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Verdad

Así como se llama bien aquello a lo que tiende el apetito, se llama verdadero aquello a lo que tiende el entendimiento. La diferencia entre el apetito, el entendimiento o cualquier otro tipo de conocimiento, reside en que, en el conocimiento, lo conocido está en quien lo conoce; en cambio, en el apetito, el que apetece tiende hacia lo apetecido. De este modo, el término (al que se dirige) el apetito, es decir, el bien, está en lo apetecido; pero el fin (al que se dirige) el conocimiento, que es lo verdadero, está en el mismo entendimiento.

El bien está en la cosa, en cuanto que está ordenada al apetito; y por eso la noción de bondad deriva de la cosa apetecida por el apetito, por lo cual, si es apetito del bien se llama apetito bueno. En cambio, lo verdadero está en el entendimiento en cuanto que hay conformidad entre este y lo conocido; por eso es necesario que la noción de verdadero derive del entendimiento hacia lo conocido, como también se llama verdadera aquella cosa conocida en cuanto que tiene alguna ordenación hacia el entendimiento.

La ordenación que lo conocido tiene hacia el entendimiento puede ser esencial o accidental. Es esencial cuando su propio ser depende del entendimiento; y accidental en cuanto que simplemente es cognoscible por el entendimiento. Por ejemplo: una casa tiene relación esencial con el entendimiento de su constructor; y accidental con cualquier otro entendimiento del que no dependa. Pues bien, el juicio sobre una cosa se fundamenta en lo que es esencial en ella, no en lo que en ella es accidental. Por eso, cualquier cosa se dice que es absolutamente verdadera según la relación que tiene con el entendimiento del que depende. Por el mismo motivo, se dice que las cosas artificiales son llamadas verdaderas por su relación con nuestro entendimiento. Así, se dice que una casa es verdadera cuando se asemeja a la imagen que hay en la mente del constructor; y que una frase es verdadera cuando expresa un pensamiento verdadero.

Asimismo, se dice que las cosas naturales son verdaderas por su semejanza a la imagen de las especies1 que hay en la mente divina. Por ejemplo, se dice que una piedra es verdadera piedra cuando posee la naturaleza propia de la piedra, según la preconcepción existente en el entendimiento divino. Por lo tanto, la verdad principalmente está en el entendimiento; secundariamente está en las cosas en cuanto que se relacionan con el entendimiento como su principio.

Según todo esto, la verdad puede ser definida de varias maneras. Pues Agustín, en el libro De Vera Relig., dice: «La verdad es aquello con lo que se pone al descubierto lo que algo es». E Hilario dice: «Verdadero es lo que declara y manifiesta el ser»2. Todo eso se refiere a la verdad en cuanto que está en el entendimiento. A la verdad de algo en cuanto relacionado con el entendimiento pertenece la definición que Agustín da en el libro De Vera Relig.: «La verdad es la semejanza total con el principio, sin que exista ninguna disimilitud». Y aquella definición que da Anselmo: «Verdad es la rectitud solo perceptible por la mente»; pues rectitud es lo que concuerda con el principio. También la definición que da Avicena: «La verdad de una cosa es la propiedad del ser que está afincado en ella». Cuando se dice: «Verdad es la adecuación entre objeto y entendimiento», esto incluye los dos aspectos indicados». (I, 16, 1)

1 Ideas, razones, concepciones, designios.

2 Poner al descubierto, manifestar. Se remiten al sentido de verdad, en griego aletheia, reivindicado en el siglo xx por Martin Heidegger, pero bien conocido desde mucho tiempo antes.

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