para crear relaciones y categorías es un mecanismo general que utiliza el cerebro para, luego, pensar, razonar y tomar decisiones.

Como después explicaremos, se trata de procesamientos «creativos», y se cree que son procesamientos inferenciales de carácter retrospectivo.

En este tipo de procesamientos, el lenguaje (una capacidad propia de los seres humanos) desempeña un papel estratégico, porque no solamente nos permite comunicarnos, sino que también nos capacita para efectuar estas abstracciones y categorizaciones.

Además, la mayoría de estos procesos son automáticos e inconscientes, y son posibles mediante una compleja interacción entre la captación de estímulos sensoriales y los posteriores procesos de atención y percepción, que iremos desgranando con detalle.

En pocas palabras: tras acopiar efímeramente la información recibida, atendemos, es decir, filtramos la información y seleccionamos una parte muy concreta en la que nos concentramos. Esto es así porque cuando ya hemos seleccionado una determinada información estamos en condiciones de percibirla, es decir, de dar un significado, consciente o inconsciente, a aquello que estamos atendiendo, un significado que solamente encontraremos acudiendo a nuestros recuerdos.19

Solo cuando el cerebro recurre a sus memorias estamos en condiciones de imaginar o de anticipar el futuro, y por esto se dice que todo lo que sentimos y pensamos se encuentra en la suma de nuestras memorias (ver figura 3.1).

Captamos los estímulos externos gracias a un tipo de memoria denominado memoria sensorial. Se trata de una memoria que retiene efímeramente las sensaciones, esas primeras impresiones de la realidad que invaden los órganos de los sentidos en forma de luces, colores, olores, sonidos… Estas sensaciones son evanescentes, y solo una pequeña fracción de lo que captamos será procesado posteriormente.

De este modo, el cerebro tiene que seleccionar de entre toda la información que recibe constantemente, y para ello utiliza un proceso de filtro y concentración al que denominamos «atención».

Ahora bien, para atender se recurre a otro tipo de memoria: la memoria a corto plazo. Esta memoria tiene una capacidad limitada. En el momento en el que se atiende es cuando el cerebro puede alcanzar la próxima etapa, consistente en «percibir».

Percibir es un proceso que tiene como finalidad dotar de significado, utilidad, valor y valencia emocional a las sensaciones atendidas. El significado se obtiene integrando, haciendo coherente, categorizando y reconociendo lo atendido de forma probabilística, esto es: realizando conjeturas a partir de los contenidos que guardamos en la memoria a largo plazo.

La excepcionalidad de todos estos procesos cognitivos, necesarios para interpretar la realidad, es que consiguen obtener significados muy acertados utilizando poquísima información: «no me interesa detenerme en las formas específicas de miles de pelos negros en contraste con otros tantos amarillos, me interesa saber que es un tigre y salir corriendo».20

Percibir, en definitiva, es un proceso fundamentalmente creativo.


Figura 3.1. Tipos de memorias.

El recorrido necesario para poder elaborar los pensamientos pasa por la secuencia sensación-atención-percepción. Por eso se trata de un recorrido que, como hemos comentado, a cada paso, necesita diferentes tipos de memorias que deben actuar de forma coordinada.

Las memorias, por lo tanto, no solamente sirven para acopiar recuerdos o almacenar aprendizajes, sino que, también, son fundamentales para percibir y crear la realidad, y para dar a nuestra existencia un sentido de continuidad.

Así pues, las memorias son las que definen nuestra identidad.

El cerebro ilusionista

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