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SATÁN EN EL NUEVO TESTAMENTO

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Las creencias cristianas en la realidad de Satán y los demonios no se apoyan en las especulaciones del judaísmo primitivo, sino en los escritos del Nuevo Testamento. Las afirmaciones del Nuevo Testamento sobre el origen de los sufrimientos y de todos los males de este mundo son muy claras.

Como causa última se aduce al Malo por antonomasia, al diablo —“el enemigo que la sembró [la cizaña] es el diablo” (parábola de la cizaña) (17) “cómo él [Jesús] pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo”—, (18) a Satán, (19) al enemigo, (20) llamado también el dragón, (21) la antigua serpiente, (22) Beelzebul (23) o Belial. (24) Como señor de este mundo, (25) siembra el mal en el campo de Dios, (26) provoca las posesiones diabólicas, la enfermedad y la muerte. (27) Sus obras son la ira, la soberbia, la maledicencia, toda forma de concupiscencia, y son su modo de arrastrar a los hombres a la perdición. (28) Pero el Nuevo Testamento no nos ofrece un desarrollo sistemático de la figura del diablo. Cuando se le menciona, es siempre en función del misterio de Cristo que es anunciado, la única manera de comprender su significado es en función de ese mismo misterio.

Podríamos resumir en las siguientes afirmaciones lo que el Nuevo Testamento dice sobre el diablo.

El diablo

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