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PRÓLOGO

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Cuando alguien te dice: «Quiero hacerte una visita», el primer pensamiento es preguntarse qué querrá, cómo y cuándo. No es lo mismo que te lo diga alguien conocido que desconocido (el técnico del gas, un comercial, la vecina de enfrente, el sacerdote de la parroquia, un primo lejano o tu amigo íntimo), pues la preparación de la visita será distinta.

A unos se les abren unas estancias de la casa y a otros otras, es frecuente también que ante unos nos pongamos más en guardia, mientras que con otros nos sintamos más relajados y en confianza.

Las antiguas casas gallegas poseían una puerta dividida en dos piezas, una mitad superior y otra inferior. Habitualmente, los moradores de la casa te acogían en la puerta con la parte superior abierta, incluso con los vecinos no era extraño que se pasasen horas hablando en esta posición. Solo se abría la parte inferior cuando una relación se tornaba tan íntima que había la seguridad de que lo que viese en el interior no se haría público. Cuando la intimidad estuviese asegurada y respetada.

Es decir, que el que acoge una visita pide –en todos los casos– prudencia, respeto a la intimidad y a los límites establecidos por ella, a riesgo de que la imprudencia o la curiosidad provoquen que no se te vuelva a invitar o que se te eche de casa antes de tiempo.

Esta prudencia y respeto son también las claves de toda visita al enfermo. Entramos en su casa (y muchas veces sin previo aviso y «sin llamar a la puerta» de su vida), pretendiendo entrar en estancias existenciales a las que aún no nos han dado permiso.

Esto es lo que José Carlos Bermejo quiere desvelarnos en este nuevo libro. Nos invita a quitarnos el velo (des-velar) que tenemos ante nuestros ojos y nos impide ver que no siempre actuamos correctamente; que nuestras actitudes y acciones a veces curiosean o invaden el corazón/hogar del enfermo.

Sus claves propositivas, teóricas y prácticas, os invito a que las leáis con una predisposición a pasarlas por vuestro corazón, examinando vuestras visitas a untarnos por nosotros, sabiendo que, en muchos casos, su actitud es respuesta espontánea a nuestra forma de presentarnos y de entrar en su vida.

Ningún libro ni persona te dejará marcado si no lo haces tuyo y lo lees o escuchas a la luz de tu vida. Con esta actitud te invito a entrar en este regalo de libro, pero también en los tesoros que esconden en su interior tantas personas que están esperando tu visita.

¡Adelante! Llama a la puerta.

JESÚS MARTÍNEZ CARRACEDO

Director del Departamento de Pastoral de la Salud

de la Conferencia Episcopal Española

La visita al enfermo

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