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II.—MEDIOS OFENSIVOS Y DEFENSIVOS EN LA LUCHA POR LA VIDA
ОглавлениеDonde hay vida, hay lucha por la vida. En todos los casos la Naturaleza ha provisto a los seres vivos de medios ofensivos y defensivos útiles para la supervivencia de los mejor adaptados a las condiciones del medio; no siempre son los más fuertes, considerada la fuerza en un sentido mecánico o cuantitativo, sino los más diestros o astutos para substraerse a las infinitas causas destructivas que gravitan sobre los seres vivos, o los más hábiles para proveer a la propia alimentación. En esa lucha, directa o indirectamente combatida, los seres vivos emplean recursos de índole variadísima. Recorriendo la serie evolutiva de las especies animales y vegetales, se ven dos grandes categorías de recursos: los unos a base de fraude, los otros fundados en la violencia.
La intensificación de la lucha por la vida, por el aumento numérico de los individuos que tienen análogas necesidades, estimula el perfeccionamiento y desarrollo de los medios de lucha. La adquisición de un carácter ventajoso, ofensivo o defensivo, coloca a su poseedor en condiciones favorables para el éxito, asegurando su vida y su reproducción, y transmitiendo, mediante esta última, el nuevo carácter adquirido, que será igualmente provechoso a su descendencia. Y, en efecto, en toda especie viva, los individuos más robustos, más ágiles, más astutos, más prudentes, según las circunstancias especiales en que luchan por la vida, tienen más probabilidades de sobrevivir.
De todos esos medios, usados para la adaptación, algunos son verdaderas armas punzantes, lacerantes, cortantes o contundentes: aguijones, sierras, dientes, probóscides, aparatos eléctricos, etc. En otros casos trátase de recursos defensivos: autotomía evasiva, posiciones o actitudes especiales, defensas químicas, aparatos venenosos, secreciones urticantes o tóxicas. Otras veces es utilísima la fuerza muscular; la agilidad en el ataque y la defensa pueden ser decisivos para el triunfo en la lucha por la vida. Otros seres vivos, animales y vegetales, se asocian con individuos de la misma o de otras especies diferentes, para luchar mancomunados contra peligros comunes; etcétera, etcétera.
El uso de estos medios de lucha tórnase cada vez más complejo a medida que las especies adquieren una estructura orgánica complicada. En el reino animal, las funciones biofilácticas, o defensivas de la vida, se acompañan de un desenvolvimiento psíquico progresivo, mejor acentuado desde que aparece un sistema nervioso encargado de regir la unidad del ser vivo, su individualidad. Culmina este desenvolvimiento en la especie humana, que por su estructura cerebral y sus funciones mentales está colocada en el término del phylum más evolucionado de los vertebrados; esa circunstancia hace que en el hombre los medios de lucha por la vida sean más complejos que en las demás especies animales, pues su inteligencia le ha permitido reforzar los deficientes, suplir los ineficaces e imaginar medios artificiales de aumentar su propia capacidad ofensiva y defensiva. Limitados sus medios físicos de lucha por la dimensión de su organismo, por su sistema óseo y muscular, por su resistencia a la fatiga, ha centuplicado su fuerza oponiendo la inteligencia a los seres enemigos que pueblan el ambiente; pero al mismo tiempo, en la lucha entre hombre y hombre, entre sociedad y sociedad, ha perfeccionado casi ilimitadamente sus medios de lucha mediante la mentira y el fraude, la astucia y la simulación.
En ninguna otra especie animal se presenta bajo más múltiples aspectos la lucha por la vida; sólo en el hombre los medios de lucha llegan a ser un producto casi puramente intelectual. Y, como es fácil de comprender, la violencia física personal sigue siendo lo esencial en la lucha entre los salvajes, entre los niños y entre las personas incultas, a la vez que los medios de lucha se tornan más intelectuales en las sociedades civilizadas, en los adultos y en las personas cultas. Se produce, en otras palabras, una evolución que tiende a hacer primar las aptitudes mentales sobre las aptitudes físicas.
Cerremos este parágrafo, cuyo minucioso análisis pudiera prolongarse indefinidamente, afirmando que: todos los seres que luchan por la vida poseen medios ofensivos y defensivos adaptados a las contingencias habituales de la lucha.