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LA MUERTE DEL PRESIDENTE ALLENDE

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El 11 de septiembre de 1973 se produjo al alzamiento de las FF.AA. contra el gobierno constitucional que encabezaba el presidente Salvador Allende. Para llevarlo a cabo, entre otras acciones, la más simbólica y brutal fue el bombardeo al Palacio de La Moneda, donde se encontraba el primer mandatario con algunos de sus colaboradores más cercanos, los que trataron de resistir con las escasas armas de que disponían, el ataque terrestre y aéreo que estaban sufriendo.

Llegado un momento, el presidente Allende advirtió que no había condiciones para seguir resistiendo y determinó que debían rendirse ante la abrumadora desigualdad que existía entre los atacantes y quienes estaban en el palacio presidencial.

En esas circunstancias, les pidió a todos que fueran saliendo ordenadamente y les dijo que él lo haría al final. Sin embargo, cuando el penúltimo ocupante de La Moneda comenzó el descenso por las escaleras, él se devolvió, se sentó en un sillón del salón O’Higgins, tomó la metralleta que le había regalado Fidel Castro, la apoyó en su barbilla y se disparó.

Uno de sus médicos personales, Patricio Guijón, que también se había devuelto para llevarle a su hijo una máscara antigases como recuerdo de tan infausto día, miró al interior del salón y vio cómo el cuerpo de Allende se alzaba por la fuerza del impacto de los proyectiles de la metralleta. El médico declaró: “Vi cuando voló la cabeza, los huesos y la masa encefálica. Él (Allende) estaba sentado en un sillón que estaba apoyado en la pared que mira a la calle, había un ventanal grande y estaba con la metralleta entre las manos y vi la explosión del cráneo”1. En su declaración en el proceso judicial, el doctor Guijón agregó: “Por esas cosas mecánicas le tomé el pulso, pero no había nada que hacer. Me quedé junto al cadáver de Allende y, pasados unos veinte minutos, entran dos soldados, ante lo cual levanté mis manos”2.

El suicidio de Allende creaba un problema a la recién instalada Junta de Gobierno. En primer lugar, debían realizarle una autopsia que diera cuenta de las circunstancias de su muerte, la que fue realizada en el Hospital Militar. Pero, luego, ¿qué hacer con el cuerpo?, ¿dónde sepultarlo?, ¿cómo avisar a sus familiares?, ¿qué tipo de funeral procedía realizar a un presidente de la República que había sido depuesto por ellos mismos?

En un principio, desde la Junta de Gobierno recién instalada, le ofrecieron a la directiva del partido Demócrata Cristiano la posibilidad de que algún representante de ella asistiera a la realización de la autopsia. Esta designó a su vicepresidente, el médico Osvaldo Olguín, lo que fue comunicado a dicho representante. Se convino en que lo pasarían a buscar ya que estaba vigente un estricto toque de queda, pero ello nunca ocurrió.

Los dos funerales del presidente Allende

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