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ILUSIÓN DE CONTINUIDAD Y SONIDO

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No podemos finalizar este capítulo sin recalcar que el cerebro también construye una ilusión de continuidad con todos los demás estímulos sensoriales. Veamos el ejemplo del sonido.

Los humanos oímos sonidos en un rango que va de 20 a 20.000 hercios; para hacernos una idea, la nota más baja en un piano normal vibra con una frecuencia de unos 27,5 hercios, que es un dato que coincide aproximadamente con la frecuencia mínima necesaria para que veamos una continuidad de las imágenes en movimiento (el cine analógico es una sucesión de veintisiete a treinta fotogramas por segundo).

Pues bien, cuando las moléculas vibran en torno a esa velocidad, oímos algo que suena como una nota continua, lo que corrobora que con el sonido también construimos una ilusión de continuidad, también rellenamos inconscientemente lagunas en los datos auditivos. Parafraseando a Daniel Levitin en su libro Tu cerebro y la música, publicado por RBA en 2008:42

Si colocaste alguna vez naipes en los radios de la rueda de tu bicicleta cuando eras niño, te demostraste a ti mismo un principio relacionado: a velocidades lentas, oyes simplemente el clic-clic de la carta golpeando los radios, pero, superada cierta velocidad, los clics se juntan y crean un zumbido, una nota que puedes realmente tararear a compás, un tono.

El cerebro ilusionista

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